Teselas
Religión
Gustavo Bueno expone brevemente la idea de religión desde el materialismo filosófico, es decir, desde una perspectiva filosófica. Todo el mundo tiene ideas sobre la religión, pero suelen ser ideas teológicas («las relaciones del hombre con Dios», que es una explicación metafísica, pues no podemos saber qué es Dios), o bien definiciones de carácter psicólogico («La religión brota del temor») o sociológico («la religión es el opio del pueblo»), que no se niegan pero que no definen la esencia de la religión.
Desde el punto de vista filosófico nos interesa la esencia de la religión, entendiendo por esencia no ninguna entidad metafísica, sino precisamente positiva. La idea de religión que ofrecemos aquí se asienta en datos positivos, en el núcleo de la religión. La esencia de la religión tiene que tratar del núcleo de la religión (que tiene que ser algo positivo, corpóreo), que está envuelto en un cuerpo de la religión (determinado por los contextos envolventes de la religión) que se va desenvolviendo en el curso de la religión (la historia de las religiones).
El núcleo de la religión, lo específico de la religión, tiene que ser una realidad positiva (no puede ser el Dios de la teología), una realidad corpórea que tenga un componente religioso. Hemos elegido como tal el concepto de númen (término que desde la antigüedad tiene un sentido corpóreo, estatuas de númenes).
En la clasificación de los númenes se distinguen unos númenes equívocos (que no tienen la estirpe de los hombres, y que bien son divinos o demoniacos, incluidos los démones) y númenes análogos (que o bien son propiamente humanos, o bien son extrahumanos).
Definimos la religión como la religación de los hombres con los númenes, el culto a los númenes. Los númenes tienen que tener una base real positiva (pues de otra manera estamos hablando de psicología). Descartamos los númenes equívocos, descartamos los númenes humanos, e identificamos los númenes con los animales del paleolítico representados en las cuevas, en las pinturas rupestres, que tienen un sentido religioso, no tanto mágico, y por supuesto menos estético o artístico.
La religión se define por tanto como el culto a los númenes. Culto que se institucionaliza en el curso de la historia humana. El cuerpo de la religión abarca a los sacerdotes, a los expertos en númenes, a los templos donde habitan o se conservan los númenes.
Por último el curso de la religión incluye la propia historia de los animales numinosos. En las religiones primarias son inicialmente animales de los que los hombres dependen, hasta que esos animales son domesticados, y transformados en la religión secundaria (los dioses egipcios, aztecas, chinos, indios). En la religión terciaria los númenes desaparecen en un dios impersonal, el dios de los filósofos, el dios de la teología, que está a dos pasos del ateísmo.
Gustavo Bueno, Religión
Tesela nº 11 (Oviedo, 27 de enero de 2010)
Transcripción GTGB ⋅ t011
Religión
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Vamos a esbozar hoy la Idea de Religión desde el materialismo filosófico, por tanto, una perspectiva filosófica. Digo esto porque todo el mundo tiene ideas sobre la religión, pero las ideas que suele tener o bien son teológicas (o metafísicas), como cuando se dice: la religión es el conjunto de conductas humanas que establecen las relaciones del hombre con Dios; que es una definición metafísica, porque no conocemos lo que es Dios, ni las relaciones. O bien son respuestas de carácter psicológico, o sociológico como cuando se dice: la religión brota del temor. El temor es la fuente de la religión, la famosa tesis de Estacio: primus in orbe deos fecit timor, es decir, el temor fue lo que hizo a los dioses; definición psicológica, porque ese temor puede ser debido a causas muy distintas, y entonces ese temor es un concepto psicológico, porque si el temor es temor a los dioses, estamos ya en un círculo vicioso. O bien sociológicas, el ejemplo más a mano y más importante en nuestro siglo es la famosa tesis de Marx y de Lenin, que procedía de Bauer: la religión es el opio del pueblo; claro, esto es una definición puramente sociológica, que define la religión en función de la sociedad; un cura me ahorra diez gendarmes de Napoleón. En fin, son cuestiones sociológicas que no se niegan, están ahí, pero sin embargo no definen la esencia de la religión.
