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El Mundo
Madrid, domingo 26 de noviembre de 2006, página 4
Martín Prieto
El purgatorio de los libros

Martín Prieto

El presidente en el país de las maravillas
 

Gustavo Bueno / Zapatero y el pensamiento Alicia Zapatero y el 'pensamiento Alicia'. Autor: Gustavo Bueno. / Editorial Temas de Hoy, 2006. 367 páginas

Lewis Carroll fue un matemático inglés autor de las prodigiosas Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo. También era un pedófilo reprimido por su moral y el rigorismo victoriano. Fuera ya de circulación algunos tenemos un librito con los daguerrotipos tomados por Carroll a las niñas que le inspiraban, disfrazándolas de princesas o mendigas. Gustavo Bueno ha sido catedrático de Filosofía en Oviedo y con su obra sobre España y sus problemas desmiente el silencio de nuestros intelectuales. Umbral le define como «uno de los pocos pensadores serios que nos van quedando». Su último libro es este Zapatero y el pensamiento Alicia que no podía tener otro epígrafe que «Un presidente en el país de las maravillas». Creo que en la primera Alicia el conejo la ilustra: «Lo importante no es el valor de las palabras; lo que importa es saber quién manda». No creo que Zapatero haya leído a Carroll pero estará de acuerdo con la sentencia, como todos los gobernantes del mundo.

Cuando el pensamiento Alicia se aplica a materias políticas, procederá así. Como las parejas homosexuales viven de un modo similar a como lo hacen las parejas ordinarias, llamémoslas también matrimonio; y, para evitar el escollo de distinguir en ellas el marido y la esposa, llamémosles progenitor A y B aunque no tengan hijos. Como las comunidades autónomas tienen Parlamento, Gobierno, Tribunal de Justicia y aun Fuerzas Armadas, llamemos Estados o naciones políticas a Cataluña, País Vasco, Galicia, Andalucía, etcétera. Las comparaciones son odiosas pero es cierto que los chimpancés o los gorilas se comportan en la jaula o en el zoo como si fueran niños o adolescentes humanos, tienen sentimientos, habilidades, incluso guardan sus herramientas, trátenles por tanto como si fueran seres humanos y apliquémosles los derechos humanos que la ONU definió en 1948 para los hombres: (proposición socialista del 24 de abril del 2006).

El libro se subdivide en 11 temas, todas picas en Flandes del zapaterismo sobre el que hago algunas catas. Por ejemplo, esa espesa niebla de la Alianza de Civilizaciones. «Mi primo y yo», dice Francisco I de Carlos V, «estamos siempre de acuerdo: ambos queremos Milán». La tal alianza es en sentido estricto imposible, salvo que se esté dispuesto a destruir alguno de los aliados o todos. ¿Cómo hacer compatibles la monogamia y la poligamia sin destruir uno y otro sistema? ¿Cabe una alianza entre civilizaciones que contienen entre sus instituciones la propiedad privada de los medios de producción y aquellas otras que consideran necesario destruir esa institución en nombre del comunismo? No tiene sentido una alianza entre una civilización cristiana y una civilización islámica. Sólo cuando ambas hubieran perdido la fe proselitista salvadora de sus dogmas y sacramentos, la alianza sería posible; pero no lo sería entre tales civilizaciones sino entre sus cadáveres.

Sobre las sentencias de Alicia de que la mujer no tiene patria sino mundo, el filósofo apostilla: «Alicia, una vez que la rosa hubiera aclarado su pensamiento, debiera reformularlo de este otro modo: como mujer, salvo que sea miembro de un sindicato de prostitutas sin fronteras, tengo, hoy por hoy, una patria».

Sobre el franquismo Gustavo Bueno reflexiona que como si se hubieran reproducido los luminosos días de abril de 1931, en los cuales vino la República, sin romper un cristal, así también, tras la muerte de Franco, el régimen fue desmontado pacíficamente. Por ello la nueva democracia ha de ser entendida como la continuación y el reflejo de aquella República que Franco puso entre paréntesis durante los 40 años largos de su dictadura. Bienvenidas sean, por tanto, las acciones encaminadas a reavivar la memoria histórica de la Guerra Civil y del franquismo. Lo que queda irónicamente subyacente en Bueno es que el primer franquista es el Rey, luego Torcuato, que diseñó el tránsito a la democracia, y al fin Adolfo Suárez y buena parte de la patulea de sus ministros.

Sobre España y la nación española piensa el autor que nacionalidad tiene que ver con nación, y se define como aquella cualidad de la nación que distingue a unas naciones de otras. Así, los términos nacionalidad y realidad nacional dependen de la nación como la sonrisa del gato depende del gato. Lo que bien pudiera ser es que a las transformaciones expresadas en los cambios de significado de los nombres, menores de lo que pudieran pensar los beneficiarios de ellas, a saber, las clases políticas respectivas que recibirían nombres de jefes de Estado (ellos y los de su pareja) en lugar de recibirlos como presidentes autonómicos. Pero en lo sustancial, ¿acaso Don Quijote no seguiría siendo Don Quijote, y Jacinto Verdaguer no seguirá siendo mosén Jacinto? Pero lo importante es constar que estos pensamientos Alicia pueden también ser muy peligrosos en lo práctico. Y habrá que afirmar que su carácter inofensivo es aparente. Precisamente por su simbolismo, pueden transformarse en pensamientos falsos, hipócritas y de mala fe. Y el simplismo de su decisión de asumirlo como algo evidente, y por ello expresarlo «con una permanente sonrisa en los labios».

El pensamiento Alicia es una regleta para denunciar el disparate mental zapaterista que habla como un niño ante los espejos del platonismo de Carroll, próximo al delito. También Gustavo Bueno podría haber seguido la sombra de Peter Pan como el adolescente cobarde que se niega a crecer; así la secreta Sonsoles sería Wendy y Rajoy el malvado Capitán Garfio. El cocodrilo sería María Teresa Fernández de la Vega.

 


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