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En el cincuentenario de la muerte de Antonio Gramsci

José María Laso & Gustavo Bueno - 24 abril 1987

Jose María Laso Prieto, entonces Secretario político en Oviedo del Partido Comunista de España, ofrece el viernes 24 de abril de 1987 su primera conferencia para la organización Tribuna Ciudadana de Oviedo, bajo el título “La dimensión humana y teórica de Antonio Gramsci”, en un acto celebrado en el Salón de Actos de la Caja de Ahorros de Asturias, en la plaza de la Escandalera de Oviedo. Fue presentado por su amigo el filósofo Gustavo Bueno, y en la mesa también está Juan Benito Argüelles (professeur de français, fundador presidente de Tribuna Ciudadana). El hostelero Fernando Lorenzo, más conocido en la ciudad como Fernando el del Paraguas, fue quien propuso la celebración de esta ceremonia, conmemorativa del cincuentenario de la muerte de Antonio Gramsci (1891-27 de abril de 1937). La presentación hasta el minuto 10, el coloquio desde el minuto 51.

José María Laso - Gustavo Bueno - En el cincuentenario de Antonio Gramsci

Acto organizado por Tribuna Ciudadana, Caja de Ahorros de Asturias, Oviedo 24 de abril de 1987

[ Transcripción anotada de la intervención de Gustavo Bueno, e inicio de la intervención de José María Laso ]

Gustavo Bueno. Esto de presentar a José María Laso{1} en Tribuna Ciudadana{2}, es una tarea imposible, por aquello de que, para encender una vela, hace falta que esté apagada. De manera que, más que presentación, es un análisis, un comentario sobre su persona. Más que nada, de algo que todo el mundo sabe, subrayar algún aspecto de lo que todo el mundo sabe. Y como son tantos los aspectos que hay que señalar en José María Laso, pues casi habrá que atenerse a la relación Laso y Gramsci.

La relación Laso y Gramsci es muy notable, sobre todo en la filosofía española. Entre profesores de filosofía, qué se yo, que ahora pueden tener cuarenta años, prácticamente van asociados, porque de hecho José María Laso fue el que difundió y enseñó, incluso presentó la existencia de Gramsci a amplísimos grupos… me acuerdo en convivencias de filósofos jóvenes de varios sitios, de Santiago{3}, de Burgos, no sé, de muchísimos sitios durante los años setenta, en la época del franquismo, en Barcelona...

Gramsci, además, ocupaba entonces un papel tan importante en aquella época de la transición, puesto que representaba… bueno esto Laso lo hablará mucho mejor que yo, pero, en fin, estoy un poco evocando la razón por la cual Gramsci tenía ese interés, en aquel momento, interés suscitado, precisamente, por Laso, porque se había publicado por aquella época la Antología de Sacristán{4}, lo de Solé Tura{5}, &c.; pero aquella era una antología que más bien funcionaba en ciertos ambientes, aunque estaba al alcance de todo el mundo, de hecho no era leída, ni valorada, ni admitida, porque a Gramsci no se le conocía.

Entonces aquella era la época del marxismo, o bien dogmático, de tipo soviético, o bien la versión francesa, tan variada también, desde la época de Garaudy, que ahora se ha hecho moro, como sabrán, que ya entonces andaba con los diálogos, y que, precisamente, a veces, utilizaba a Gramsci, el propio Garaudy, para hablar del diálogo de marxistas y cristianos, ¿no es verdad? Para hablar del diálogo de marxistas y cristianos, utilizaba la idea del bloque histórico. Garaudy… es que el otro día vimos a Garaudy en la televisión, con motivo de esa tenida que han tenido los de la fe abrahámica{6}, Garaudy estaba de pontífice máximo de la reunión de las tres religiones. Ya entonces, cuando era un marxista teórico del partido comunista francés, ya entonces utilizaba a Gramsci, precisamente para justificar aquel diálogo de marxistas y cristianos, &c., en donde aparecían aquellas frases tan conocidas: “los marxistas y los cristianos podemos ir juntos hasta la muerte; allí nos separaremos; ustedes irán al cielo y nosotros al infierno.” [risas] Aquellas cosas que se decían entonces.

