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Teselas

Estroma

Gustavo Bueno analiza el concepto de estroma, neologismo utilizado por el materialismo filosófico.


Gustavo Bueno, Estroma

Tesela nº 121 (Oviedo, 21 de mayo de 2014)

Transcripción GTGB ⋅ t121
Estroma
1 ❦ 00:10

Vamos a hablar hoy de un término que venimos utilizando hace años, pero sin haber explícitamente ofrecido su análisis, que es el término “estroma”. Estroma, una palabra griega que se traduce por tejido, por cobertura, &c.{1}.

2 ❦ 00:37

Los estromas son un concepto introducido –ya digo– para redefinir lo que llamamos mundus adspectabilis o kósmos horatós de Aristóteles. El mundo adspectable, el mundo a la vista o, si queremos, el mundo visible, audible y tangible. Que es el mundo que nos rodea y que es el mundo de que trata el materialismo filosófico, que parte de ese mundo y no de otras cosas; parte precisamente de ese mundo de experiencia inmediata. Y entonces este mundo lo concebimos no uniforme, ni liso, ni estático, sino que lo concebimos como un mundo de múltiples contenidos que son relativamente independientes entre sí, pero al mismo tiempo están interaccionando unos con otros, en parte. Es decir, constituyendo una symploké, y las unidades morfológicas de las que se compone este mundo, pues, ¿cómo denominarlas? Puesto que el mundo no es simplemente una especie de ámbito vacío uniforme, sino que está lleno de..., ¿de qué? Pues eso, ¿podemos llamarlas sustancias según Aristóteles, como puedan ser el Sol, Bucéfalo, o Sócrates? Pues no son sustancias todas ellas. ¿Podemos llamarlas cosas? Sí, pero cosas tiene que ver con causa, cosas es demasiado genérico, tampoco expresa lo que queremos decir que se exprese con estas cosas de las que tratamos en el mundo. ¿Podemos llamarlas entidades, es decir, sustancias, cosas, entidades, objetos? Pues sí, podemos llamarlas así, pero son términos demasiado genéricos.

3 ❦ 02:33

Y, en este sentido, nosotros queremos sobre todo considerar a estas cosas como los contenidos del que está compuesto el mundo, en una palabra, el mundus adspectabilis, lo que llamamos en el sistema del materialismo Mi{2}. Y este mundo está compuesto de estas cosas, sustancias que no lo son, y no lo son sobre todo porque queremos sobre todo distanciarnos del dualismo ya muy antiguo, que procede posiblemente del animismo. El dualismo que reparte estas cosas, o configuraciones, u objetos, o entes, que las reparte en dos mundos, dos esferas, a saber: la esfera de la naturaleza, las cosas naturales, como puedan ser el Sistema Solar, como pueda ser un volcán, o lo que fuera, o un organismo viviente. Y las cosas, o entidades, o configuraciones que serían puramente subjetivas, anímicas, y que permanecen de algún modo o que son efecto de la mente humana, como pueda ser, por ejemplo, el espejismo que se ve en el desierto a lo lejos, en un desierto de arena donde se ven ciudades imaginarias, &c. Es decir, esta distinción entre contenidos objetivos de Mi y contenidos subjetivos del dualismo, que es el dualismo típicamente epistemológico sujeto / objeto, es del que queremos alejarnos porque en este marco, a nuestro juicio, está contenida realmente la polémica entre el idealismo y el realismo con sus diferentes matices: idealismo material, idealismo trascendental, realismo crítico, &c. Y este dualismo prácticamente –a nuestro juicio– inhabilita completamente el análisis de la cuestión{3}. Queremos considerar estos contenidos como irrelevantes, en principio, de si sean, pues esto, puramente efecto o emanación de la naturaleza, o emanación del espíritu, para decirlo en términos cartesianos. Porque estas configuraciones son, en todo caso, en cualquier caso, son contenidos del mundo, de Mi, y por tanto así los consideramos.

