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La Nueva España
Oviedo, jueves, 12 de febrero de 2004
Sociedad y Cultura
páginas 52 y 53

Hoy se cumplen 200 años de la muerte del autor de la «Crítica de la razón pura»
Gustavo Bueno. Filósofo

«Kant era un cura laico»
«Dios es el autor de la naturaleza y el hombre puede investigar la naturaleza,
el cristianismo es la clave de la ciencia moderna»
«La filosofía no puede revolucionar el mundo,
lo que hace es sistematizar revoluciones políticas, religiosas o científicas»
«Fue un escolástico integral, no cabe mayor elogio»

Gustavo Bueno, anteayer, en Oviedo, en la fundación que lleva su nombre Oviedo, Javier Neira
(Fotos: Luisma Murias)
El filósofo asturiano Gustavo Bueno reflexiona en esta entrevista sobre la obra –antecedentes y alcance– de Immanuel Kant en el día en que se cumplen doscientos años de su muerte en la ciudad prusiana de Königsberg, donde naciera ocho décadas atrás. Bueno, entre un torrente de ideas fecundas, destaca la perspectiva cristiana del genial pensador alemán al que ve como el último gran filósofo escolástico. Y sobre todo indica, contra las ideas dominantes actualmente de forma abrumadora, que el cristianismo es la base y la clave de la ciencia moderna.

Hoy se cumplen doscientos años de la muerte de Kant.

—Ésa es la escala. Son dos siglos. Si hablamos ahora de él es que estamos aplicando una escala secular. Luego hay que aplicar categorías seculares, ¿entiende a qué me refiero?

Bueno...

—Hace falta una perspectiva secular. Luego hay que comprometerse.

Pues eso.

—Hay una perspectiva historiográfica, que trata de su influencia. Como los índices que se establecen por las veces que es citado un autor. Una medida objetiva. Sirven para la provisión de cátedras en EE UU. Dicho más en general, la influencia de Kant en el presente es innegable. Siempre ha sido constante y creciente. Con oleadas sucesivas. La influencia que tuvo en los científicos fue, asimismo, muy importante. Por ejemplo, en la ley específica de los sentidos, de Miller, fisiólogo de los años treinta del XIX, que dijo que cada órgano percibe según su naturaleza. Algo obvio, por otra parte. Es el sujeto positivizado. Pero ya no el de Kant, se trata de un fisiólogo. O el caso del etólogo Lorentz, que hablando de la causalidad dice que las ideas a priori de Kant tienen fundamento porque nos son transmitidas por los genes. Lo mismo dicen los sociólogos, las ideas no provienen de la experiencia sino de estructuras heredadas. Es el a priori de Kant positivizado. Como lo había expuesto Kant ningún científico lo puede aceptar, salvo los matemáticos quizá. El año pasado, en vísperas de la guerra de Irak, salieron cinco ediciones de «La paz perpetua». Por entonces Tamames me afeó que me metiese con Kant y su paz perpetua, diciéndome que Kant destacaba el punto de vista económico y el consiguiente comercio internacional. Pero el idealismo es el mismo, es la armonía preestablecida, en la línea de Adam Smith. Kant no es un ingenuo, sabe del componente político de la paz, pero es un idealista.

¿Algunas referencias entre nosotros?

—En la época de la II República Kant era una referencia. Para la Iglesia, para la derecha y para la izquierda. Un testigo directo me contó que un día Gaos estando en clase, hacia 1933, dijo: «Señores, no puedo seguir explicando, estoy transido de Kant». Era algo o alguien sublime. Era la época también de Morente. Para la Iglesia, Kant era un revolucionario peligrosísimo, pues había desarmado las pruebas de la existencia de Dios, hablaba de la razón pura y había destruido la metafísica. Durante la guerra civil detuvieron a un profesor, creo que fue Viqueira, por «kantiano peligroso». Eso, traducido por la Guardia Civil, excuso decir cómo resultó. Cuando hice oposiciones Kant era terrible.

