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La Nueva España Oviedo, viernes, 15 de abril de 2005 |
Asturias página 32 |
Bueno: «La III República sería el paso
«Se podría inferir que la diferencia entre república y monarquía se reduce a un cambio de titularidad del Estado», empezó, «pero no es así». En primer lugar, dijo, «el monarca podría jugar un papel de unión si todas estas autonomías que ahora se consideran naciones se uniesen bajo la cúpula del rey. Así, la monarquía sería una forma de remediar la disolución que muchos proyectan». «Al igual que ya hicieran Sancho III o Alfonso VII, esta situación podría repetirse ahora: el rey de España podría ejercer el papel de emperador y la Monarquía de remedio para la unidad de España», argumentó. Posteriormente, Bueno inquirió por qué no jugaría el mismo papel la Tercera República. «Es imposible», contestó, «porque esta República que muchos defienden ahora es la llamada República Federal, que no tiene sentido; es como el círculo cuadrado». A juicio del filósofo, «esta confederación de naciones» no sólo «no garantizaría en absoluto la unidad de España», sino que es contradictoria en sí misma. Gustavo Bueno también arremetió contra los movimientos nacionalistas: «No buscan tanto la independencia, la formación de una nueva nación, como el secesionismo», ya que, aseveró, «lo único que les mueve desde siempre, desde Sabino Arana, es el odio a la unidad de España», haciendo un especial hincapié en el País Vasco, donde, según aseguró, «no podría dar esta charla por una cuestión de mero entendimiento». Posteriormente, el filósofo analizó los conceptos de unidad y de identidad. En cuanto a este último, destacó la idea de que «interesa para diferenciarse de otro», pero, en su opinión, sólo esconde «vaciedad». El pensador también mostró su extrañeza por el hecho de que «desde la tradición escolástica y los libros más polvorientos haya pasado a las pancartas». Al respecto de las señas de identidad, Bueno afirmó que constituyen «una expresión tramposa, porque se sugiere que son unas características que anuncian una realidad que se mueve por debajo de ellas, algo propio de los seres vivos», para precisar después: «Pero lo que se sugiere que hay debajo de un 'aurresku' es un horror». Además, señaló que, «muchas veces, esas señas de identidad que van trazando un perfil de una autonomía parecen significativas cuando no lo son o, es más, pueden ser negativas, como el hecho de que los vascos tengan una estructura especial del cerebro». Gustavo Bueno también arremetió contra los que confunden «nación» –«un concepto oblicuo, no recto, y análogo, no unívoco»– con «nacionalidad», en referencia a «(Gregorio) Peces-Barba, apoyado por el presidente (José Luis Rodríguez Zapatero), como si tuviesen alguna autoridad para decir majaderías». El filósofo hizo también referencia a la «nación política o patria, un concepto que aparece en el siglo XVIII, con la Revolución Francesa, y hace cambiar por completo las relaciones de poder» frente a la «nación fraccionaria», la de los que dicen que «España es una prisión de naciones», «gente que está completamente loca, pero subvencionada con el dinero de todos nosotros». «Proceden de una nación política establecida cuyas partes quieren desgajarse y por eso tienen que inventarse una historia mítica, de ciencia ficción, como hicieron los vascos, que, después de estudiarla durante años en las ikastolas, llegan a creérsela, cuando entraron en la civilización a través de España», prosiguió. Y lo mismo, dijo, «ocurre en Asturias con la llingua». Finalmente, Bueno explicó que «la nación española como tal empieza con las Cortes de Cádiz, la primera vez que existe en España el concepto de nación política». En ese momento, dijo, «España es una nación, la única nación política, y ni Asturias ni Galicia ni el País Vasco existen como tales». En ese contexto, «cuando alguien traicionaba el espíritu de la Constitución, se le fusilaba. Sólo así podría sobrevivir la nación. Y, ahora, a Ibarretxe, como al resto de traidores, no sólo no se les fusila, sino que se le escucha en las Cortes». Así, concluyó: «La democracia no garantiza la unidad de España». |
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