Lo cierto es que Gramsci, seguramente, tuvo una gran importancia, en contraste con, luego Althusser, con el althusserismo, sobre todo, porque ofrecía una visión de los problemas, pasados por el materialismo histórico, sumamente originales. Sumamente originales, y convertido sencillamente en uno de los primeros pensadores marxistas, como ahora seguramente José María Laso nos va a contar. Seguramente porque, gracias a la formación de Gramsci, de su trayectoria, de sus precedentes históricos, se subraya Vico, el propio Croce, el componente idealista o, para decirlo en términos marxistas, el “lado activo”, el “lado activo del idealismo”, para decirlo en componentes, en fórmulas recogidas por el propio Marx, “lado activo del idealismo”, pues seguramente está presente en Gramsci. Y donde esas dicotomías de lo subjetivo y lo objetivo, y la teoría y la praxis, todas estas dicotomías quedan más o menos reabsorbidas, en un regressus, también anterior al concepto de praxis, seguramente.

El concepto de praxis, tan abundante{7}, en fin, ahora nos lo comentará José María Laso, pero que, seguramente, por la experiencia de varias conversaciones con estudiantes, &c., seguramente, como la palabra praxis está contaminada, primero por la idea aristotélica de praxis, de la práctica prudencial –la praxis en la terminología clásica, como saben ustedes, se modela por la frónesis–, entonces la praxis, sobre todo, la prudencia, la iuris prudentia, es política, o individual, o económica, pero seguramente, y esto lo explicará José María Laso, seguramente la idea de praxis de Gramsci es mucho más amplia, porque incluso incluye, me parece, la poiesis, gran parte de toda esta actividad creadora humana, la poiesis, claro, dirigida por la techné y, por consiguiente, la praxis desborda completamente esos límites aristotélicos, aunque partiendo de ellos, naturalmente, y precisamente en función de esas ideas de Vico, el verum est factum famoso, y de otros muchos motivos, claro, que no es ocasión de analizarlos. Lo cierto es que permite implantar a Gramsci, seguramente, como punto de partida o punto de análisis, de un concepto de sujeto que tampoco es individual, sino que es social, y ni siquiera precisamente histórico, de sujeto histórico, en donde se permite una dinamización inesperada de las propias categorías del marxismo, y en donde categorías más o menos, pues qué sé yo, acartonadas, a partir de la Segunda Internacional, como podían ser las clases sociales, el mecanicismo, la lucha entre ellas, se van más o menos jugando, de un modo mucho más rico, conceptos como el “bloque histórico”, el “intelectual orgánico”… El intelectual orgánico seguramente sea de lo más interesante de Gramsci, en tanto que el intelectual deja de ser ya simplemente, una especie de agente de la superestructura, o de ideólogo, de algún modo un lujo o algo puramente estético, para convertirse, sobreañadido a un grupo social, para empezar a ser un instrumento del propio grupo o clase social, que necesita encontrar en sí mismo, lo que tradicionalmente se llamaba intelectual.

Pero, claro, esto está ligado enteramente al concepto de superestructura. El sistema de Gramsci yo creo que está, a pesar de que no está sistemáticamente elaborado, pues los Cuadernos de cárcel y demás, son más bien escritos ocasionales, pero tiene tal penetración en el análisis, tan distinto de los franceses, por otra parte, con todos los respetos de Althusser y los demás, que yo creo que está mucho más cerca, quizá por la tradición de Vico, mucho más cerca de los españoles, mucho más cerca de nosotros, y seguramente por razones múltiples, Gramsci representaba ese papel en España.

Laso era de las pocas personas, bueno de hecho lo fue, fue la única persona, por qué no vamos a decirlo, yo confieso que el interés mío por Gramsci fue gracias a José María Laso. Tenía unas nociones puramente enciclopédicas, pero no en el sentido de que supiera enciclopédicamente como Laso, sino lo que se puede poner en una enciclopedia sobre Gramsci. Fue José María Laso el que me hizo conocer sus obras y ver la importancia de este pensador, por los años setenta o por ahí. Y entonces es cuando escribió José María un libro [Laso se lo muestra], esto es, Introducción al pensamiento de Gramsci{8} y luego el prólogo a una traducción de un libro francés…{9}

