Respuestas
Los fenómenos y lo sagrado
Gustavo Bueno responde a la quinta pregunta formulada por Javier Pérez Jara: La definición de lo sagrado como «aquello que rompe o desborda el 'entramado inmanente' cerrado o cuasicerrado del Mundo y de la vida ordinaria, tecnológica, científica o prosaica» (Gustavo Bueno, EC, 43:10, III, 4, 4), de la prosa de la vida o de la ciencia, ¿no debería llevar recíprocamente a que todo lo que rompa el entramado prosaico y no pueda ser reducido a categorías científicas, sea también un contenido sagrado?
Gustavo Bueno, Los fenómenos y lo sagrado
Respuestas nº 9 (14 de noviembre de 2006, 4 m)
Texto íntegro de la pregunta: La definición de lo sagrado como «aquello que rompe o desborda el «entramado inmanente» cerrado o cuasicerrado del Mundo y de la vida ordinaria, tecnológica, científica o prosaica» (Gustavo Bueno, EC, 43:10,III,4,4) ¿no debería llevarnos a que todo lo que rompe el entramado prosaico del mundo y no puede ser reducido a categorías científicas, como el verdadero arte, es un contenido de lo sagrado y que por tanto todas las obras de artes auténticas habrían de ser fetiches? ¿Y no pasaría algo análogo, en el eje circular, en el caso del objeto de un intenso enamoramiento psicológico? ¿Habría de ser considerada la «amada» (que se opone para el sujeto «enamorado» radicalmente a lo ordinario, lo prosaico, lo científico, &c.) santa, aun desde una filosofía materialista? ¿Las fobias psicológicas no nos pondrían también muy cerca de experiencias fenomenológicas que «desbordan» el entramado de «la prosa de la vida» para el que las padece, remitiéndonos, al parecer, a la consideración de lo sacrum, según la definición negativa propuesta? (la pregunta por el arte está explícitamente sugerida por comentarios escritos por David Alvargonzález en su artículo «Comentarios a Gustavo Bueno sobre la verdad de las primeras religiones», El Catoblepas, nº 44, 2005, pág. 18.
Esta pregunta radica en la dificultad de una definición meramente negativa de lo sacrum, como lo que rompe con lo profano, definido a su vez por la «prosa de la vida», lo ordinario, &c., y que, en principio, parece que nos llevaría a considerar como fenómenos de lo sagrado (fenomenológicamente, ya que lo sagrado no cabe ser hipostasiado, como pretenden las metafísicas teológicas) a experiencias diversas que en principio no suelen estar asociadas a lo sacrum: el caso de terrores atroces en las fobias, el objeto de un enamoramiento profundísimo, &c., experiencias que algunos llaman «fenómenos saturados», análogas a las experiencias radicales de que habla a veces Jaspers. En su excelente artículo «Los valores de lo sagrado: númenes, fetiches y santos» se dice «Lo sagrado producirá en nosotros respeto o temor, pero no se define necesariamente por ello: algo no es sacro porque produzca temor o respeto, sino porque tiene algo sui generis que lo produce; pero no todo lo que produce temor o respeto es algo sagrado. Lo sagrado, en suma, será la característica de los valores determinados como contenido del espacio antropológico, cuando desbordan esos contenidos con su prestigio sui generis.». El problema entonces radica en especificar etic en qué consiste ese «prestigio sui generis» que haría que no todo lo que se enfrente a «la prosa de la vida» pueda ser considerado como sagrado y que, por tanto, los casos comentados ad hominem (enamoramientos, fobias, &c., que para quien los padece rompen con el entramado «prosaico» u ordinario del Mundo), aunque se opongan a la «prosa de la vida», no tendrían por qué ser considerados como sagrados