Volviendo al bicentenario.

—Se trata de hacer un balance filosófico a escala secular, luego hay que decir que sólo se puede hacer desde determinadas coordenadas filosóficas. No se puede ser neutral. No tendría sentido. Depende desde qué filosofía se juzgue. Eso no ocurre con la ciencia. Por ejemplo, un idealista, un espiritualista, un católico ve a Kant de determinada manera. Además han cambiado con el tiempo. Para hacer el balance de Kant desde el tercer milenio hay que tener clara conciencia de la perspectiva. La mía es la materialista.

¿Cómo ve un materialista a Kant?

—Kant se presenta como una verdadera revolución filosófica pero no hay tal revolución filosófica. La idea de revolución es astronómica. De Copérnico. Después se aplica a la política. No es fácil de ver las razones de esa aplicación, pues una revolución astronómica vuelve al punto de partida. Y Kant es quien la realiza en la filosofía con el giro copernicano. Dice que va a dar el giro copernicano a la filosofía. Pero eso es propaganda suya. En vez de darlo entre el sol y los planetas lo hace entre el sujeto y el objeto. El giro es total, la revolución es total. Pero ¿realmente esa revolución la hace Kant? Ésa es la cuestión y ahí aparecen las coordenadas seculares.

¿Quién la hace?

—A mi juicio, la filosofía no puede revolucionar la concepción del mundo. Lo que puede hacer es sistematizar revoluciones que se hayan cumplido en otros terrenos. Sobre todo, en el terreno político social, en el terreno religioso y en el terreno científico. Esas revoluciones tremendas son las que cambian la visión del mundo. Y la filosofía lo que hace es sistematizar la concepción del mundo que establecen esas revoluciones. Ése es el abecé del materialismo filosófico: las ideas no están determinadas por una mente genial, como la de Kant, sino que resultan del mundo que cambia.

¿Se puede hablar de un motor?

—Las tres ideas clave del materialismo filosófico son: el ego, pero no desde un punto de vista psicológico sino como sujeto operatorio; el mundo de los fenómenos y el trasmundo, la materia, que para los cristianos es el conjunto de los ángeles, para los griegos el ápeiron y ahora lo que está más allá del Big Bang, el vacío cuántico. Relacionando los tres, si el ego se subordina al mundo y a la materia se produce el caos de los griegos. El mundo antiguo empieza a revolucionarse cuando Constantino pacta con el cristianismo. Cuando la religión judeo cristiana se hace oficial y con ella la idea de creación. Es un concepto clave. Y de origen político. Los griegos conocían el concepto de creación pero lo consideraban un absurdo. Los judíos, sin embargo, son los que introducen la creación que incorporan después los cristianos. Hacen una revolución total. El ego estaba en la escala más baja de la realidad, era «el sueño de una sombra», en palabras de Píndaro. Era efectivamente así, no es que tuviesen complejo de inferioridad, eran inferiores. Pero ese ego pasa al primer puesto ya que Dios es egoinforme, Yavé habla. Los dioses griegos no podían hablar y encima estaban sometidos al destino.

¿De dónde saca la idea de creación el pensamiento judeo cristiano?

—El pueblo judío estaba acosado y era muy pobre, la única manera de enfrentarse a cananeos y egipcios era contar con un Dios que fuese capaz de crearles de la nada las espadas y el trigo. Un dios omnipotente. Un dios creado por razones políticas. Pero sobre todo un dios que habla. Esa idea se incorpora al cristianismo, donde Dios además se hace hombre. Y empieza a funcionar de verdad a partir de Constantino. Eusebio de Cesarea y San Agustín lo ven así: el cristianismo salva al imperio porque Dios se hace hombre.

Luego...