4 ❦ 05:07

Y para precisar, precisamente, lo que queremos definir o subrayar en estos contenidos, es por lo que recurrimos a la palabra estroma. Entonces, del griego strôma, conocido precisamente, seguramente, por el título famoso del libro de San Clemente Alejandrino titulado Stromata, que se suele traducir por tapices, por cobertura, por gualdrapa de un caballo, &c. Y que precisamente inspirados en este título de Clemente de Alejandría hace ya años nosotros forjamos esta palabra, bueno, que es la transliteración realmente de estroma, en singular, pero más bien son estromas; stromata, pero utilizamos estromas en el plural español sencillamente. Y entonces, los estromas son esas configuraciones de que está compuesto el mundo, sencillamente, del mundo visible y sobre el cual tratamos.

5 ❦ 06:17

Ahora bien, estos estromas contienen precisamente en su etimología griega, según dicen los diccionarios etimológicos del griego, contienen esencialmente la idea de cubierta, de cubrimiento, gualdrapa, tapiz. Y, por tanto, este encubrimiento es, precisamente, lo que queremos aprovechar aquí para subrayar que los estromas están de algún modo encubriendo, no agotando la realidad; sino encubriendo otras realidades que están más allá de ellos, o por detrás de ellos si se quiere, como el reverso del anverso para utilizar la imagen del tapiz. Como un tapiz que tiene un anverso y un reverso, entonces en el reverso de ese tapiz pondremos otras cosas también materiales (otros dirán que espirituales), como puedan ser..., lo que en general denominamos la materia ontológico-general, designada por M en el materialismo filosófico.

6 ❦ 07:19

Entonces, para medir el alcance de estos estromas en la concepción del materialismo filosófico, lo mejor, yo creo, que es confrontarlos con los dos extremos, que se pueden pensar en la relación de los estromas con el mundo, en el cual están contenidos. Y que son los dos extremos que han sido ya fijados por la metafísica presocrática, precisamente. Aunque todo lo que viene después puede considerarse como una transformación, o mediación, o transacción entre estos dos extremos bien conocidos de la metafísica presocrática.

7 ❦ 08:00

El primero es el monismo total, absoluto, de los estromas, diríamos así, para reproducir esta posición extrema, desde el punto de vista del materialismo. El monismo absoluto representado por el Ser de Parménides. En donde el Ser, lo que Parménides llama el Ser, que es eterno, liso, continuo (lisológico, es decir, que borra todas las entidades o unidades morfológicas, las borra porque las considera apariencias que están generadas por los propios mortales cuando ponen nombres a determinadas áreas de ese Ser eterno, inmutable, &c., ingénito, imperecedero, quieto, esférico, posteriormente, porque es una totalidad){4}. Y entonces los estromas son apariencias, sencillamente. Entonces la consideración filosófica del monismo implica sencillamente una suerte de acosmismo, como habló Hegel; es un acosmismo, es decir, el mundo no existe, sencillamente, porque no hay estromas. Y naturalmente esta es una posición extrema que siempre tenemos que considerar.

8 ❦ 09:24

La otra posición extrema es la radicalmente opuesta, a saber: los estromas tampoco existen propiamente, pero no por razones de que estén absorbidos en un Ser puramente uniforme, &c. (es decir, una entidad, el Ser, que podemos considerarla como inmutable, continua, &c.), sino que los estromas son también apariencias porque en el fondo ellos encubren las verdaderas realidades, que serían unos átomos también eternos, inmutables, &c. Los átomos de Demócrito, o de Epicuro, que están flotando –diríamos– en un vacío absoluto, que están separados unos de otros, que se unen al azar formando nebulosas efímeras, pero que, propiamente, demuestran que los estromas que vemos, es decir, las nubes astronómicas, o qué sé yo, o cualquier otra formación, o configuración que podemos ver, es simplemente transitoria, es una apariencia. Y además los mundos son, como los átomos son infinitos, los mundos también son infinitos. Es decir, este pluralismo radical también se aparta, o destruye los estromas.

