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La Nueva España
Domingo, 19 de septiembre de 1999
Tribuna
página 42

Gustavo Bueno

Eduardo García Morán

La ontología materialista constituye el fundamento para el proceso de arranque gnoseológico, en una suerte de búsqueda total de la verdad que arrancaría desde la materia informada, que incluye el ego y las formas, atravesaría los procesos históricos donde los individuos son determinados y alcanzaría la síntesis por medio de las ideas (la lengua, las fórmulas matemáticas; por ejemplo, E=m.c2, etcétera). Así, nos toparíamos con la materia transcendental, que es la que está en todas las cosas, que transciende a los casos particulares pero que no puede vivir sin ellos: es el concepto de las partes extrapartes, de la materia general. Al final, lo fundamental, a saber: el progreso y el regreso.

Este apunte, comprimido por el espacio que le es propio a un artículo periodístico, es la estructura mínima de un sistema filosófico de primer orden, de una potencia tal que sólo la historia tiene en su mano la vara de la medida, y desde el que ha de ser comprendido el volumen España frente a Europa, que se editará en breves semanas. El autor, Gustavo Bueno.

Bueno es, ni más ni menos, Demócrito, Platón, Aristóteles, Espinosa, Kant, Hegel y Marx. Es decir, una de las mentes filosóficas más privilegiadas de finales de este milenio, capaz de sintetizar y explicar el pensamiento complejo de aquéllos y de otros, de los que es heredero, lo que le convierte en un verdadero filósofo: empero, se erige hasta la altura de los pocos y se nos muestra como un filósofo verdadero. O dicho de otro modo: Bueno ha dejado la condición de hombre sabio y se ha sentado en el conjunto que reúne a la pléyade de los contados, aquellos que ofrecen una explicación global del mundo desde la razón y desde la ciencia, desde las ideas y desde la materia. Sus Ensayos materialistas y su monumental Teoría del cierre categorial forman ya parte del patrimonio cultural de la humanidad junto a, pongamos por caso, los Diálogos, de Platón; las tres Críticas, de Kant, o El capital, de Marx.

Siempre que el juicio pretenda negar su trabajo intelectual, e incluso minusvalorarlo, Gustavo Bueno no debe ser juzgado. Para acometer este reto, uno debe atenerse a los argumentos y a las tesis que sustentan su sistema, lo que exige, justamente, que se le juzgue con argumentos y con tesis. De lo contrario, el riesgo estaría en caer en la mala conciencia.

 


Fundación Gustavo Bueno
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