Teselas
Lo sagrado: númenes, fetiches y santos
Gustavo Bueno expone de forma breve la reinterpretación que desde el materialismo filosófico se hace de lo sagrado, que no se confunde y se distingue de lo religioso (la religión es una forma de lo sagrado, pero no la única). Teniendo en cuenta el espacio antropológico tridimensional, los valores de lo sagrado en el eje circular se podrían hacer corresponder con lo santo; lo sagrado en el eje angular estaría representado por los númenes y en el eje radial los valores de lo sagrado se corresponden con los llamados fetiches.
Gustavo Bueno, Lo sagrado: númenes, fetiches y santos
Tesela nº 6 (Oviedo, 11 de diciembre de 2009)
Transcripción GTGB ⋅ t006
Lo sagrado: númenes, fetiches y santos
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Vamos a hablar ahora de la idea de “lo sagrado” (sacrum).
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Muchísima gente hoy día, sobre todo los que se autoconciben como una tradición racionalista, consideran que esto de lo sagrado es algo completamente pretérito, incluso prehistórico o arcaico, que no merece la consideración, que es una cosa ya pasada. Sin embargo, esto no es verdad. Constatando las prácticas, y las conductas, y la terminología, y el lenguaje, y el vocabulario de nuestra época (en todo el mundo, en España, en Europa, en América, en Asia), podemos constatar que lo sagrado sigue teniendo una realidad efectiva, cualquiera que sea, aquí no entramos en esto, estamos hablando en principio de puramente descriptivo.
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Por ejemplo, en nuestra época, en nuestro tiempo, en España concretamente, se puede observar que cuando entramos a un museo la gente suele bajar la voz, no habla, los objetos que hay en el museo no se tocan; parece que hay algo especial (no digo ya como decía Mauss, que cuando alguien estornuda y se le responde “Jesús”, ya estamos ahí en presencia de lo sagrado).{1} Pero hay otras muchas cosas, por ejemplo, la fascinación que recibe un diamante que la gente queda totalmente fascinada al ver el diamante. O bien al pasar por un cementerio, por una iglesia la gente baja la voz. Las películas, el cine es una fuente extraordinaria para ver cuestiones que tienen que ver con lo sagrado, por ejemplo, exorcismos (cosas de ese tipo), el diablo, el demonio, y multitud de fenómenos [que son cosas extrañas], que no se sabe muy bien cómo clasificarlas, pero que más o menos tienen que ver con lo sagrado.
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Y entonces, lo difícil es definir qué es lo sagrado. Es decir, ¿qué tienen en común estas cosas tan diversas, de estos ejemplos que hemos puesto, casi al azar? ¿Qué tienen en común para decir qué es “lo sagrado”? Si nos atenemos a Varrón (que es una de las fuentes principales, en su De lingua latina, para la etimología de estos conceptos), Varrón definía lo sagrado frente a lo profano (profano es lo que está fuera del templo, que es el fanum) y lo profano es lo que está fuera y de espaldas al templo. De manera que, según la etimología de Varrón, habría unos recintos, unos circuitos que estarían definidos como lo sagrado (con unos límites, a veces, muy precisos), y fuera de estos recintos estaría lo profano. La cuestión es determinar si lo profano es anterior a lo sagrado. Es decir, si partimos de un punto de vista puramente profano o laico, quizá diríamos hoy, o bien si primero es lo profano y lo sagrado es lo que limita lo profano, y viceversa.
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La cuestión entonces es que lo sagrado es muy difícil de definir, sobre todo por una razón, porque lo sagrado no es uniforme, sino que es múltiple. Hay multitud de formas de lo sagrado. Lo que hemos citado. No es lo mismo “lo sagrado” del “escarabajo sagrado”, o de muchos animales como el murciélago (que todavía siguen produciendo efectos de paralización, de que queda la gente fascinada o aterrorizada, o las ratas, &c.), de un diamante, o de un cementerio. Son formas de lo sagrado muy distintas.
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Entonces, la idea o la posibilidad que se nos abre es la de clasificar “lo sagrado” según lo que llamamos el “espacio antropológico”. Dada la variedad de lo sagrado, aparecería tanto en el eje radial, como en el eje angular, y como en el eje circular, aparecería en estos diversos ejes. Cierto que las formas son muy fluidas, que no hay límites precisos, pero sin embargo podría demostrarse una cierta tendencia con material antropológico y “sebasmático”, es decir, que tiene que ver algo con la religión, pero lo sagrado no es lo religioso únicamente. Lo importante es desconectar lo sagrado de la religión. La religión es una forma de lo sagrado, pero no es la única.