Entonces, solamente una persona como José María Laso podía acometer semejante empresa, yo creo. Porque hacían falta las condiciones que tiene Laso, que es una curiosidad universal, por todo, pero no como algo meramente subjetivo sino una capacidad de asimilar las situaciones más diversas que se encuentra en su horizonte, de asimilar gracias a una red bien tejida de conceptos abiertos, tampoco son dogmáticos, de forma que… luego, claro, unas facultades ya fisiológicas, histológicas, admirables, como es una memoria de estas, indeleble, una cosa tremenda, que hace que lo que Laso conoce ya no lo olvida nunca y además lo relaciona con todo lo demás. Es una cosa verdaderamente sorprendente. [murmullos del público] Entonces el hecho de tener el conocimiento, no ya el conocimiento sino a punto, inmediatamente, además de un modo inesperado y organizado, una red de asociaciones tan… yo, verdaderamente, perdón que está delante, pero José María Laso es una especie de Super Ego, de demiurgo. [risas del público]

A todo esto, además, la capacidad de mantenerse José María Laso, yo muchas veces se lo he dicho, no sé si le gusta o no, pero también, José María Laso, yo creo que es un prototipo de sabio estoico, el estoico por naturaleza, el sabio estoico. Es el prototipo del estoico, es un hombre que no tiene vanidad, que no tiene… pues qué sé yo, no es el sabio apático, no es la apatía ni la anestesia, tampoco, es más bien el estoicismo, pues qué sé yo, de Séneca, que permite todo, pero refrenándolo continuamente, y entonces da lugar a esta clase de persona, que es José María Laso, que se caracteriza por su imperturbabilidad, su carácter constantemente uniforme, nunca le he conocido fuera de sus casillas, ni en los momentos más, más…{10} [risas del público], a mí es lo que más me admira, siempre ha estado, siempre, igual, nunca deprimido, ni eufórico, es el prototipo del sabio perfecto. Entonces yo creo que voy a terminar, simplemente, pidiendo un aplauso para Laso. [Aplausos]

José María Laso: Bien yo quedo muy agradecido al profesor Gustavo Bueno por esta presentación, yo creo que notablemente exagerada, ex abundantia cordis, no solo en función de la amistad sino de la comunidad intelectual que existe entre nosotros. En todo caso creo que ha sido una presentación nada convencional, muy en la línea tradicional de Gustavo, de ser una presentación ya elaborada, y elaborada sobre la marcha, sin ninguna preparación previa, es evidente, pero como es también un hombre tan fecundo en ideas, incluso diría yo, como Homero decía de Ulises, “fecundo en ardides”, indudablemente en la medida en que suscita un tema, también plantea toda una serie de interrogantes que luego pueden ser motivaciones para una ulterior discusión.

En todo caso, para mí es sumamente grato que haya sido Gustavo Bueno mi presentador en esta mi primera intervención, espero que sea la ultima, en Tribuna Ciudadana, porque indudablemente disponemos de muchas posibilidades, no solo locales sino regionales, nacionales e internacionales. En ese sentido, yo creo que la única justificación de que yo hable aquí en Tribuna Ciudadana, es porque ha sido a petición del amigo, también presente, Fernando Lorenzo,{11} que fue el que lo propuso a Tribuna Ciudadana con motivo de que se celebra el cincuentenario de la muerte de Gramsci el próximo lunes día veintisiete de abril [dice febrero, por error].

