Gustavo Bueno
Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la religión
Cuestión 9. Teología de la liberación
Mondadori, Madrid 1989, págs. 347-375
I
Motivos por los cuales la «Teología de la liberación» puede interesar a la Filosofía materialista de la religión
La teología de la liberación puede ser interesante para quienes no son teólogos, ni siquiera creyentes, por muchos conceptos. Por ejemplo, un político marxista antimperialista, no cristiano (ya sea ateo, ya sea musulmán), puede ver en ella una fuerza con la que merezca la pena aliarse y en cuyos «antecedentes» puede confiar, si tiene en cuenta que su posible aliado no improvisa, como un oportunista, sus proyectos. Está inspirándose en antiquísimos textos sagrados fundacionales: San Lucas (4, 18) dice que Jesús ha venido «a anunciar a los presos su liberación, a dar libertad a los oprimidos» y San Pablo les dice a los Gálatas (5, 13): «Hermanos, habéis sido llamados a la libertad». Nuestro político tenderá a ver, con hermenéutica pragmática, en estos textos, más bien consignas de liberación nacional (basta sustituir «gálatas» por nicaragüenses o por negros sudafricanos) que metafísicas consignas relativas a la «liberación» de las acechanzas de Lucifer, o a la liberación de los bajos instintos desatados por el pecado original, o a la «salvación de la finitud». Y si alguien le advierte: «¿Y no estará el oportunismo en el hecho de interpretar estos textos por medio de aquellas referencias, dado que muchas otras veces, durante siglos, los teólogos cristianos los han interpretado en contextos muy distintos y aun opuestos?», nuestro político materialista antimperialista podría responder: «Lo que importa es la praxis (o como dicen ellos –añadiría– la ortopraxis)». Además las interpretaciones tradicionales tampoco tienen por qué ser más genuinas, dado que pueden considerarse bloqueadas por las relaciones feudales o burguesas, y esto, sin olvidar a los cristianos primitivos «preconstantinianos».
Pero no solamente un activista del comunismo o del anarquismo: un historiador de las ideas políticas puede ver la teología de la liberación como un territorio en el que han influido, de diversa manera, que interesa analizar, ciertas ideas marxistas. Un historiador de la iglesia podrá acaso incorporar una parte importante del movimiento de la teología de la liberación a la serie de los movimientos «revolucionarios» que, de modo intermitente, han tenido lugar en la cristiandad de todos los tiempos, desde los montañistas hasta los valdenses, desde los joaquinitas hasta los anabaptistas de Juan de Leyden. También un sociólogo podrá ver en los documentos de la teología de la liberación material abundante para analizar el alcance ideológico que corresponde a la utilización diferencial de las citas del antiguo o del nuevo Testamento. Un filósofo humanista de la religión podrá encontrar en la teología de la liberación un modelo de su propia concepción, llevado a efecto por medio de un lenguaje figurado.
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