Proyecto Filosofía en español Hemeroteca
Interviú
nº 1305, 30 de abril de 2001
Gran Hermano | «El ojo clínico»
página 34

El forastero
Gustavo Bueno
 

Gustavo Bueno

Roberto Cendrero, el recién llegado a la Casa, el «forastero», ha sido expulsado de forma fulminante. Fue propuesto en la terna, de modo inmediato y masivo, por los del interior. No esperaron ni un par de semanas al menos para conocerle y formar un juicio sobre él. Pero, y esto es tan interesante como lo anterior, fue el elegido por los del exterior, por la audiencia, para ser eliminado.

No es nada fácil explicar por qué Roberto fue rechazado de inmediato por sus compañeros de viaje; tampoco es fácil explicar por qué la audiencia votó su eliminación. Y es ya verdaderamente difícil explicar el acuerdo entre el «interior» y el «exterior», el primer acuerdo significativo que se ha producido en el programa entre los del exterior y los del interior. Hasta ahora, el desacuerdo era total: el interior, proponía a Fran, pero la audiencia lo salvaba una y otra vez. Ahora, el Gran Hermano, la audiencia, se ha identificado con los del interior, quienes, como si fueran piratas, arrojaron por la borda al último de sus compañeros que había venido a disputarles el botín.

¿Por qué rechazaron los del interior (los «piratas») a Roberto Cendrero? Sin duda porque apreciaron en él las cualidades de alguien que les sobrepasaba en muchas cosas, en madurez, en inteligencia, en conocimientos, en experiencia, en buen juicio. Si Roberto Cendrero hubiera sido tan vulgar como muchos de los componentes del «concejo nominador» seguramente le hubieran dado más oportunidades. Acaso vieron en él, desde el principio, a alguien próximo a Fran por su edad y ciertas condiciones, y temieron que la audiencia pudiera comenzar a tomarle la peligrosa simpatía que está demostrando hacia Francisco. De hecho, la satisfacción de los nominadores al conocer el resultado de las nominaciones fue evidente; ni siquiera la disimularon. Podría explicarse porque estos resultados salvaban a un compañero de viaje más veterano, a Ángel. Pero entonces ¿por qué lo habían nominado también? ¿Estaban actuando las leyes del grupo apiñado, por encima de la voluntad de sus componentes, frente al recién llegado, frente al intruso? En cualquier caso era «poco edificante» comprobar la alegría del concejo cuando despedían a Roberto con el «abrazo de Judas»; y en particular no dejaban de causar sorpresa los impúdicos saltitos de alegría que daba Ángel, aunque esta alegría pudiera justificarla el futuro criminólogo como alegría por su bien propio, antes que como alegría por el mal ajeno.

Pero ¿por qué la audiencia, el Gran Hermano, el público, el pueblo, «condenó» a Roberto Cendrero? Esta pregunta es ya mucho más difícil de contestar; porque parece que el público, que el pueblo debiera haber apreciado las innegables cualidades de Roberto, debiera «haberle dado una oportunidad». ¿Habrá que reconocer que el Gran Hermano, la audiencia, el público, el pueblo, también puede ser injusto o puede equivocarse? ¿O que apreció en Roberto Cendrero algo de repugnante? En una conversación sobre cuestiones de feminismo, Roberto expresó algunas dudas sobre los postulados radicales del «extremo feminismo». ¿Fueron estas dudas las que le hicieron sospechoso de machismo, tanto ante el elemento femenino del interior como del exterior? ¿Estaríamos ante un proyecto de linchamiento moral de Roberto similar al algo más que proyecto de linchamiento moral que tuvo lugar en su momento contra Carlos?

Y ¿cómo explicar el acuerdo o el consenso, en el caso Roberto Cendrero, entre el interior y el exterior? De un modo u otro, si no estamos dispuestos a aceptar que el acuerdo fue resultado de un azar, habrá que reconocer una identificación de la audiencia con los del interior; una identificación en valores que los del interior no podrían haberla promovido, dado que no conocen el sentir del Gran Hermano.

[ 26 abril 2001 / se sigue el original del autor ]

 
<<< >>>

Fundación Gustavo Bueno
www.fgbueno.es