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Teselas

Racionalidad e irracionalidad

Gustavo Bueno expone la oposición entre las ideas de lo racional y lo irracional, de la racionalidad y la irracionalidad.


Gustavo Bueno, Racionalidad e irracionalidad

Tesela nº 28 (Oviedo, 16 de marzo de 2010)

Transcripción GTGB ⋅ t028
Racionalidad e irracionalidad
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Vamos a hablar hoy de la oposición entre las ideas de lo racional y lo irracional. Oposición importantísima que, por ejemplo, ha servido durante siglos, y aún sigue sirviendo, para diferenciar los hombres y los animales.

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La definición de hombre que viene rodando desde Aristóteles hasta Linneo (el hombre animal racional, el homo sapiens de Linneo, &c.) alude a que lo que caracteriza al hombre es la razón y la racionalidad, frente a los animales, que serían irracionales. Por consiguiente, “animal” en esta oposición clásica sería el género (lo genérico) y lo específico (la diferencia específica) sería la racionalidad, el hombre es animal (género) racional (diferencia específica). Con este simple hecho ya se demuestra la importancia que tiene la distinción entre lo racional y lo irracional, por la utilización que se hace de esta distinción para esta oposición fundamental en Antropología, en general en Filosofía, entre el hombre y los animales. Y otras muchas dualidades más o menos dicotómicas que están rondando y girando en torno a ello, como podrían ser, sensibilidad y razón, sentimiento y razón, arte y ciencia, y así sucesivamente, apolíneo y dionisíaco, las dos culturas, incluso ciencias y letras. Es decir, todas estas oposiciones dicotómicas están siempre de algún modo girando en torno a la oposición entre razón e irracionalidad.

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La cuestión es sumamente difícil, larga y diversificada, pero vamos simplemente a tratar de exponer unas ideas generales sobre cómo podría o habría, a nuestro juicio, que tratar esta cuestión.

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Ante todo, lo principal sería decir que la oposición entre racional e irracional no se puede interpretar de un modo dicotómico, de un modo maniqueo, como si lo racional fuese un tipo de estructura o lo que fuera, distinta de lo irracional; ante todo porque hay cosas intermedias, como por ejemplo lo que se llama arracional, una piedra no es ni racional ni irracional. Esto nos lleva inmediatamente a advertir que la oposición racional e irracional va referida casi siempre a sujetos dotados de conducta, por tanto sujetos vivientes, animales para decirlo rápidamente, y que lo difícil es dividir a los animales que tienen conducta, teleológica por tanto –otra cosa es qué sea teleología– conducta que tiene un proceder conforme a fines –otra cosa es lo que son los fines, aquí no podemos hablar, lo damos por supuesto–. Lo racional y lo irracional se refieren a conductas, y lo que es discutible es que haya posibilidad de establecer una línea divisoria entre animales racionales y animales irracionales. Ante todo, como es sabido, porque (ya se conocía hace muchos siglos) la etología últimamente ha subrayado cómo los animales también tienen razón o por lo menos son “raciomorfos”, para utilizar la terminología de Brunswick, en el sentido de que los animales también tienen conductas que se parecen mucho a la razón, que no son irracionales. Desde el perro de San Basilio hasta la conducta de los chimpancés de Tenerife de Köhler, de Sultán cuando cogía plátanos apoyándose de unos cajones y unos palos, o bien la propia conducta de las termitas o de las [abejas] cuando hacen panales; es cierto que es muy difícil afirmar que sea una conducta racional. Precisamente, hay unas teorías, unas explicaciones de esa conducta que produce esas cosas tan admirables, como puedan ser un panal de miel o una termitera, pero que se explicarían por razones más bien mecánicas y no racionales: la teoría de la estigmergia, &c. Sin embargo, lo que es evidente es que, de hecho, consideramos más inteligentes o más racionales (inteligencia muchas veces se vincula con racionalidad) a algunos animales que otros, por ejemplo se dice que las gallinas son menos inteligentes que los perros, porque son capaces de dar conductas de rodeo, es decir, que se alejan del objetivo para luego volver…

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La idea central entonces, a mi juicio, es ésta, que la racionalidad y la irracionalidad no se pueden tratar dicotómicamente, que lo originario no es lo irracional del cual salga lo racional, sino que lo que llamamos irracional está dado en un fondo de racionalidad. Lo irracional es la negación de lo racional, de algún modo, como se ve incluso en la historia de la propia Geometría. Los números irracionales son productos de la racionalidad previa de los pitagóricos, que llegaron a un límite donde aparecieron los números irracionales. Pero esto que aparece en Geometría aparecería en todos los lados o, por lo menos, sería un esquema susceptible de ser aplicado a otras muchas situaciones. Entonces la clave del asunto, a mi juicio, estaría en lo siguiente, en evitar utilizar la idea de racionalidad como si fuese una forma unívoca general que está separada de los materiales a los que se aplica, porque la racionalidad no sería tal cosa, sino que estaría ligada esencialmente a los contenidos que utiliza, es decir, a los materiales de que trata. La razón no sería una forma, como se pretende también desde Aristóteles hasta Kant –la forma de la racionalidad es la capacidad de extraer conclusiones de principios; y lo que es la ciencia, la ciencia sería el prototipo de racionalidad–, porque la racionalidad está también en los propios principios, y hay principios racionales y hay principios que no son tan racionales porque se oponen a otras racionalidades. Según esto, la idea central sería vincular siempre la racionalidad a algún material concreto y, concretamente, a las diferentes categorías. De ahí que el uso de expresiones hoy día muy comunes como racionalidad geométrica, racionalidad biológica, racionalidad política, racionalidad económica, &c., un poco aluden a esta necesidad de incorporar no una razón abstracta general, sino a diferentes categorías donde la razón se ejercita. Y esta racionalidad como prototipo de unas conductas frente a otras nos llevaría a replantear la cuestión de en qué consiste la racionalidad humana.

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A mi juicio, la racionalidad humana, que distingue a los hombres de los animales, se basa sobre todo en un hecho positivo, a saber, que los hombres, en la evolución, han llegado a dominar a los animales. Es decir, que son superiores, no porque tengan una razón más o menos metafísica, sino porque objetivamente han dominado a los animales, para decirlo rápidamente, han metido los animales en jaulas en lugar de ser al revés. Entonces, la idea central de la racionalidad humana consistiría, no en razones abstractas, conductuales, “raciomorfas”, subjetivas, &c., sino en la característica de las materias sobre las que tratan los hombres, y estas materias sobre las que tratan los hombres serían las instituciones. Es decir, todo lo que sea la constitución de instituciones de la más diversa índole, que son históricas; las instituciones serían la clave de un tipo de racionalidad característica, que sería la racionalidad humana. Lo cual no garantiza en absoluto la paz o la armonía entre los hombres, porque la paz no es lo racional ni la guerra lo irracional (ahí está la estrategia militar como uno de los modelos típicos de racionalidad bélica), entonces la idea de racionalidad humana no garantizaría la paz universal, sino que sería la fuente del conflicto entre instituciones que están a la base de la guerra.

Final ❦ 09:05

GTGB

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