—Luego el cristianismo fue la clave de la ciencia moderna. Esa es la gran cuestión. Eso explica por qué los árabes fueron simplemente una secta del cristianismo que se volvió hacia Aristóteles y que ahí se detuvo. Sólo transmitieron conocimientos. No crearon nada ni nunca lo crearán en gran parte debido a su ideología necesitarista. La ciencia moderna enlaza con el cristianismo por el creacionismo. Dios es creador del mundo. Puede romperlo y reconstruirlo. Y en eso consiste precisamente el operacionismo de la ciencia moderna que, entonces, se funda en la idea de creación divina. Está en la Biblia. Cuando lanzaron la primera bomba atómica Jaspers dijo que a partir de ese momento la humanidad era libre y creadora porque podía destruirse. Eso para Aristóteles sería absurdo, la Tierra y Sol no se pueden destruir, son eternos. La idea de Jaspers es cristiana, ¿cómo podemos destruir la Tierra y la humanidad? Pues gracias a Dios, porque somos hijos de Dios y tenemos por eso el poder de la creación. La idea de criatura está en la base de la ciencia moderna. La gran revolución se produce con el cristianismo. Dios es el autor de la naturaleza y el hombre puede investigar la naturaleza, el cristianismo es la clave de la ciencia moderna. Es una idea de Santo Tomás prácticamente. En esa perspectiva el verbo divino es fundamental. Dios habla. Ahora somos ateos y laicos y es difícil entender el alcance de esto, pero durante siglos el punto de partida fue la revelación de Dios. Dios que habla. En la época moderna la revolución también se explica por razones teológicas, está en función de la reforma protestante.

La revolución de Lutero.

—Lutero rompe con Roma, con el control de la interpretación de los textos sagrados, de la revelación. En Lutero, en el sujeto individual, sopla Dios. Es el sujeto el que interpreta a Dios. La época moderna no es una revolución antiteológica, sino al revés, es una revolución superteológica.

¿Y la ciencia?

—A todo eso se suma la revolución tecnológica. Antes no entendían nada de nada de la naturaleza. En la época moderna se empieza a entender algo. Hay dos grandes versiones, el idealismo y el materialismo.

El idealismo de Kant.

—En el idealismo hay que incluir a Descartes, a los ingleses Locke y Hume, a Kant, a Fichte y a Malebranche. Hegel era más tomista. El materialismo empieza con Espinosa y siempre va a la contra en cuanto a las condiciones sociales en que se mueve. La gran filosofía moderna es el idealismo, que es cristianismo puro aunque secularizado. Una filosofía que se desprende de la Iglesia católica. Es cristianismo protestante. Kant era un cura laico.

¿Y Descartes?

—Descartes parte del caos. La duda le sumerge en el caos. Encuentra el ego, el cogito. Hace la inversión teológica. Lo ve todo desde el punto de vista de un Dios que está en el mundo. Malebranche, que es un cura del Oratorio y que es asimismo uno de los creadores de la teoría de los colores en física, dice que vemos a Dios en todas las cosas. Descartes o Malebranche son grandes creadores de la física moderna. Sé que existe el mundo porque me lo dice la revelación, porque me lo dice la Biblia. Eso lo dice en el siglo XVII. Y ya el colmo es Berkeley.

Que era obispo.

—Sí, el obispo Berkeley que crea el idealismo material. Kant deja claro que su idealismo es distinto. Kant es el idealismo puro. Es un escolástico integral. Por cierto que eso desde mi punto de vista es el mayor elogio que se le puede hacer. Un escolástico que toca en el propio órgano escolástico. En el «Organon» de Aristóteles. Saca, claro, unos acordes disonantes de ese órgano pero lo importante es que ahí es donde toca.

Gustavo Bueno considera que Kant es el último gran escolástico

«Las democracias son kantianas:
piensa lo que quieras, pero obedece»

«Kant no es actualmente una guía, es más bien una fortaleza a atacar;
o al menos es necesario liberarse del yugo kantiano»
«Podrían proponer a Kant como patrono de la Nasa por su teoría de los extraterrestres»

Oviedo, J. N.

Kant fue el gran promotor de la paz perpetua.