9 ❦ 10:51

Entonces, los estromas tal como los entendemos, dentro de la concepción del materialismo filosófico, tienen una realidad objetiva, porque están vinculados siempre, y constituyen una especie de redefinición de los fenómenos, en función de unos referenciales corpóreos que son de carácter físico, fisicalista. Y que los tenemos en cuenta, no tanto por razones doctrinales, metafísicas, suponiendo, por ejemplo, que toda la materia sea corpórea, cosa que el materialismo rechaza. Porque, además de la materia corpórea, M1, el género primario de materialidad, reconocemos materia secundaria y materia terciaria, M2 y M3. Y entonces, la realidad de estos estromas contiene un aspecto fenoménico que vendría a ser el que recoge la idea de cobertura, incluida en el concepto de estroma. Y, al mismo tiempo, un contenido referencial que introducimos, digo, por razones sobre todo gnoseológicas. Es decir, porque solamente si son cuerpos los que están detrás, o al lado de los estromas, entonces podemos manipular con ellos, podemos operar. Y podemos por tanto establecer una metodología que puede llegar a ser científica, aunque comience por ser una tecnología más o menos racional, y esto tanto en animales como en hombres. Es decir, los sujetos operatorios pueden ser animales u hombres. Dicho de otra manera, los estromas pueden ser tanto, productos de animales (como puedan ser, por ejemplo, los diques de los castores, o sencillamente las torres de las termitas). O pueden ser simplemente organizaciones, o estromas que no dependen de un sujeto operatorio, sino de mecanismos puramente impersonales no operatorios como pueda ser el Sistema Solar, como pueda ser un organismo, o como pueda ser la propia termitera que hemos dicho, cuando se considera que está fabricada, por así decir, por las termitas, no en virtud de planes o programas que ellas tengan operatorios, sino en virtud de una actividad estigmérgica, como se llama, en donde es al azar según ciertas reglas, como van componiéndose los diferentes granitos de arena, o de tierra, &c., que van componiendo las propias termitas, en forma de contenidos, de estromas que realmente son después susceptibles de ser reproducidos por ordenador, como es bien sabido.

10 ❦ 13:47

Según esto, lo importante de los estromas es el mantenerse precisamente en reconocer su realidad objetiva, acreditada por las referencias a que siempre tienen que atenerse. En el sentido de que estos estromas no serían nunca emanaciones –por así decirlo– de una conciencia pura, al modo de las formas kantianas, o de las energías específicas de Johannes Müller, &c., sino que el espejismo que hemos puesto en el ejemplo anterior, o bien el cubo reversible que puede mantenerse en las posiciones de colgado o de asentado, el cubo de Necker conocido, no serían simplemente emanaciones del cerebro o del espíritu, sino que tendrían siempre una base fisicalista, es decir, los cubos reales que hemos manejado, los hexaedros, o bien las propias referencias que en cualquier caso tenemos que acreditar. Por tanto, no son primarias, en todo caso subordinadas o coordinadas constantemente con referenciales.

11 ❦ 15:10

Ahora bien, estos estromas, por consiguiente, son desde el punto de vista del análisis que nos interesa, son clasificados de muchas maneras, es evidente. Son clasificables por su configuración, porque tienen siempre ellas un dintorno. Son multiplicidades, son totalidades atributivas, por supuesto, finitas, con un contorno más o menos borroso, delimitado, claro o distinto. Y estos estromas tienen un dintorno, es decir, las partes internas de que están compuestas, tienen el contorno más o menos borroso, que lo separa de lo demás. Y tienen el entorno, que es ya indefinido y que constituye el mundo Mi con todas las distintas capas, o círculos, que podamos distinguir en ellos. Y entonces, estos estromas, como digo, como componentes del mundo pueden clasificarse de muchas maneras, pues, según la masa, el peso, el tamaño, la longitud. Es decir, un estroma es tanto el Sistema Solar, una galaxia, como pueda ser un valle, o la pradera del mundo entorno del que hablaba Von Uexküll (del mundo de la pradera en la que está la vaca, la cigarra y la muchacha). Es decir, todos éstos son estromas que van organizándose allí.

