Proyecto Filosofía en español Hemeroteca
Interviú
nº 1265, 24 de julio de 2000
Gran Hermano
páginas 22-23

Los concursantes de «Gran Hermano», retratados por el filósofo Gustavo Bueno
Catorce arquetipos en una casa
Gustavo Bueno
 

Gustavo Bueno Los catorce «perfiles» que siguen, están trazados a partir, no ya tanto de consideraciones psicológicas generales, sino a partir del papel que parecen haber asumido dentro de la misma casa los personajes del programa. Se supone que estos personajes, cara al público, encarnaban algunos arquetipos a los cuales se atenían dentro de la casa, y estos arquetipos son los que habrían podido ser percibidos por el Gran Hermano.

Estos catorce papeles podrían ser clasificados en tres grupos. El grupo I, que llamaremos el grupo de los «ingenuos», entendiendo por tales aquellos personajes que acudieron al programa mirando directamente a las expectativas que podían depararles, pero sin tener en cuenta las dificultades en incidencias que habrían de surgir de la misma convivencia. En este grupo de «ingenuos» incluiríamos a Nacho, Jorge, Silvia, Israel, Vanesa e Iñigo. En el grupo II, consideramos incluidos a aquellos personajes que buscaban antes «experiencias» en la sustancia de su propia convivencia para cuando volviesen a su vida normal. En este grupo incluiríamos a María José, a Marina, a Mónica y a Mabel. En el grupo III, el de los «calculadores», incluimos a aquellos que no sólo buscaron, como todos los demás, algunos triunfos en el programa, sino también a los que tenían en cuenta lo que podía significar una convivencia con competidores que eran, en principio, enemigos objetivos mutuos. En este grupo pondremos a Koldo, Ania, Ismael e Iván.

Grupo I: los «ingenuos»

1. Nacho. Como todos los demás catorce participantes no representó, ni quiso representar en el programa, ningún papel de significado político o religioso, sino que demostró, como todos, el designio particular de sus propósitos. Sin duda, confiaba en sus propios recursos (su condición de médico -«un médico vale por cinco hombres »-) para obtener todo lo que su aventura le deparase: no estaba apremiado por necesidades urgentes; pero se implicaba en exceso sobre la marcha en la comuna sin pensar que su «dedicación monográfica» hacia Vanesa podía ser suicida para sus propósitos iniciales. Su salida prematura de la casa, por motivos exógenos, no le permitió rectificar una marcha en la dirección del grupo III. Nacho puede haber representado el arquetipo de joven profesional que no se resigna a encerrarse en su profesión, sino que está dispuesto a participar de los intereses de otros grupos sociales, sin olvidarse de su propio oficio.

2. Jorge («el bosnio»). Es seguramente el arquetipo del varón primario, generoso, desinteresado, sensible a las fórmulas solemnes, apasionado y dispuesto a todo. Hubiera sido un buen soldado de los Tercios de Flandes. No prestó atención a las circunstancias de la casa y por ello, olvidándose del objetivo final de su ingreso, prefirió mantenerse junto a María José y acaso obtuvo en ello mejor provecho que quedándose. «¡Vais en paz, oh simpar de verdaderos amantes! ¡Lleguéis a salvamento a vuestra deseada patria sin que la fortuna ponga estorbo en vuestro felice viaje!».

3. Silvia. Otra ingenua que, acaso porque lo necesitaba poco, y sabiendo que no sólo de pan vive el hombre, quiere salir de su rutina profesional y explorar otros mundos ajenos a su profesión. Por ello, se da por satisfecha con la amistad de Israel que se encuentra en condiciones análogas. Silvia puede representar para muchas mujeres jóvenes, con una profesión ya consolidada, lo que Nacho podría representar para los jóvenes profesionales.

4. Israel Pita. Desarrolla el arquetipo del joven recluta, sin dobleces, que pone en la sinceridad de sus comportamientos, cualquiera que sean con tal de «ser sí mismo», la carta que pone sobre la mesa de juego como valor máximo. Probablemente representa para muchos, incluso simpatizantes, la mayor crítica al propio arquetipo que representa, dadas las pocas probabilidades de éxito que él le reporta en la casa. Y esto sin perjuicio de que, junto con Silvia, pueda obtener ciertos beneficios en actividades subalternas.

5. Vanesa Pascual. Encarnó también el arquetipo de joven segura de sus recursos que confía en ganar un campeonato de especialidad indeterminada. Su gran ingenuidad, vinculada sin duda al subjetivismo propio de su edad, vecina aún con la adolescencia, le hizo olvidar que una «carrera de fondo», como era el programa, no permitía al corredor distraerse con otros compañeros de carrera, aunque se llamasen Nacho. Probablemente el arquetipo que encarnó, sirva a muchos jóvenes, y a ella misma, de contramodelo y medicina frente al subjetivismo.

6. Iñigo. Encarnó en la casa el papel de quien va a su aire (a los monjes del monte Athos que se acogían a este papel se les llamaba «idiorítmicos») despreocupado del qué dirán, tardo de reacciones. Prototipo de la ingenuidad: tuvieron que explicarle que si no aceptaba el pacto, en virtud de seguir su propia idea, su autenticidad le llevaría a una nominación fulminante. Desde luego, no tenía nada que hacer en la casa, pero resultó a muchos simpático.

Grupo II: los buscadores de experiencias

7. María José Galera. Probablemente entró en la casa, antes empujada por la necesidad, pero consciente de su gran porte y simpatía, que por la pretensión de obtener un premio. Si calculó, calculó mal las circunstancias del programa, aunque acertó en implicarse inmediatamente con Jorge. Apenas tuvo ocasión de encarnar papel alguno en la casa. Su arquetipo se labró en cambio, ya fuera de ella cuando confesó públicamente, sin arrepentirse (el que se arrepiente de lo que ha hecho es doblemente miserable»), aunque dispuesta a rectificar, y «fue absuelta».