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Y claro, la esencia de la religión es lo que nos interesa desde el punto de vista filosófico, entendiendo por esencia, naturalmente, no ninguna entidad metafísica, sino precisamente positiva. Justamente, la Idea de Religión que ofrecemos aquí está calculada para que se asiente en datos realmente positivos. Estos datos positivos son los que llamamos el “núcleo” de la religión, que es el núcleo de la esencia (que no constituye la teoría de la esencia), porque el núcleo haría referencia a aquellas características propias, y exclusivas, específicas de la religión. Pero que naturalmente están siempre envueltas en un “cuerpo” de la religión, que está determinado por los contextos envolventes de la religión. Que a su vez se irían desenvolviendo en un “curso” que constituye el curso de la historia de las religiones. De manera que la esencia de la religión, tal como se ve desde el punto de vista filosófico, pues tendría que tratar del núcleo de la religión, del cuerpo de la religión y del curso de la religión. Brevísimamente diremos lo que se encierra detrás de estas fórmulas.
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Ante todo subrayar que el núcleo de la religión, es decir, lo específico de la religión –si hay algo que pueda ser denominado tal– ha de ser algo positivo. Es decir, el núcleo no puede ser el Dios de la Teología, puesto que estamos en pura metafísica; el núcleo tiene que ser algo muy preciso, determinado, positivo, corpóreo. Para decirlo con más definición, tiene que ser una realidad corpórea que de algún modo tenga ya por sí mismo un componente religioso. Este núcleo corpóreo, nosotros hemos elegido como tal el concepto de “numen”. Los númenes en el sentido que, los númenes en la tradición latina, el numen era algo corpóreo. Por ejemplo, las estatuas de los dioses que eran capaces de mover la cabeza, de donde viene numen precisamente, de annuo (que todavía en español hay una palabra más o menos técnica, que es la palabra “anuencia”; cuando alguien cuenta usted con mi anuencia, baja la cabeza, entonces el que asiente es el numen, en el sentido etimológico). Pues bien, la idea del numen en latín, pues es esta, una idea corpórea, los númenes son corpóreos: las estatuas de los númenes, o lo que fuera. Y, naturalmente, esto obliga a una clasificación de los númenes, tanto desde el punto de vista etic como desde el punto de vista emic. La clasificación más rápida, que nosotros hemos utilizado en El animal divino precisamente, es la que distingue:
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Unos númenes de carácter equívoco, es decir, equívoco en el sentido de la generatio aequivoca; es decir, númenes que no tienen la estirpe de los hombres, que son de distinta estirpe de los hombres. Estos númenes que son, o bien divinos, como númenes divinos consideramos a los númenes del panteón griego, por ejemplo: Zeus, Afrodita, &c., son númenes griegos. O bien, númenes demoníacos, satánicos. En este conjunto de númenes incluimos también los démones de la Antigüedad griega, o egipcia, &c., es decir, los númenes que son los démones que viven en el aire caliginoso, que están en la Tierra, que están en los cielos, en la atmósfera, &c.
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Y el segundo grupo lo que llamamos númenes análogos, pues son númenes que, o bien son númenes propiamente humanos, es decir, personas humanas con significado numinoso. O bien númenes que no son humanos, sino extrahumanos (no decimos cómo sean).
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Entonces lo que nosotros decimos, definimos la religión como la religación del hombre con los númenes. Por tanto, la religión, desde el punto de vista filosófico materialista, tendría que tener, para poder hablar de filosofía de la religión, una base real, objetiva, positiva. Es decir, los númenes son reales, de algún modo. Los númenes no son alucinaciones, en cuyo caso estaríamos en la psicología. Los númenes tienen que tener una base real positiva, y la cuestión es identificar esta base real positiva.