12 ❦ 16:35

Y estos estromas, claro, yo creo que la clasificación que aquí nos interesa precisamente es la clasificación en dos grupos, según que el sujeto operatorio sea responsable de la organización de ese estroma, o de que no haya un sujeto operatorio al que se pueda señalar en la organización de ese estroma. Bien, teniendo en cuenta, que siempre presuponemos, que esos estromas están siempre dados a escala de un sujeto operatorio. Es decir, que no son simplemente estromas absolutos como las sustancias de Aristóteles, que son eternas, &c. (me refiero al Sol o a los planetas, que son sustancias eternas para Aristóteles y para otros muchos), sino que son estromas que están en perpetua evolución y cambio, y no son estables, sino que están en transformación de unos en otros según diferentes rutas que luego citaremos, de algún modo, con toda la rapidez que nos permite el espacio que disponemos hoy.

13 ❦ 17:46

Entonces la idea de estas dos clases de estromas, que llamamos estromas alfa y estromas beta, no implica en absoluto que estos estromas estén a la base de las ciencias positivas, de los estromas científicos que logramos establecer. Puesto que las operaciones alfa y beta (α y β) son esenciales, tienen un contenido gnoseológico principal, pero también tienen un contenido tecnológico que incluso no implican al hombre, sino también a los animales como hemos dicho (a los castores que hacen los diques, o a las termitas que hacen las torres). Es decir, a los animales raciomorfos como se suele hablar en terminología de Brunswick, que son raciomorfos pero que son sujetos operatorios.

14 ❦ 18:37

Y entonces esto no excluye, como digo, que todos ellos estén a escala antrópica, es decir, que la escala de los estromas, del mundo visible, audible, &c., es la escala del cuerpo humano, según el famoso descubrimiento, o fórmula de Protágoras, el hombre es la medida de todas las cosas. Si bien matizando que este principio de Protágoras, que ha sido reutilizado después por los que han formulado el principio antrópico en nuestros días, hace veinte años o treinta años, el caso de Brandon Carter. Entonces estos estromas son siempre a escala antrópica, y digo que puntualizando lo que Sócrates puntualiza a Protágoras en el diálogo de su nombre. Que el hombre no es la medida de todas las cosas sino la unidad de medida más bien. Porque el principio de Protágoras, que ha sido utilizado, digo, por Tipler, o Barrow, por ejemplo, en su famoso libro el principio antrópico, allí están constantemente recurriendo a Protágoras, pero en un sentido completamente ambiguo en donde no se sabe muy bien qué es lo que se quiere decir allí, si el principio antrópico fuerte, o el débil, o el que fuera. De esto ya hemos hablado en otras ocasiones y, además, son cosas muy conocidas hoy día.

15 ❦ 20:06

La idea, entonces, es la siguiente, que los estromas β-operatorios son estromas que suponen, no solamente la escala antrópica –como todos–, sino además un sujeto operatorio, que es el que ha organizado, precisamente, las partes de esas totalidades finitas, que llamamos estromas; y la unidad por tanto de esas partes, y la organización de esas partes. Es el caso, para poner un ejemplo muy inmediato, de un edificio, considerado como un estroma, claro, cuyas columnas, sillares, vigas, ventanas, puertas, &c., todas estas partes del estroma edificio arquitectónico suponen un arquitecto, o unos albañiles, o unos operarios que organicen esos estromas, de una forma u otra. Es decir, no son productos al azar, sino que están hechos según reglas y normas completamente artificiosas, y así sucesivamente. Lo cual no quiere decir, que estromas en principio artificiosos completamente, y que por sí mismos no tienen ningún alcance gnoseológico, no puedan ser el material sobre el que se establezcan contextos determinantes para una ciencia determinada. El ejemplo más rápido que se me ocurre poner es el llamado molino de Euclides (es decir, la figura que muchos llaman molino de Euclides), y que es un estroma. En esto que es la figura constituida por un triángulo rectángulo unido a los cuadrados construidos sobre sus lados, es decir, los tres cuadrados construidos sobre sus lados. Esto es un estroma, sencillamente, es una disposición artificiosa por completo, contingente, de un triángulo rectángulo, una figura constituida por el triángulo rectángulo y los tres cuadrados levantados sobre sus lados. Ahora bien, sobre este estroma artificioso, como es sabido, Euclides establece la demostración del teorema de Pitágoras, nada menos, uno de los teoremas fundamentales de la Geometría –científico–, y de la ciencia, en general. Entonces, este estroma del teorema de Pitágoras, y su recíproco, resulta que está construido, está basado en un estroma completamente artificioso. Es decir, no hace falta recurrir, como recurrían algunos antiguos geómetras, a la disposición de la naturaleza, del Sistema Solar, o lo que fuera, o de ciertas entidades metafísicas de carácter pitagórico, metacósmicas, sino que sencillamente se tiene que explicar gnoseológicamente por otras razones, por ejemplo, por el hecho de que los cuadrados construidos con los lados ya contienen un componente identitario al ser cuadrados, como ángulos rectos, como el triángulo rectángulo, y después la igualdad de los lados, que ya introduce unos componentes de identidad que, manejados hábilmente, conducen a la demostración del teorema de Pitágoras, tal como lo dice Euclides.