8. Mónica. También entró en la casa antes «empujada» que atraída por un premio incierto. Tampoco tuvo tiempo para que el Gran Hermano pudiese dar alguna luz a la opacidad de su arquetipo y tuvo la mala suerte de ir después de María José.

9. Marina. Desempeñó el papel de la «mujer liberada» que, sin perjuicio de su condición de amantísima esposa, se decide a pasar una temporada en la comuna, en sus fases primeras, en las que corrían algunas líneas de erotismo de media-alta intensidad, a fin de probar la fidelidad a su marido y de paso obtener alguna promoción de su imagen.

10. Mabel. Llegó tarde a la casa y tampoco pretendía obtener el premio, sino más bien utilizar la casa en servicio de balneario que le permitiese disfrutar de unas primeras vacaciones tras de las cuales pudiera decir que regresaba con su familia con una fuerza renovada. El arquetipo de mujer hacendosa, casta, amable, quedaba fuera del repertorio que el público juvenil esperaba del Gran Hermano. Puede servir de ejemplo y de estímulo para que muchas amas de casa se animen a tomar las aguas por su cuenta y vivir algunas «experiencias» no excesivamente peligrosas fuera de su hogar.

Grupo III: los «calculadores»

11. Koldo. Va al programa confiado en su formación euro-universitaria, pero se mantiene distante, incluso despectivo. No necesitaba triunfar de modo apremiante, pero, lejos de toda ingenuidad sabe que es preciso mantener el tipo frente a los demás competidores. Termina integrándose en el grupo y es un buen ejemplo para aquellos estudiantes que creyeron que todo está en los libros.

12. Ania Iglesias. Puede representar el arquetipo de la mujer inteligente, calculadora nata, que busca a toda costa la victoria sabiendo que tiene que disputarla con otros compañeros muy peligrosos y que tiene que disimular sus estrategias. Probablemente es la que más necesitada estaba de la victoria. Pero ha sabido desplegar las más sutiles maquinaciones, que pasaron casi inadvertidas, para lograr la eliminación de sus posibles rivales, representados en la última semana por Ismael. Ania Iglesias es un arquetipo para toda mujer inteligente y tenaz que conociendo sus limitaciones sabe que está en la lucha por la vida en una sociedad competitiva que no permite bajar la guardia ni un sólo instante, ni siquiera cuando se aparenta que la guardia ha sido bajada por derrumbamiento.

13. Ismael Beiro. Sabe que es uno de los preferidos por Gran Hermano, y no porque nadie se lo haya dicho, sino porque su comportamiento, a lo largo de los tres meses así se lo ha hecho ver. El sabe perfectamente que no tiene dificultades entre sus amigos y sus amigas; está consciente del valor de su sonrisa y de su anatomía; tampoco se plantea dificultades de cualquier otro orden. Su natural simpático y optimista, le lleva a creer firmemente en un Dios que todo lo gobierna armoniosamente y le permite esperar que él, que está bien dotado por Dios mismo, podrá salir adelante en todo lo que se proponga. Conoce sus limitaciones, es inteligente, y quiere la victoria, pero sabe que conviene mantenerse a distancia sin implicarse en la tela de araña formada por los intereses del cualquier grupo. Ha sabido disimular también su natural colérico, que apenas apuntó cuando al final creyó advertir que Ania podía llevarse el triunfo. Ha encarnado muy bien el papel de joven animoso, con tacto, sociable, diplomático y dueño de sí mismo.

14. Iván Armesto. Ha sido probablemente quien con mayor perfección ha representado el arquetipo de participante finalista nato. Además Iván ha sido también quien más ha hecho por imprimir al programa el rumbo original que tomó desde el principio; él evitó que la casa se convirtiera en un avispero de relaciones eróticas, de traiciones, de delaciones mutuas, y estableció los dos principios que han regido el curso de esta experiencia: el principio de no competitividad (rechazo de las nominaciones, pacto) y el principio del altruismo igualitario (renuncia al premio, que se destinaría a los «etíopes»). Es cierto que estos principios fueron normas directivas que sirvieron para marcar el rumbo general del programa, pero no el de los participantes en cuanto miembros de otros grupos, principalmente familiares. Iván incluido, todos deseaban el premio; de los etíopes nada más se supo, una vez que María José consiguió teóricamente desviar el premio hacia una hija suya.

Iván ha encarnado a la perfección el arquetipo del hombre prudente, tenaz, que sabe anticiparse a los conflictos; del hombre racionalista, que no cree en la armonía preestablecida garantizada por el Dios de Ismael; que necesita el premio acaso tanto como Ania, pero que lejos de todo subjetivismo, sabe sobreponerse invitando incluso al Gran Hermano a que vote por Ania aún a riesgo de quedarse él fuera de juego, y con la única ligera probabilidad de que la corriente favorable a Ania desvíe el apoyo hacia Ismael, a quien él vio siempre como el ganador más seguro.

Iván representa el arquetipo de luchador estoico («renuncia y resiste») que desconfía, porque quiere sobrevivir, de los grandes remedios globales que ofrecen los políticos de la globalidad y, en lugar de entregarse a «barrer el mundo», ha decidido limitarse a barrer su habitación, esperando que los demás hagan otro tanto.

[ 20 julio 2000 –antes de conocerse el ganador– se sigue el original del autor ]

 
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