—Era un conservador. Un defensor vehemente de la pena de muerte, cosa que se olvida.

Quizá porque no encaja con su propuesta de pacifista.

—Sí, los partidarios de la paz perpetua callan como chinos en este punto. Es asimismo un promotor de la Ilustración. Todos dicen que es quien mejor la define al considerarla como liberación de la razón. El que lee eso se identifica porque se siente un ilustrado que se liberó. Pero es una definición hueca. Impugnada después cuando lo pintan como un viejo, con el gorro de dormir, que pretende liberar a la humanidad con la razón cuando lo que hace es someterse a las bayonetas de Federico II. Ciertamente Federico II le dice: piensa lo que quieras pero obedece. Kant obedece. Las democracias actuales son kantianas. El pensamiento no delinque, se dice. Cada cual puede afirmar lo que sea. Pero no puede actuar. Ibarreche puede decir lo que quiera, otra cosa es cuando realice un acto de secesión aunque no está claro si ya lo está realizando. Kant es un metafísico importantísimo. Sistematiza muchas cosas, entre otras el respeto. El hombre no es un medio, es un fin. Pero de Kant no se puede hablar como si no hubiera habido después un Hegel y un Marx. No se puede saltar a Marx como han hecho en España algunos conocidos políticos desde la Universidad Carlos III y su visión de la Ilustración. Venimos directamente de la Ilustración, dicen. De Jovellanos hasta ahora mismo. No hubo más que el conde de Aranda y Campomanes. Realizaron así el homenaje a Carlos III, eliminando todo el materialismo marxista. Peto no se puede olvidar. Tampoco se puede olvidar a Hegel. Lo más difícil de explicar en Kant es la historia. El sujeto de Kant no se sabe de dónde sale. Es lo que ocurre en su discusión con Herder, que dice que el hombre es tal porque se pone de pie. Kant no explica la historia, no se sabe de dónde sale. Sí intenta en la etapa precrítica tantear la teoría de Newton. De ahí procede la teoría mal llamada de Kant-Laplace, ya que Laplace parte de nubes de polvo, además en otras fechas, y Kant parte de meteoros. Lo que cuenta es que Kant se plantea el problema del origen. No supone que los planetas están ahí sin más. Es de los pocos que han recuperado las creencias tradicionales en los demonios. Los demonios griegos fueron eclipsados por los ángeles cristianos. Eran como ahora los extraterrestres. Kant sostiene que los planetas son cada vez menos densos en relación a su distancia al Sol. Cree que es natural que tengan seres inteligentes. Los más torpes estarían en Mercurio y los más inteligentes, en Saturno. Un hotentote sería un genio respecto a un individuo que viviese en Mercurio. En los planetas menos densos hay seres inteligentísimos. Podrían poner a Kant como patrono de la Nasa por su teoría de los extraterrestres. Vamos, que maneja unos fundamentos ridículos. No fundamenta esas cosas, es algo que se inventa.

Resumiendo.

—Kant no es actualmente una guía, es más bien una fortaleza a atacar. O al menos hay que liberarse del yugo kantiano. Es difícil hacer el balance porque no se puede ser neutral. No supuso en todo caso una revolución.

¿Y desde un punto de vista personal no académico?

—A mí en el Ejército me llamaban el kantiano.

¿Cómo?

—Es que en una teórica, como llamaban a aquellas clases, el capitán me preguntó si haría no sé qué por deber o porque me lo mandaban y le respondí que yo era kantiano. Y me quedó el mote. No sabían lo que era, pero se trataba de una palabra rara y atractiva. Por cierto, que había un coronel en mi batallón de ametralladoras de montaña, que me obligaba a tocar el piano todos los domingos. «Usted, en ametralladoras, se le va a estropear el oído, usted es músico.» «Pero mi coronel, no soy músico.» «Usted toca el piano, luego es músico.» Y allí estaba tocando la polonesa y cosas así. Por eso entonces empezaron a llamarme Schubert.

 


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