16 ❦ 23:28

Los estromas, según esto, son siempre estromas que pueden ser repetidos, que pueden repetirse, y que pueden repetirse de un modo, por ejemplo, porfiriano, al modo como se repiten los individuos de una clase porfiriana. Y entonces los estromas toman entre sí, o constituyen entre sí, elementos de clases porfirianas, de clases distributivas en una palabra, que ya no son estromas, porque los estromas tienen siempre que ser atributivos, aunque por la mediación de componentes distributivos. Por ejemplo, si el edificio, que hemos citado, al que acabamos de referirnos, es un estroma, pues también son estromas las habitaciones, también son estromas los arcos, &c. Pero también son estromas las manzanas de casas, y son estromas las ciudades en relación con otros estromas o contornos más amplios, y por tanto, los estromas son siempre atributivos, de algún modo. Pero cuando seleccionamos un conjunto de estromas que constituyen una clase distributiva, que ya no es un estroma en principio, entonces, por decirlo así, esta clase tiene como intensión precisamente aquellos componentes de los estromas que están encapsulados, por decirlo así, en los elementos de la clase atributiva. Y entonces, la organización de estas clases organizadas en torno a estromas distributivos encapsulados en los elementos, esto daría lugar (esto habría que explicarlo con más detalle pero, en fin, aquí no hacemos más que esbozar rápidamente las líneas generales de este asunto), constituiría las clases universales de los universales, sencillamente, de lo que Porfirio llamó universales. Es decir, los elementos de una clase universal como pueda ser el estroma águila, el águila, un águila es un estroma que vemos, un águila que está en un valle moviéndose y dando vueltas porque va a atacar precisamente a un gamo, o a un conejo, como ave rapaz que es. Entonces esta águila es un estroma que está organizado en función de esa totalidad, que tiene como objeto el captar a otro estroma que ella percibe, y lo percibe en movimiento, como es, por ejemplo, el gamo, o el conejo. Esto quiere decir que todos los componentes del dintorno del estroma, como puedan ser las patas desnudas, o llenas de plumas, o como pueda ser el pico, como puedan ser las garras, &c., todas estas partes están subordinadas a la totalidad del estroma, cuyo fin está definido precisamente por ese ave rapaz que tiene por objeto el definirse frente a otro estroma. Y entonces, esta situación es totalmente diferente de los componentes de estos estromas, cuando se consideran no ya como partes subordinadas a una totalidad, sino como partes que están vinculadas con otras partes de otros estromas parecidos, o semejantes. Por ejemplo, en el ejemplo que hemos puesto, el águila tiene alas, pero alas también tienen otras muchas aves que no forman parte de ese estroma, sino que forman parte de otras especies.

