El Mundo Madrid, sábado 24 de enero de 2004 |
Cultura página 47 |
«España es una partitocracia», Angel Vivas, Madrid Gustavo Bueno es, al decir de Gabriel Albiac, «el único maestro académico de este país que es también maestro en intervenir en la realidad, en la voluntad de poner patas arriba lo que el estúpido sentido común nos quiere imponer como evidente». La larga trayectoria del filósofo riojano, pero ligado durante décadas a la Universidad de Oviedo, es una prueba fehaciente de lo que afirma Albiac, especialmente algunos de sus últimos títulos, que, sin dejar de ser filosóficos, muestran más claramente esa voluntad de intervenir en cuestiones sociales inmediatas. En esa línea está el que ayer presentó en Madrid, Panfleto contra la democracia realmente existente (La Esfera de los Libros), volumen que inaugura una colección de panfletos dirigida por el propio Albiac. No haría falta decir que panfleto ni equivale a obra breve ni carece de una ilustre tradición; en ella cabrían ciertos textos de Jonathan Swift, el mismísimo Manifiesto comunista o, en estos años, el Panfleto contra el Todo de Savater. Lo que comparten ese tipo de panfletos con el panfleto común es la capacidad de agitación, la peligrosidad, podríamos decir. Gustavo Bueno lo deja claro desde el comienzo; muchas afirmaciones de su libro «ofenderán a las orejas piadosas». Lo más ofensivo, sin duda, es la defensa de la pena de muerte para ciertos «crímenes horrendos». La pena de muerte que Gustavo Bueno sostiene que debe aplicar la democracia no debe buscar el castigo ni la disuasión de posibles futuros criminales, sino algo así como establecer de un modo claro que hay límites que no deben ser traspasados. No todo está permitido Al contrario que el personaje de Dostoievski, que pensaba que «si Dios no existe, todo está permitido», el materialista Gustavo Bueno piensa que Dios no existe, pero que no todo está permitido. Y ante ciertos crímenes que niegan la personalidad o la humanidad de quienes los cometen, no cabe la reinserción y sí lo que Bueno llama «eutanasia procesal», a falta del deseable suicidio del criminal. Pero esto, sin ser baladí, sería la punta del iceberg de un libro que su propio autor sostiene que «hace falta leer despacio y más de una vez; lo siento mucho». Bueno no cree en la filosofía para princesas ni en la geometría para reyes, como explicó Euclides a Ptolomeo. Su libro se mueve a la vez en los dos únicos géneros que a Albiac le parecen respetables, la erudición y el panfleto. El Panfleto..., dice Albiac, es una gran reflexión que cierra la teoría política de Gustavo Bueno y marca un momento fundamental en este campo. Como advierte el título, Bueno se refiere a la democracia realmente existente, ya que no hay otra. Y para ésta, hic et nunc, guarda más munición que lo de la pena de muerte. No cree en el pueblo soberano («el pueblo es un concepto metafísico») ni en la voluntad general, y lo que hay en España le parece una partitocracia. Todo lo dice con la convicción de quien expresa algo objetivo e indiscutible. De hecho, si se le pregunta su opinión, responde: «Mi opinión es irrelevante.» |
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