Por otra parte, quiero dejar aquí constancia de que el profesor Gustavo Bueno fue también el primero que me proporcionó la oportunidad de disertar sobre Gramsci en una Universidad, en la Universidad de Oviedo. Posteriormente diserté también sobre el mismo tema en las de Santiago de Compostela, Burgos, Barcelona, Complutense de Madrid, &c. &c. Concretamente fue, y aquí tengo un parte de la propaganda que se hizo entonces en relación a esa conferencia, una octavilla multicopista que decía «Miércoles 9 de mayo (que era de 1972) cinco de la tarde lugar Facultad de Filosofía Aula 13 (que luego fue Aula Magna), Seminario con coloquio “Gramsci y los intelectuales”.» ¿Por qué fue el Aula Magna y por qué desbordó lo que podía haber sido inicialmente sólo una labor de seminario? Pues curiosamente porque la policía de entonces lanzó unas octavillas contra Gustavo Bueno y contra mi, firmadas camufladamente como FRAM, que tenían la curiosa forma de acusarnos a ambos de ser esbirros del capitalismo y amenazándonos incluso físicamente. Curiosamente también terminaban con un “Amén”, lo cual puede también suscitar ciertas cuestiones de tipo psicológico. Con esta propaganda indirecta, sensu contrario, lo único que hicieron fue aumentar la expectación suscitada por el tema, no tanto por el conferenciante, porque yo acababa por entonces de llegar a Asturias, y fue de hecho una conferencia en el Aula Magna que desbordó físicamente el propio espacio de ese local. Además, Gustavo Bueno fue también el presentador de mi primer libro sobre Gramsci, concretamente este que tengo aquí en la mano, Introducción al pensamiento de Gramsci, con un prólogo sumamente interesante en donde hacía una aplicación de los ejes hegelianos al contexto de bloque histórico de Gramsci. Aplicación muy sugerente, aplicación que puede tener una gran virtualidad para ulteriores investigaciones.

Cumplido este requisito obligado de mencionar la conexión entre Gustavo Bueno y José María Laso en relación a la temática Gramsci y la mención también, no menos obligada, a Fernando Lorenzo, paso a abordar el tema. Me propongo terminar ineludiblemente a las nueve de la noche con la finalidad de dar paso al coloquio. Es decir, que voy a tener que circunscribir la conferencia a media hora y otra media hora para el coloquio por las limitaciones propias del uso de este local. […]


{1} José María Laso Prieto (Bilbao 1926-Oviedo 2009), ingresa en 1947 en el Partido Comunista de España, siendo en los años cincuenta responsable de agitprop en Vizcaya. Detenido en 1952, 1954 y 1958, cumple más de siete años de prisión, pues, condenado por rebelión militar a doce años de reclusión en el Penal de Burgos, pudo beneficiarse del indulto concedido por Franco con ocasión de la elevación al solio de Pablo VI en 1963. En su VI Congreso (Praga 1960), el Partido ya le había nombrado miembro suplente del Comité Central. Su formación filosófico política se consolida durante los años que se dedica al estudio, en la denominada entonces, irónicamente, Universidad de Burgos (no confundir, obviamente, con otra institución de ese nombre creada en 1994). En 1969 el Partido le traslada a Asturias, estableciéndose en Oviedo en agosto de 1969, como delegado de Chocolates Zahor. «Dos factores que contribuyeron mucho a mi perfecta integración en Asturias, fueron mi intensa actividad tanto en el Partido como en las entidades culturales. Respecto al Partido, me dieron instrucciones de contactar en Gijón con el camarada José Ramón Herrero Merediz. Habíamos sido muy amigos en el penal de Burgos, donde yo contribuí a que fuese admitido en la tertulia literaria La Aldaba. […] Por entonces, otra de las tareas que me encomendó el Partido fue la de mantener el contacto con algunos intelectuales. Se trataba de Gustavo Bueno, Manuel Julivert y David Ruiz.» Conoce a Gustavo Bueno a principios de 1970, en circunstancias que Laso recuerda en sus memorias, publicadas por Pentalfa Ediciones en 2002, De Bilbao a Oviedo pasando por el penal de Burgos (331 páginas), con prólogo de Gustavo Bueno, “Autobiografía de un filósofo estoico” (páginas 7-16):

