Teselas
Sobre los toros
Gustavo Bueno trata sobre la fiesta de los toros y las posiciones antitaurinas, para mostrar que, al removerse necesariamente en el tratamiento de esta cuestión ideas como las de religión, cultura o derecho, se hace necesaria, para no caer en el simplismo, una perspectiva filosófica.
Gustavo Bueno, Sobre los toros
Tesela nº 36 (Oviedo, 20 de abril de 2010)
Transcripción GTGB ⋅ t036
Sobre los toros
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Vamos a hablar hoy sobre los toros, entre otras cosas porque es un tema que ha sido pedido por los que ven las teselas. Y con mucho gusto hablamos de este asunto con el intento de demostrar (no entrar en el fondo de la cuestión) que esta cuestión (que hoy en día está en el tapete en un debate muy intenso entre taurinos y antitaurinos, politizado sobre todo por la actitud del parlamento catalán de declarar a la fiesta como especialmente una fiesta bárbara que debe ser suprimida por una sociedad ya avanzada, &c.) no es una cuestión que se pueda resolver aplicando criterios de carácter jurídico, por ejemplo, los de los Derechos de los Animales de la ONU del año 78, donde los toros quedan en principio prohibidos, puesto que va contra los derechos de los animales. Aplicando jurídicamente esto, pues automáticamente se eliminan también los toros y se considera una fiesta bárbara.
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Tampoco queremos entrar en la cuestión diciendo que esta es una cuestión, la de los toros, que afecta a los principios económicos, que la fiesta de los toros supone un despilfarro de territorio, de las dehesas que se dedican a ellos, que se podían dedicar a plantar otras cosas (encinas, o frutales), o a hacer residencias para ancianos, &c. Argumentos económicos que han sido ya dados desde siempre. Concretamente en este argumento económico se distinguió, entre los antitaurinos clásicos, por ejemplo, Jovellanos y otros muchos. La fiesta de los toros es una fiesta que, seguramente, hoy día, la razón por la que está en el candelero es porque el parlamento catalán considera de hecho a la fiesta de los toros como una seña de identidad española. Y entonces, en su separatismo quieren desmarcarse sencillamente de este emblema haciendo ver que en Cataluña no hay afición por los toros, cuando es erróneo, es totalmente falso, como es sabido (pero no es la cuestión en la que vamos a entrar aquí).
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La fiesta de los toros es, efectivamente, una fiesta que, desde el punto de vista etnológico, se puede considerar como una tradición española, dada la relación que los historiadores, y los etnólogos y antropólogos han subrayado siempre en las relaciones entre los españoles con los toros. Por ejemplo, los toros de Guisando, la bicha de Balazote, o simplemente los toros que están en las cavernas pintados, los bisontes que están en las cuevas de Altamira. Y también en Francia, la cueva de Lascaux, el famoso toro negro, que todo el mundo recuerda. Y sin hablar de todo el Mediterráneo, sobre todo de la isla de Creta, &c. Otra cuestión es que, la fiesta, lo que llamamos la fiesta de los toros, qué tiene que ver con estas instituciones como las de Creta (que, según algunos, proceden de allí) o qué tiene que ver con otras instituciones, como el toro nupcial. El toro nupcial (que fue el tema de un libro muy famoso, de Álvarez de Miranda, sobre una institución que se encuentra en la Edad Media en España), en Extremadura, por ejemplo, donde un toro es llevado a la plaza del pueblo cuando hay una boda, para que los asistentes le tiren objetos e incluso le toreen con la ropa de algún modo. Álvarez de Miranda lo interpretaba como una especie de rito de magia para apoderarse de la fuerza genésica que al toro se le atribuye siempre.