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Naturalmente, descartamos los númenes equívocos como puramente improbables, porque claro, cuando hablamos hoy de extraterrestres, todavía no está demostrado que aquello puedan ser númenes reales (pero tampoco se descarta). Descartamos, por supuesto, los númenes satánicos o demoníacos. Y entonces descartamos los númenes humanos, puesto que no suponemos que la religión proceda de algunos hombres característicos, como puedan ser los que citó Evémero (Zeus, Orfeo, &c., serían antiguos poetas, o sabios, &c., elevados después a los altares). Sino que los númenes entendemos que son númenes corpóreos que identificamos precisamente con los animales del Paleolítico, y particularmente con los animales que están representados en las pinturas rupestres, que tienen un sentido religioso, no solamente mágico (como se suele decir), ni siquiera –y menos aún– puramente estético o artístico. Son númenes a los cuales los hombres los adoraban, y a los cuales temían, y de los cuales vivían en la época del hombre cazador.
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Según esto, la religión se define como el culto a los númenes, culto que se institucionaliza, y cuando se hace institución, la religión empieza a funcionar como tal dentro del conjunto de la historia humana y de la cultura humana. Entonces, el cuerpo de la religión no se reduce a los númenes, sino que abarca inmediatamente, pues a los sacerdotes, es decir, a los expertos en númenes. Inmediatamente abarca a los templos, en donde se conservan los númenes, o donde van a habitar los númenes. Y después va incrementándose en otros muchos contenidos que constituyen el cuerpo de la religión.
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Por último, el curso de la religión naturalmente ya tendrá posibilidad de ser establecido por criterios también positivos, como es la propia historia de los animales numinosos, que en las religiones primarias son todavía animales que los hombres ven como entidades de las cuales dependen y que, sin embargo, y en lucha con ellas, llegan a controlar, y a dominar; llegan a domesticar, concretamente, y llegan a controlar plenamente o a destruir, sencillamente. Y de este modo, la religión primaria se va extinguiendo y se va transformando en lo que llamamos religión secundaria, en donde los númenes naturalmente no han desaparecido, puesto que los milenios que han transcurrido, en relación con los númenes, siguen presentes: los númenes se han transformado en los dioses de las religiones secundarias, en los dioses egipcios, en los dioses de China, en los dioses de la India, los dioses aztecas, mayas, &c., que figuran en todas las instituciones religiosas. Y, por último, llegamos a la religión terciaria, donde los númenes desaparecen transformados en un Dios impersonal que ya no es zoomórfico ni religioso. Y con este Dios de los filósofos (que habrían sido precisamente los autores de la destrucción de los númenes), con la Teología, estaríamos a dos pasos del ateísmo, y de este modo se cumpliría el ciclo de la religión, que sin embargo se mantendría en la medida en que de algún modo se mantengan los númenes, como es el caso de algunas religiones terciarias ‒sobre todo el cristianismo‒ que mantiene la idea de los númenes corpóreos encarnados en cuerpos reales.
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✉ GTGB
→ El animal divino (1985)
→ Cuestiones cuolibetales sobre Dios y la religión (1989)
→ La fe del ateo (2007)
Gustavo Bueno, José Manuel Rodríguez Pardo y Marcelino Suárez Ardura: Seminario sobre la Religión (2011)
Polémica con Gonzalo Puente en El Basilisco a propósito de El animal divino (1995-1996)
Pablo Huerga Melcón: Notas para una crítica a Gonzalo Puente Ojea (19: 82-87).
Alfonso Tresguerres: Lecturas de El animal divino. Respuesta a Gonzalo Puente Ojea (19: 88-97).
Gustavo Bueno: Religiones y animismo. Respuesta a Gonzalo Puente Ojea (20: 73-78).
Gonzalo Puente Ojea: Carta abierta a Alfonso Tresguerres (20: 79-80).
Alfonso Tresguerres: Segunda respuesta a Gonzalo Puente Ojea (20: 81-86).
Gustavo Bueno: Sobre la realidad de los númenes animales en la religiosidad primaria, (20: 87-88).
Gonzalo Puente Ojea: Respuesta a Gustavo Bueno y Alfonso Tresguerres (20: 89-92).
Polémica en El Catoblepas sobre la verdad de las religiones primarias (2005)