Proyecto Filosofía en español Hemeroteca
El Comercio
Gijón, viernes 4 de mayo de 2001
Televisión
página 85

El invento del maligno
Bueno
José Javier Esparza

Los guionistas de Gran Hermano han sacado de la chistera un recurso singular: un filósofo. La burguesía de antaño sentaba un pobre a su mesa para salvar la conciencia; la telecracia de hogaño ha sustituido a los pobres por filósofos, que al fin y al cabo son más menesterosos, porque de los pobres ya se encargan las oenegés, pero a los filósofos no les socorre nadie.

Además que los filósofos, en televisión, son bastante baratitos, porque no se les lleva ahí para que digan nada, sino para poder poner bajo su nombre el rótulo filósofo, que es cosa de mucho prestigio y como de La 2.

Así hemos visto en el corral de la Milá nada menos que a don Gustavo Bueno, al que la filosofía española debe la invención de la teoría del cierre categorial, pero que ha saltado a la mundanal gloria gracias a sus intervenciones en la tele, primero en Moros y cristianos (aquel gallinero feroz de Sardá) y ahora en Gran Hermano. Bueno ha publicado recientemente dos libros que conviene leer: España frente a Europa y Televisión: verdad y apariencia. Ambos son notables.

Personalmente, discrepo del anti-europeísmo del primero y del conformismo del segundo, pero eso no quita mérito al esfuerzo del autor, que se planta en medio de los torbellinos del mundo y trata de lanzar una mirada inteligente.

Me convence mucho menos su teoría del cierre categorial, una suerte de aplicación de los misterios del materialismo dialéctico a la filosofía del conocimiento. En semejante jardín me introdujo el profesor Valbuena de la Fuente cuando yo estudiaba periodismo; de la experiencia saqué una admiración sincera hacia don Felicísimo (que tal era –y es– su nombre de pila) y una indiferencia glacial hacia los cierres categoriales.

Pero, evidentemente, si don Gustavo ha terminado engrosando el guiñol de Gran Hermano no es por sus exploraciones gnoseológicas, sino porque es el único intelectual que ha formulado juicios amigables sobre el programa de Zeppelin-Endemol.

La amigabilidad de esos juicios es relativa: lo que don Gustavo ve en Gran Hermano es, sobre todo, una manifestación elemental de la zoología humana convertida en espectáculo, lo cual a él, como materialista, le estimula, pero que no puede esgrimirse como un «aval intelectual» para el programa.

Ahora bien, ya digo que eso es lo de menos: a Gran Hermano le interesa el rótulo filósofo, y don Gustavo entra en el juego con la alegre inconsciencia de quien cree que le van a escuchar. Confiemos en que, al menos, le hayan pagado bien. Don Gustavo se lo merece.

 


Fundación Gustavo Bueno
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