Proyecto Filosofía en español Hemeroteca
La Nueva España
Oviedo, miércoles 13 de febrero de 2002
Televisión y espectáculos
Página 77

Gustavo Bueno, filósofo y profesor, autor de «Telebasura y Democracia»:
«"Operación triunfo" es más telebasura que "Gran hermano"»
«Lo que prima es el pelotazo, fama en tres meses a base de cantar baladas cursis»
«En "Operación Triunfo" hubiera sido impensable la presencia de un tipo como Iván»

Oviedo,
Eduardo GARCÍA

Gustavo Bueno, filósofo, profesor emérito de la Universidad de Oviedo, pensador, gran comunicador y ahora considerado ideólogo de ese invento seductor e inquietante que es la televisión. La próxima semana presenta en Madrid su libro «Telebasura y democracia», un brillante ensayo sobre las razones del éxito del programa «Gran hermano».

—«Operación triunfo» ¿sí o no?
—Me pareció un programa emocionalmente obsceno, una trampa.
—No le gustó.
—Soy enemigo total.
—¿«Operación triunfo» o «Gran hermano»? Elija.
—El fondo es similar: doce jóvenes estabulados que se hacen presentes mediante telecámaras a una audiencia participativa. Pero «Operación triunfo» es mucho más telebasura que «Gran hermano».
—¿Por qué?
—«Operación triunfo» hay que medirlo en función de «Gran hermano», es cierto. «Gran hermano» era obsceno, un programa en el que se medían comportamientos morales y éticos; «Operación triunfo», en cambio, se planteó como una contrafigura de «Gran hermano», como algo limpio, pero al final lo que prima es esa idea del pelotazo, triunfar en tres meses a base de baladas cursis. La noche de la final yo le confieso que pasé vergüenza ajena viendo a este chico, Bustamante, romper a llorar sin control alguno, llamando a papá mientras los demás le masajeaban. Yo no tolero que un individuo se eche a llorar incontroladamente, hay que tener un poco más de decoro.
—Hasta quince millones de telespectadores llegó a tener en algún momento la final del concurso, anteanoche. El público se volcó.
—Quince millones que en su gran mayoría no entienden una palabra de música. Y lo peor es que, encima, tienen la insolencia de votar.
—Musicalmente, ¿no les concede la amnistía a los jóvenes de la Academia?
—Desde el punto de vista musical, el valor es cero. Aquí hablaban de la Academia, fíjese usted. Si Platón levantara la cabeza... Esta gente deja en ridículo al gremio, a todos, incluido a Julio Iglesias. «Operación triunfo» se quiso vender como un complemento en la lucha contra el botellón callejero, pero yo lo veo más como un elemento disuasor de un proyecto de vida que no tiene por qué enfocarse hacia la fama. El que quiera ser un buen médico o un buen albañil, reconocido en su trabajo, no tiene que ser famoso.
—Estos chicos eran blancos, blanquísimos. Los de «Gran hermano», no.
—Tuve ocasión de conocer a Ismael y a Iván, el asturiano de «Gran hermano», y me parecieron jóvenes con una personalidad tremenda, tipos de primera y con cultura. En «Operación triunfo» hubiera sido impensable la presencia de alguien como Iván.
—¿Le sorprendió la trascendencia sociológica del concurso?
—Ni Televisión Española se lo esperaba, eso está claro. En el fondo, las cosas no son tan distintas al fútbol, deporte que mediante la TV moviliza ciudades que se identifican con sus equipos. El fútbol está ligado a las ciudades, no tendría sentido un partido entre los de la UGT y los de Comisiones Obreras, ni entre los de raza blanca y los de raza negra, por ejemplo. Aquí, en «Operación triunfo», la identificación la protagonizan los pueblos y las familias, la gente quiere salir, ser reconocida.
—¿Fama asegurada para los chicos de la Academia?
—La fama es sólo popularidad, les envanece. Estos jóvenes han recibido tres meses de adulación permanente, constante, por parte de los profesores. Es la misma adulación que se utiliza en la dinámica de grupos, que es una cosa ya muy vieja. Si el experimento dura un poco más hubieran acabado todos peleándose. Imagínese si el programa será ambiguo que hasta los políticos lo aplauden.

 


Fundación Gustavo Bueno
www.fgbueno.es