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Para abreviar, habría unos valores de lo sagrado (o cosas que valen como si fueran sagradas, y que por tanto se oponen a contravalores, puesto que los valores siempre están enfrentados a otros contravalores) en lo que es el eje circular. Es decir, los valores de lo sagrado en el eje circular corresponden principalmente a lo que se llaman los valores delo santo. Los santos son principalmente hombres elevados al cielo, hombres distinguidos, y son originalmente hombres. Y, según algunos, incluso hombres [divinizados] (el caso de la teoría famosa de Evémero, en donde los hombres o los dioses, tales como Orfeo, o como el propio Noé, serían hombres [sobresalientes] que han sido elevados a la condición de dioses). Lo santo, entonces, ocuparía el terreno de los valores de lo santo que es lo humano, pero que no es religioso propiamente.
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En el eje angular, lo sagrado estaría representado por los “númenes”. Es decir, los númenes serían precisamente núcleos de lo sagrado, pero representado por algo que no es humano, pero que tampoco es de naturaleza cósica, no son cosas, se parece algo a lo humano. Es lo que llamamos númenes. Y los númenes incorporan todo lo que llamamos espíritus, démones, demonios, extraterrestres, &c., y que nosotros identificamos en El animal divino precisamente con los grandes animales del Paleolítico que han sido representados en las cavernas, y que por cierto tenían un significado “mágico” (suelen decir hoy los antropólogos), pero que en el fondo son númenes, puesto que los númenes son entidades corpóreas.
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Por último, en el eje radial hay también valores de lo sagrado que corresponderían más o menos a lo que llamamos los “fetiches”, que son entidades físicas. Su propia etimología, el término fetiche, fue introducido en la historia de las religiones por De Brosses, para designar, precisamente, los hechizos, las cosas propias de brujos, de objetos físicos que tenían su carácter sagrado no porque fueran sede de espíritus residentes, sino por sí mismos. El caso de los diamantes es el caso más característico, creo, por la larga tradición sacra de los diamantes.
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Y entonces la cuestión que se establece es mostrar cómo lo sagrado no es un universo armónico, sino que los valores de lo sagrado están totalmente enfrentados entre sí unos con otros. Están enfrentados los valores de lo santo con lo santo, de los fetiches con los fetiches, y de los dioses con los dioses. Los ejemplos más evidentes, para dar una pista de por dónde va la cosa, por ejemplo, cuando la cena del becerro de oro de Moisés, que los israelitas están adorando al becerro de oro. El becerro de oro es un caso de fetichismo que está en contradicción con lo numinoso, con los númenes propios del Dios del Sinaí, que es un numen que estaba Moisés interpretando. O bien, por ejemplo, cuando enfrentamos los dioses con los dioses (o los númenes con los númenes), el caso más característico es la rebelión de los ángeles en el Antiguo Testamento, o bien en Egipto antiguo el conflicto entre Seth y Osiris, que es el conflicto dualista que recorre toda la religión egipcia.
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Entonces, los valores de lo sagrado nos permiten así distinguir lo sagrado de lo religioso, darnos cuenta de que lo sagrado es múltiple. Que no es un reino armónico, sino que hay conflictos continuos susceptibles de ser analizados ampliamente. Y que la cuestión queda en determinar qué es propiamente lo sagrado, que es una cuestión ya de otro orden a la que estamos aquí interpretando, en el sentido de clasificar los fenómenos en el espacio antropológico.
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{1} «En el conjunto de fuerzas que se llaman místicas –nosotros las llamaremos mana– hay algunas que lo son en tal manera que por ello mismo son sagradas. Ellas constituyen la religión stricto sensu, por oposición a las otras que forman la religión lato sensu. Mi vecino estornuda y yo le digo por educación: ¡Salud!; es la religión lato sensu.» (Marcel Mauss, Manuel d’Ethnographie, Payot, París 1977). Apud Gustavo Bueno, El animal divino. Ensayo de una filosofía materialista de la religión, segunda edición (corregida y aumentada), Oviedo 1996, pág. 145, nota 117.
✉ GTGB
• Gustavo Bueno, Religiones: lo milagroso, lo mágico, lo maravilloso (Tesela 77)
• Gustavo Bueno, Los valores de lo sagrado: númenes, fetiches y santos (2000)