«Decía que me adelantaba al desarrollo de los acontecimientos, al tratar de David Ruiz. Lo mismo me sucede respecto al profesor Gustavo Bueno. A ambos profesores les conocí antes de que el Partido me pusiese en contacto con ellos. Sucedió en el Club Cultural de Oviedo. Me hice socio de este Club y comencé a frecuentarlo a diario. Al principio no me di a conocer ni hice referencia a Herrero Merediz. Era una precaución debida ya que no conocía ninguno de sus socios. Pero pronto me di a conocer debido a mis frecuentes intervenciones en los coloquios. La primera conferencia a la que asistí fue una de José Manuel Torre Arca sobre HUNOSA. Intervine bastante en el coloquio pero seguí siendo un desconocido para los socios asistentes. No sucedió lo mismo en la segunda conferencia a la que asistí. Se trataba de la presentación del libro de Gustavo Bueno El papel de la filosofía en el conjunto del saber. De hecho se podía considerar tal obra como una réplica al opúsculo del profesor Manuel Sacristán La función de la filosofía en los estudios superiores. La exposición de Gustavo Bueno fue muy brillante, siguiendo el desarrollo de la filosofía desde sus orígenes helénicos hasta la actualidad. Su defensa de la filosofía, como saber de segundo grado en relación a la ciencia, resultó apabullante y abrió toda una serie de posibilidades de conocimiento que se vislumbraban desde tal premisa. Por mi parte, fui el primero en intervenir. Lo hice valorando mucho la exposición pero, también, señalando que, quizás, no había hecho suficiente énfasis en la oposición entre materialismo e idealismo, que había caracterizado el desarrollo de la filosofía a lo largo de su historia. Abordé también la crítica que el profesor Bueno había realizado del neopositivismo de Manuel Sacristán. Aduje que había asistido recientemente a una conferencia de Sacristán en Bilbao en la que quedaban matizadas algunas de las posiciones neopositivistas de Sacristán. Tras mi exposición se hizo un gran silencio expectante. Todo el mundo esperaba que Gustavo Bueno me “machacase”. Con gran sorpresa general, no sólo no lo hizo sino que valoró positivamente mi intervención. Incluso manifestó que yo tenía razón en el punto de la contradicción entre materialismo e idealismo. Tanto su libro, como la conferencia, se situaban en otro plano. La necesidad de replicar a la crítica que Sacristán había realizado de la función de la filosofía en general. De haber entrado profundamente en la oposición entre materialismo e idealismo, la conferencia habría adquirido una dimensión desmesurada. Respecto a las últimas posiciones de Sacristán, se congratulaba de que no fuesen tan neopositivistas como se temía. Inmediatamente de terminado el coloquio, en el cual hubo también otros planteamientos de menor trascendencia, se acercó a mí el profesor David Ruiz. Me felicitó por mi intervención, ya que ésta le había resultado muy interesante. Se autopresentó, diciendo que era el autor de una obra recientemente publicada titulada El movimiento obrero en Asturias que quizá hubiese yo leído. Le respondí que no sólo había leído tan interesante libro sino que lo tenía muy subrayado. Después de agradecer mi opinión sobre su obra, David Ruiz me dijo “¿Quiere que le presente al profesor Gustavo Bueno?”. Al responderle que tendría gran interés en ello, me presentó al conferenciante. Entonces se produjo una curiosa anécdota que después fue muy comentada en los medios culturales. Gustavo Bueno debió creer que yo era profesor de filosofía de algún Instituto de Enseñanza Media. Por ello, me preguntó ¿“En que Instituto trabaja usted?”. Yo le respondí “En ninguno, pues soy vendedor de chocolate”. Ello sorprendió a Gustavo dando lugar a que dijese algo así como “Entonces ¿a qué se debe que sepa usted tanto de filosofía?”. Mi respuesta fue que había sido profesor de filosofía marxista, en los cursos clandestinos que realizábamos los presos políticos del penal de Burgos. Así se suscitó otra frase célebre del filósofo ovetense: “Ah, la famosa Universidad de Burgos”. Este fue el comienzo de una gran amistad que hemos mantenido desde entonces, y que ha sido para mí fuente inagotable de nuevos conocimientos. Desde entonces he participado extraoficialmente en casi todas las actividades del profesor Gustavo Bueno, según comprobaremos a lo largo de este relato.» (página 301.)

En 1971, tras superar las pruebas de acceso a la Universidad para mayores de 25 años, Laso comienza a cursar los estudios nocturnos de Derecho en Oviedo. Laso forma parte del consejo de redacción de El Basilisco, desde su primer número (marzo-abril 1978), en el que publica unas “Notas inéditas sobre el Congreso de Barcelona” e “Información del XV Congreso de Filósofos Jóvenes”, convocado en Burgos, lugar al que Laso no había vuelto desde su salida del penal, y donde se presentó precisamente la revista, para la que Laso logró, en pocas semanas, varios cientos de suscripciones. Laso fue también uno de los seis patronos fundadores, el 14 de mayo de 1997, de la Fundación Gustavo Bueno.

