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Interviú
nº 1306, 7 de mayo de 2001
Gran Hermano | «El ojo clínico»
página 38

Todos contra (casi) todos
Gustavo Bueno
 

Gustavo Bueno

El Gran Hermano es un concurso, un juego, dicen algunos creyendo ingenuamente que con ello lo han dicho todo. Pero estas conceptuaciones genéricas encubren la naturaleza específica del programa tanto o más como la descubren. La razón es que hay muchos tipos de concurso, hay muchos tipos de juego, y mantenerse en el terreno de la abstracción genérica es el modo más expeditivo de confundirlo todo. También las batallas son juegos (o al menos, como juegos los considera la llamada «Teoría de juegos»); pero son juegos con fuego real. Un juego es el juego de billar, pero no por ello el choque de las bolas deja de ser una realidad física, a partir de cuyo análisis pudieron ser desveladas muchas de las leyes que rigen la interacción de los «cuerpos elásticos». El Gran Hermano es un juego que se desarrolla, sin duda, de acuerdo con unas reglas de juego; pero en este juego actúan acciones y reacciones reales y por ello es fuente inagotable para el análisis de la mecánica de las interacciones de unos cuerpos humanos encerrados en una mesa de juego, en la «Casa».

El Gran Hermano I introdujo desde dentro, como regla de juego de primer rango, el pacto global de no agresión, el «principio comunalista» de no nominación interna; esto determinó que los impactos entre los cuerpos humanos fueran a parar a las bandas, encomendando a la audiencia la tarea de selección de las bolas, la tarea íntegra de las nominaciones. Pero el Gran Hermano II ha dejado de lado la regla del pacto global y se viene guiando por el «principio capitalista» de la competitividad, de la lucha de todos contra todos. Esta lucha no excluye los pactos parciales, los bloques históricos contra terceros.

No hay pacto global, pero si muchos pactos parciales. Cada cual, salvo cuando dice guiarse por los dados, lanza sus impactos contra otros tres por motivos determinados, estratégicos, tanto si lo hace para seleccionarlos directamente, como si lo hace para dejar intactos a algunos; tanto si lo hace por motivos explícitos, como si lo hace por motivos implícitos, nunca inconscientes, puesto que el propio proceso de la nominación los hará conscientes ante el nominador.

Estos pactos parciales, o ensayos de pactos, están dando lugar a efectos muy notables, muchos de ellos aleatorios. Hay pactos de mujeres contra varones, de jugadores de parchís contra los que no juegan y, sobre todo, pactos de emparejamiento. Mientras que el pacto global de Gran Hermano I daba lugar a un terreno poco propicio a la formación de parejas (más aún: las parejas en germen terminaban disolviéndose o saliendo de la casa) la ausencia del pacto global, que caracteriza al Gran Hermano II ha catalizado la formación de parejas, más o menos románticas, en número máximo posible, las cuatro parejas posibles entre nueve elementos: sólo Fran se mantiene flotante en el grupo. La formación de una pareja constituye, en efecto, el recurso estratégico más elemental del que disponen los individuos de un grupo sin pacto global para contar con un aliado incondicional, que no le traicionará mientras queden «bolas de reserva».

Pero la cobertura que cada cual se consigue con su pareja, no le preserva de los impactos procedentes de los demás individuos. Y ello explica que el individuo flotante en el grupo de parejas, Fran, pueda recibir menos impactos que otros individuos emparejados en algún grado, como es el caso de Alonso. Y que en la última sesión nominadora cinco componentes del grupo hayan resultado nominados, es decir, entregados al juicio de la Audiencia, del Gran Hermano.

Lo más interesante sería el análisis de las razones por las cuales cuatro personajes concretos, dos de ellos emparejados entre sí (Emilio, Eva, Ángel, Mari) se mantienen fuera del alcance del juicio del Gran Hermano, aunque sólo uno de ellos, Mari, ha resultado intacto. Ángel ha puesto en descubierto a Eva; Emilio a Ángel; Eva ha puesto en descubierto a Sabrina, ayudada por Karola y por Alonso.

No me extrañaría que Eva, que es probablemente la que tiene la voluntad de maquinación estratégica más intensa del grupo, termine nominando a su Emilio, si pasadas unas semanas advierte que su alianza con él compromete sus propios intereses.

[ 3 mayo 2001 / se sigue el original del autor ]

 
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