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La Nueva España Oviedo, jueves 4 de octubre de 2001 |
Asturias |
Gustavo Bueno ingresa en la «mafia» |
Arturo ROMÁN El gijonés Iván Armesto, al que el programa de televisión «Gran hermano» catapultó a la fama, ya abandonó el hospital donde se recuperaba del grave accidente de tráfico que sufrió en Almería. Le habían recomendado diez días de reposo, pero ya reapareció esta semana en el programa de María Teresa Campos, en Tele 5. Desde que es carne de revista del corazón, Iván se ve obligado a comparecer en mil tertulias y pregones para aprovechar el momento y hacer caja. El gijonés cubría la cabeza con una gorra, para disimular los puntos y cicatrices que obligaron a rasurarle como si fuera un tonsurado, y aún lucía collarín. Lo que no se ve, y también lleva desde después del accidente, es una placa de titanio para separarle unas vértebras. Carmen del Soto, cronista de la farra y amiga de mi prima gijonesa Begoña Román, que estaba casualmente de vacaciones por el cabo de Gata, visitó a Armesto en el hospital. Describe hoy Del Soto «sotto voce» esa visita con más detalles a los lectores gijoneses de LA NUEVA ESPAÑA, pero me cuenta a mí, recalcitrante ivanista, que ya se veía que el de La Arena, hombre inquieto, iba a aguantar poco en el hospital. Es un superviviente. Cuando tuvo el accidente, salió por su propio pie del fondo del barranco, por instinto, a pesar de sus lesiones en la espalda. Luego, cuando le descubrió en la carretera un camionero y ya era seguro que le trasladaban al hospital, se desmayó y no despertó hasta estar en urgencias. Iván Armesto guarda una enorme gratitud por todas las muestras de afecto que recibió durante su hospitalización, pero hay una que destaca en especial. La de Gustavo Bueno, filósofo y últimamente teórico de la televisión. Bueno no dejó ni un solo día de llamarle por teléfono para interesarse por su estado. El comienzo de esta gran amistad se fraguó durante las tertulias sobre «Gran hermano» a las que el pensador ovetense fue convocado. Vamos, que Bueno es casi ya como de la «mafia». Ni Iván profundizó en Aristóteles o Platón ni Bueno conoce a fondo el plató y el piloto rojo de la cámara. Pero bien se podría decir que a ambos los ha unido el estudio. Je, je... ¿Lo pillan, eh? Han cultivado una amistad tan íntima que hasta el filósofo se permitió el detalle de invitar al mediático Armesto a su casa de Llanes durante los últimos días que pasó en Asturias. No es extraño que con contactos tan próximos con las estrellas de las 625 líneas Bueno se haya convertido en uno de los teóricos más novedosos de la pequeña pantalla, Juan Cueto dixit. |
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