{2} Tribuna Ciudadana, como asociación legalmente registrada, se constituye formalmente en Oviedo en 1980, en un entorno socialdemócrata cercano al PSOE (Juan Benito Argüelles, Lola Lucio, Ramón Rodríguez, Gerardo Turiel), al institucionalizarse las “Cenas del Fontán”, más informales, que se venían realizando desde el otoño de 1973, en pleno tardofranquismo, en el Restaurante Aller de la calle Magdalena, y en las que siempre estaban Juan Benito Argüelles, Lola Lucio y José María Laso.

«Si Tribuna Ciudadana funcionó tan eficazmente durante más de treinta años se debe a que carecía de aparato, de burocracia e incluso de local social. Era una organización sumamente simple y efectiva, compuesta por su fundador y presidente, Juan Benito Argüelles, que oficiaba de “relaciones públicas”, su esposa, Lola F. Lucio, y el impagable José María Laso Prieto, luchador antifranquista de los de verdad (de los que conocieron cárceles y persecuciones varias), teórico marxista, comunista de vocación y acción y, según Juan Benito, el mayor erudito que hay en Asturias.» (Ignacio Gracia Noriega, “Tribuna Ciudadana, la cultura democrática”, La Nueva España, 15 septiembre 2008.)

Laso, vinculado a Tribuna Ciudadana desde su prehistoria –era, además, el animador principal de las cenas, abiertas a cuanto comensal abonase su cubierto, que invariablemente se celebraban después de los actos públicos–, ejerció por vez primera como ponente en este acto de homenaje a Gramsci el 24 de abril de 1987. En Tribuna Ciudadana ya habían intervenido, por ejemplo, en 1980 Juan Luis Cebrián, Camilo José Cela, Alfonso Guerra, José Luis Balbín, Roberto Mesa, Fernando Sánchez Dragó; en 1981 Emilio Alarcos, Francisco Ayala, Agustín García Calvo, Santiago Amón, Gustavo Bueno, Ramón Tamames, José Hierro; en 1982 Gonzalo Torrente Ballester, Fernando Savater, Ramón García Cotarelo, Mario Bunge, Mario Benedetti, &c.

{3} Laso presentó una primera versión de su libro sobre Gramsci, impresa en ciclostil, en la X Convivencia de filósofos jóvenes (Santiago de Compostela, 15-18 de abril de 1973). Esa primera edición de cien ejemplares, impresa por Rosendo Merino Franco con la multicopista que tenía instalada en el Departamento de Filosofía (en la segunda planta del edificio de la Plaza de Feijoo), se agotó en Santiago. Se terminó de imprimir, levantar y grapar (formato folio, 5+9+25 páginas, con portada en cartulina de color, impresa con un cliché electrónico, que permitía incorporar una foto, bien pixelada, de Gramsci), ya avanzada la noche anterior al viaje, por Rosendo Merino, Gustavo Bueno Sánchez y el propio José María Laso. El 14 de abril de 1973 estos tres, junto con los cien ejemplares de la obra de Laso sobre Gramsci y otras ediciones a multicopista elaboradas por Rosendo (y firmadas como “Centro de Publicaciones, Facultad de Filosofía”), viajaron a Santiago de Compostela en el Citroën dos caballos de Laso, conducido por él, vehículo que utilizaba para su trabajo como delegado en Asturias de Chocolates Zahor. Laso asistió sistemáticamente a las siguientes convocatorias de aquellas convivencias, que ese año, precisamente, pasaron a denominarse congresos (Madrid 1974, Oviedo 1975, Cádiz 1976, Barcelona 1977, Burgos 1978, Sevilla 1979…).

{4} Antonio Gramsci, Antología. Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán, Siglo XXI, México 1970, 522 páginas; Siglo XXI de España, Madrid 1974, 520 páginas. Manuel Sacristán había dedicado unos párrafos a Gramsci en la entrada “Filosofía” del Suplemento 1957-1958 de la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Espasa-Calpe, Madrid 1961.

