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Gustavo Bueno

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Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la religión

Cuestión 5. Religación y religión

Mondadori, Madrid 1989, págs. 193-228

I
La Filosofía de la Religión como heredera de la Teología dogmática

La Filosofía de la Religión es una disciplina moderna, que cristaliza en los cursos de Hegel, con la conciencia de ser la sucesora de la antigua Teología. Sin embargo, semejante conciencia es confusa, puesto que en la tradición escolástica la explicación filosófica de la religión (como religión natural) no formaba parte de la Teología natural (que era una disciplina metafísica), sino de la Moral (la religión como virtud, parte de la justicia). Hoy diríamos: de la Antropología filosófica, si bien hay que tener en cuenta que, en la tradición escolástica, a su vez, se presuponía la subalternación de la Moral a la Metafísica. En este sentido, cabe decir que la Filosofía de la religión era una Filosofía teológica. A reserva de lo que diremos sobre este punto en la cuestión 12ª, subrayaremos aquí el hecho de que la Filosofía de la religión de la época moderna, sigue siendo, en todo caso, teológica (incluso en los casos en los cuales, Dios comienza a ser interpretado como inmanente al espíritu humano). Y es en estos casos, en donde parece haberse alcanzado la situación más satisfactoria posible porque, otra vez, el orden filosófico y el orden sobrenatural, se habrán vuelto a encontrar. El filósofo cristiano de la religión recorrerá puntualmente el camino de la inmanencia, que lleva desde los estadios germinales embrionarios de la humanidad, hasta la progresiva maduración de su libertad, en la cual, él se diviniza; pero simultáneamente se postulará la decisión de mantenerse (desde la ontoteología) en la creencia en el Dios cristiano trascendente, sin que en ello se encuentre mayor dificultad, y esto en razón de la premisa (de fe) según la cual, «Dios hizo el hombre a su imagen y semejanza». Ahora bien, si del hombre puede decirse, con Santo Tomás: signatum est lumen vultus tui super nos (Summa Theologica I, 79,4) ¿no cabrá también decir que en la esencia del hombre está el querer ser como Dios? Entonces, el mismo ateísmo comenzará a poder ser considerado como una categoría o episodio de la Filosofía de la religión (aunque, en rigor, sólo lo será de la Teología dogmática): pues el ateísmo podrá contemplarse como la forma misma por la cual el hombre, al querer ser Dios, no quiere que Dios (un Dios distinto de él) exista. De aquí aquello que Scheler llamó «el ateísmo postulatorio»: Dios no puede existir si es que el hombre existe, libre, divino. «Si Dios existiera, yo no podría resistirlo; luego Dios no existe.» Es la libertad del hombre divinizado (su Voluntad de poder, en la doctrina de Nietzsche) lo que llevaría a la muerte de Dios. Por ello, el Papa puede decirle a Zarathustra: «Algún Dios dentro de ti es el que te ha convertido a tu ateísmo.»

Facsímil del original impreso de este capítulo en formato pdf