17 ❦ 27:23

Entonces, como quiera que resulta que los estromas que podemos inventariar en el mundo visible, no están fijos ni dados, los estromas van variado notablemente. Y la evolución de estos estromas está en función de la propia evolución de los sujetos operatorios que los establecen. En el caso concretamente que nos ocupa, las taxonomías –digamos– científicas, o académicas –mejor dicho–, desde Platón, o Espeusipo, hasta Linneo, &c., pues, son clasificaciones de estromas que no están tomados directamente de la realidad natural, sino de otras clasificaciones previas propuestas, o fabricadas, por nuestros antepasados del homo sapiens antiguo, por no decir de los australopitecos. Es decir, hay unas clasificaciones totalmente primitivas, precientíficas. Por ejemplo, las que se manifiestan en el totemismo, que son clasificaciones de los estromas que nos rodean, particularmente vivientes, animales, o incluso plantas, y entonces, estas clasificaciones completamente confusas, &c., sobre esta base se basan las reclasificaciones después de Espeusipo, de Platón, o de Linneo. Y entonces, estas clasificaciones van cambiando, porque el mundo, sencillamente (lo mismo podríamos ejemplificar astronómicamente), el mundo compuesto de estromas, tal como lo podría ver un pitecántropo, o como lo podría ver un homo sapiens antiguo, es muy distinto de como lo podemos ver hoy a través de telescopios. Y, por tanto, la diferencia entre unos estromas y otros, no están definiendo simplemente el mundo en sí mismo, sino el mundo a escala antrópica, como digo, y esta escala antrópica es variable; no es fija, o constante, no es estacionaria.

18 ❦ 29:26

Ahora bien, y con esto terminamos, cuando estamos reorganizando las especies y los géneros, no a partir de estas clases distributivas, que están –como decía antes– envueltas completamente, encapsuladas en esos individuos que forman estromas, sino que están consideradas las partes que tienen, por ejemplo, el pico, las garras, el hígado, el corazón, &c., todo lo que podamos determinar en él anatómicamente. Entonces, llegando al límite al que se llega en nuestros días, estas partes serán las partes genéticas de los diferentes genes, o cromosomas, o lo que fuera, que vayamos encontrando en ellos. Y entonces, la redefinición de estas especies no será ya en virtud de totalidades, sino de complejos de partes que van componiéndose unas con otras, a través de los diferentes envoltorios individuales. El primer ejemplo que yo he encontrado en la tradición de la filosofía incorporada a la Academia posteriormente, son aquellos fragmentos de Empédocles de Agrigento en donde habla Empédocles de cómo los ojos iban en busca de sus frentes. Es decir, unas partes de unos animales oculados, se supone que son previas a otras partes de esos animales oculados, que son las frentes, y entonces que se buscan unas a otras. Y entonces, esas partes que son previas a los estromas ya totalizados, que llamamos organismos, prefiguran un poco lo que hoy se habla en el neodarwinismo de la redefinición de especies, según franjas, o equipos, o probabilidades, o cestas de genes que pueden transformarse unos en otros, y que son esenciales en la teoría de la evolución.

Final ❦ 31:36

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{1} Vid. Gustavo Bueno, El Ego trascendental, Pentalfa Oviedo, 2016. Ensayo de una definición filosófica de la Idea de Deporte, Pentalfa, Oviedo 2014. También: Tomás García López, “Pinceladas materialistas”, El Catoblepas, núm. 179, primavera 2017. Vicente Chuliá, “Glomérulos constituidos por estromas sonoros” en Curso de dirección de orquesta, Escuela hispánica de dirección de orquesta, Fundación Gustavo Bueno.

{2} Vid. Gustavo Bueno, Ensayos materialistas, Taurus, Madrid 1972. La metafísica presocrática, Pentalfa, Oviedo 1974. El Ego trascendental, Pentalfa, Oviedo 2016. “Confrontación de doce tesis características del sistema del Idealismo trascendental con las correspondientes tesis del Materialismo filosófico”, El Basilisco, núm. 35, 2004.

{3} Sobre el dualismo sujeto / objeto, realismo / idealismo / materialismo, &c., véase: Gustavo Bueno, Ensayos materialistas, Taurus Madrid 1972. Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la Religión, Cuestión 10. El impuesto religioso, Mondadori, Barcelona 1989. Teoría del cierre categorial, Pentalfa, Oviedo 1992-1993, 5 vols. (Vol. 1., págs. 329-350; vol. 3, págs. 854-874, 898-912). “Confrontación de doce tesis características del sistema del Idealismo trascendental con las correspondientes tesis del Materialismo filosófico”, loc. cit., Tesis 1. El Ego trascendental, Pentalfa, Oviedo 2016.

{4} Para la distinción lisológico / morfológico véase: Gustavo Bueno, “En torno a la distinción ‘morfológico/lisológico’”, El Catoblepas, números 63 a 65 (mayo, junio, julio de 2007).

GTGB