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Lo que quiero decir, fundamentalmente, es que la fiesta (lo que llamamos la fiesta, donde el toro es uno de los protagonistas), no es simplemente una institución más, sino que es una institución muy característica, y esto lo ha explicado admirablemente, lo ha analizado Alfonso Tresguerres en un libro que tituló Los dioses olvidados, está publicado en Pentalfa. Aquí Tresguerres analiza la fiesta como una ceremonia que tiene un carácter angular, dentro de la Teoría del Espacio Antropológico. Es una ceremonia que (independientemente de que tenga otros componentes también, circulares o radiales) su esencia estaría en ser una ceremonia angular, es decir, una ceremonia que tiene lugar entre hombre y animales.
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Y concretamente, es una ceremonia que, independientemente de que se pueda ligar con ceremonias anteriores (con Creta y demás, cosa que no es nada probable, puesto que la ceremonia de la fiesta del toreo es probablemente una ceremonia relativamente reciente tal como la conocemos, del siglo XVII y XVIII) es evidentemente evolución de otras ceremonias anteriores, de las religiones primarias, y que supone, eso sí, una relación directa del hombre con el toro, en donde el toro figura no como depósito de proteínas, o como un animal de cuadra, &c., sino como un ente dotado de una cierta numinosidad. De una cierta relación que expresa no solamente la fuerza genésica o la bravura que se le atribuye, que también, sino sobre todo reproduce en una situación que es simbólicamente similar a la que nuestros antepasados los hombres pudieron tener con los toros de las cuevas de Lascaux y que están dibujados en las cavernas.
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Es una relación que no se agota en absoluto con la caza, sino que hay una relación de respeto, de intuición de un principio numinoso que hay en ellos, que se ha ido transformando y que se ha convertido en una ceremonia que consiste, por tanto, como tal ceremonia, en un acto cultural, puesto que la ceremonia es una institución sumamente complicada, delicada, en donde hace falta someterse a unas pautas que constituyen el arte del toreo. Por consiguiente, a mi juicio (puesto que no hay tiempo de hablar de más), lo esencial de la fiesta del toro no es, en absoluto, el matar al animal, el destrozarle, el hacerle sufrir dolor, porque ninguna de estas finalidades son objetivo del toreo, ni del torero, ni del que ve los toros. El animal es tratado con todo respeto, un respeto que linda muchas veces con esta numinosidad que decimos.
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Se ha dicho muchas veces que la fiesta de los toros es la que hace posible que la especie de los toros de lidia se mantenga, y por tanto, el atribuirle a la fiesta de los toros barbarie o tortura (por ser una tortura) es una reacción absolutamente ridícula, de gentes que no quieren dar el frente a la realidad de lo que somos. En ese sentido, yo creo que lo importante de la fiesta es precisamente que implica la muerte posible del toro y del torero. Una corrida en donde los toros no mueren y donde los toreros no están expuestos a morir no sería una corrida. Se dirá, ¡esto es una barbaridad! Lo que usted quiera. Pero este es el modo típicamente o genuinamente hispánico de no huir de la humanidad, sino hacer una ceremonia simbólica pero con fuego real, por decirlo así.
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Allí vemos a un montón de gente y de toreros donde hay un hombre que está jugándose la vida enteramente y está demostrando con su arte que, sin embargo, es superior al toro, continuamente, y al toro se le dejan absolutamente todas las posibilidades siempre que esté nivelado. Por eso vienen las ceremonias de la pica, &c., para quitarle las energías. En donde los toros si fueran infinitamente superiores a los toreros no habría fiesta. Hace falta que el toro y el torero estén nivelados, y en eso consiste la civilización de la fiesta. Esto no podría ocurrir en el Paleolítico, pero nosotros ya podemos en nuestra civilización haber dulcificado esa ceremonia, convertirla en un arte y, efectivamente es un arte en donde la idea de tortura está completamente descartada. Decir que la tortura no es cultura es partir del principio. Además de no entender lo que es la idea de cultura, no entender nada. Es estar demostrando y esto es también lo que yo quería demostrar aquí simplemente.
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Que hablar sobre los toros supone movilizar las ideas de
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✉ GTGB
• El animal divino (1985) Gustavo Bueno
• Los dioses olvidados (1993) Alfonso Tresguerres