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El Mundo Madrid, sábado 5 de noviembre de 2005 |
página 72 (última página) Los placeres y los días |
Francisco Umbral Gustavo Bueno, filósofo de jersey, es de los pocos pensadores serios que nos van quedando y ahora su problemática alcanza plena actualidad con el tema de España, ese país que no existe. Cuenta Gustavo Bueno en su libro España no es un mito que, hablando en el País Vasco, le llamaron fascista. Este grito de «fascista» no es sólo una agresión al filósofo, pero también un alarido que se va generalizando en este momento conflictivo de nuestra Historia. Ocurre que, en la actual subversión de valores, un patriota español es un fascista y un fanático de su pueblo es un progre, porque ahora lo progre consiste en usar como bandera la cabra/fetiche de Manganeses, el toro asesinado lorquianamente, o sea con clase, el catalán que escribe buen castellano y el vasco que canta el origen de las lenguas en Sabino Arana. No hay mayor confusión que presentar las cosas del revés, y eso es lo que están haciendo hoy quienes vienen a Madrid con bandera republicana a pedir más pasta en los Presupuestos, mayores ventajas comerciales y económicas, que ellos disfrazan de culturales y autóctonas. La izquierda se viste de derecha para rezar a sus propios caídos, a sus propias víctimas, y la derecha se disfraza de izquierda, porque, como dice también Gustavo Bueno, los obreros no visten el mono azul a las ocho de la tarde. Esta transvaloración de todos los valores no es un juego gratuito, como cuando la Falange se revestía de revolucionaria. Esto significa que hay una conspiración peninsular para acabar con el mito de España en todas sus versiones de leyenda barata y de verdad mítica incalculable. Pero la izquierda no es así, no lo ha sido nunca y no vamos ahora a dejarnos engañar. Los republicanos del 32 vivían en español, sentían en español, se comportaban en español porque nunca pensaron en hacer de la República un casino revolucionario ni en hacer de España una provincia leridana entre Bilbao y Barcelona. Azaña era español alcalaíno hasta la muerte, Prieto era socialista español, pero ante todo español, el general Rojo antes que rojo era español.El problema catalán y la cosecha del 31, que fue un buen año, nadie pensó en mejorarlos cortando cabezas o metiendo bombas en los ramos de flores de las reinas. La violencia la inventaron unos cuantos generales ambiciosos y devotos, haciéndonos creer que los milicianos estaban de verbena en La Paloma con las monjas desenterradas en San José. Por el otro lado, Azaña, que tenía que conceder muchas cosas, nunca concedió nada en el tema religioso o reaccionario. La República se trajo en un carro de fuego que no era sino el tranvía Chamberí/Fuencarral. Luego tiraron el vehículo porque ya no servía. Los poetas hispanos, de Rubén Darío a Neruda de Vicente Huidobro a Nicolás Guillén, hicieron la Guerra Civil por España y nunca invocaron otro mito cierto o incierto. Nuestra izquierda nunca se ha avergonzado de ser española. Esta confusión entre España y los cuatro ricos de Andalucía, Valencia y Sevilla, que se ve venir, no es sino una falsa revolución antiespañola pintada al óleo y la sangre por don José Gutiérrez Solana. Rajoy hizo el discurso de izquierdas. El de derechas lo hizo ZP y naturalmente lo hizo mal. |
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