{5} Antonio Gramsci, Cultura y Literatura, traducción, selección y prólogo de J. Solé Turá, Península (Historia, Ciencia y Sociedad, 13), Madrid 1967, 356 páginas. Antonio Gramsci, Introducción a la filosofía de la praxis, selección y traducción de J. Solé Turá, Península (Nueva Colección Ibérica, 10), Barcelona 1970, 153 páginas, &c.

{6} «El pensador francés Roger Garaudy ha firmado un contrato con el alcalde de Córdoba, el comunista Herminio Trigo, por el que se cede al filósofo la utilización de la torre de la Calahorra –monumento medieval de esta ciudad– para ubicar en él el Centro europeo para el renacimiento del espíritu de la Universidad ecuménica de Córdoba. Garaudy, presidente del Instituto para el Diálogo de las Tres Culturas, en Ginebra, ha sido el único licitador al concurso público convocado por el ayuntamiento cordobés para la adjudicación del centro que albergará la Calahorra. El filósofo francés se compromete mediante el contrato a la creación de la institución que resucite en Córdoba el ecumenismo europeo.» (Manuel Fernández, “Garaudy abrirá en Córdoba un centro europeo de ecumenismo”, El País, Madrid, 14 enero 1987.)

«Del 12 al 15 de febrero se celebrará en Córdoba un Encuentro Internacional Abrahámico. Judíos, cristianos y musulmanes se reúnen para intentar identificar las posibilidades de acción y el patrimonio espiritual común. El encuentro está organizado por el Instituto para el Diálogo de las Culturas, que preside en Ginebra el ex filósofo comunista y hoy musulmán Roger Garaudy, y el Ayuntamiento cordobés. Con ese acto el Instituto abrirá una sede en Córdoba, en la torre de la Calahorra, situada en la estratégica margen del Guadalquivir, exactamente enfrente de la mezquita, dominando la entrada a la ciudad por el puente romano.» (Cambio 16, 19 enero 1987, 790:19.)

{7} Bueno había publicado a principios de 1975: “Teoría & Praxis. Veinte cuestiones cara al XII Congreso de filósofos jóvenes”, 25 páginas, policopiado (enero). Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo 1975 (febrero), 59 págs.

{8} José María Laso, Introducción al pensamiento de Gramsci, Ayuso, Madrid 1973, 104 páginas, con un prólogo, también presente en la edición previa ciclostilada, antes mencionada, de Gustavo Bueno: “El materialismo histórico de Gramsci como teoría del Espíritu Objetivo” (págs. 7-25).

{9} Se refiere al prólogo de Laso, “Por qué leer a Gramsci”, al libro de Dominique Grisoni y Robert Maggiore, Leer a Gramsci, Editorial Zero, Madrid 1974.

{10} Sin duda tenía presente Bueno aquí la única vez que se produjo una violenta tensión con José María Laso, cuando El Basilisco decide publicar, en su número 6 (enero-abril 1979), una colección de documentos sobre “La crisis del Partido Comunista en Asturias” (páginas 27-72), y Laso recibe presiones para que no llegasen a imprimirse. Esos documentos ofrecen la recopilación más completa sobre la crisis de Perlora (24-26 de marzo de 1978), cuando dejaron el Partido, “por la izquierda”, un grupo de militantes contrarios a que el PCE fuera a renunciar al “leninismo”, ex comunistas que fueron muy bien recibidos por un PSOE que pronto renunció incluso al “marxismo”, y en cuyas filas forjaron varios de ellos fecunda carrera como políticos profesionales de la democracia coronada. En ese mismo número de El Basilisco, después de esos documentos, aparece precisamente un artículo de Laso, “Vigencia del pensamiento de Gramsci” (páginas 73-83), versión extractada de una conferencia pronunciada el 27 de marzo de 1979 en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras de Oviedo.

{11} Fernando Lorenzo (Grado 1938), delegado de la editorial Seix Barral en Asturias y distribuidor de libros, había inaugurado el 20 de enero de 1978 un pequeño local en la zona antigua de Oviedo, El Paraguas, que había de convertirse en lugar de referencia de cierta progresía durante la transición y primeros años del felipato. En septiembre del mismo año 1987, en el que propone este acto de recuerdo a Gramsci, pronuncia el pregón de las fiestas de San Mateo, invitado por el alcalde Antonio Masip (del PSOE).