Gaceta Complutense Nº 50, Madrid, del 22 de febrero al 6 de marzo de 2000 |
Entrevista portada + página 4 |
Filósofo a la contra
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Gustavo Bueno, filósofo, catedrático y escritor |
«Sin las ciencias positivas no hay filosofía» |
Gustavo Bueno es un triturador de ideas establecidas. Natural de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja, 1924), es tenido por muchos como el más original y profundo de los filósofos españoles actuales. También es muy controvertido y, seguramente, no muy bien entendido. Y, sin duda, insobornable. Su forzada despedida, en la que improvisó una clase desde las escalinatas de la Facultad de Filosofía de Oviedo, recordaba a Sartre encaramado a los bidones del mayo francés. |
Ante esos estudiantes, que querían mantenerlo como profesor y se declararon en huelga contra su jubilación, Bueno evocó el espíritu de Mayo del 68 y de las huelgas mineras de 1962. Ya en 1988 había avisado: «La jubilación anticipada es una hemorragia para la cultura». Hoy viene a estas páginas con motivo de su intervención en el ciclo «La Universidad en el comienzo de siglo», organizado por el Departamento de Análisis y Planificación bajo la dirección de José Manuel García Vázquez. —¿Puede un pensamiento complejo ser explicado de forma sencilla y en pocas palabras? —Se puede dar una idea general, pero incompleta. A veces esa idea es falsa. Yo recuerdo que una vez le preguntó a Einstein un periodista: «¿usted me puede explicar en un minuto qué es la teoría de la relatividad?». Y la respuesta fue: «Sí, sí puedo. Mire usted, si yo estoy una hora delante de una señorita muy guapa, esa hora me habrá parecido un minuto; y si estoy un minuto delante una señorita muy fea, ese minuto me habrá parecido una hora», je, je. Lo que hay que dudar es que eso sea la teoría de la relatividad. —Veo que la Fundación que lleva su nombre tiene una página web muy completa. —Bueno, muchas, porque tiene muchas ramificaciones. Uno de los datos que puedo darle es que uno de los diccionarios que hemos metido ahora tiene ya cuarenta mil consultas. —Uno se imagina a un filósofo más que como cibernauta como un pensador. —Claro, claro, pero eso son los esquemas, los arquetipos que tenemos, el del sabio de Calderón que iba recogiendo las yerbas que otro tiraba, el pensador de Rodin. Yo tuve esa imagen en Salamanca, donde una vez entré en la biblioteca de San Esteban y había al fondo un fraile, un dominico, con la capucha echada. Para un pintor era la figura del pensador; y yo pensé, este individuo está dormido, porque yo no me explico que alguien esté con la capucha echada. —Usted sostiene que la Filosofía no es un saber autónomo, sino que encuentra su alimento en los saberes científicos, políticos o tecnológicos. —Esa es una tesis fundamental de todo nuestro grupo. Estamos pensando contra los que definen la filosofía como un saber de los primeros principios, de las primeras causas, que está por lo tanto en un plano tan superior que está por encima de las ciencias y que es incluso la madre de las ciencias. Esto me parece algo erróneo y peligroso porque por haberse arrogado la pretensión de ser la madre de todas las ciencias, con el desarrollo de las ciencias efectivas a la madre se la jubila, se la agradecen los servicios prestados y se la retira. Yo entiendo por filosofía un producto histórico que aparece con Platón. La tesis que yo defiendo es que la metafísica presocrática no es filosofía todavía. —¿Un filósofo de ahora tiene que tener conocimientos técnicos y científicos, por ejemplo tiene que conocer acerca del funcionamiento del cerebro o de la física cuántica? —En eso estamos. Por lo que a mí respecta todo el tiempo mío lo consumo estudiando matemáticas, física, etcétera, entre otros motivos porque las cosas de filosofía las lees enseguida. A mi juicio si no se hace esto, el estudio de las ciencias, no se puede hacer nada en filosofía. Esa es precisamente la gran crítica que hacemos nosotros a la filosofía. Nosotros sostenemos que la filosofía no es una ciencia. La tesis que defendemos es que lo que llamamos ciencias positivas —como puedan ser la química, la termodinámica, la geometría, etcétera— están cerradas en sus categorías respectivas, no agotan el campo, pero de esas categorías van brotando ideas nuevas de las que se alimenta la filosofía. ¿Qué es la filosofía? Pues el análisis de las ideas.
«Consumo mi tiempo estudiando matemáticas y física. La filosofía la lees enseguida»
—¿Hasta qué punto la filosofía ha dejado de ser patrimonio exclusivo de los filósofos? —Nunca lo ha sido. Aquí la confusión mental es filósofo / profesor de filosofía, algo que no tiene nada que ver. Es una cosa parecida al músico y al profesor de música, músico es el compositor. El profesor de filosofía no tiene por qué ser filósofo, harto hace con que explique e incluso haga algunos arreglos. Ha habido épocas de la Universidad en las que los grandes filósofos han sido profesores de filosofía: Kant, Hegel... pero en toda la filosofía moderna, Bacon, Descartes, Leibniz, &c., ninguno fue profesor. Bacon era un político, corrupto, que cuando lo echaron aprovechó sus últimos años para escribir sus libros; Leibniz fue un diplomático... no eran profesores. —Veo que lleva un «pin» con la eñe en la solapa, ¿es por España? —Esto me lo puso el alcalde de Logroño, y me dijo, te pongo esto por España, Logroño, coño. Ahí está todo resumido, je, je. |
Del titular de periódico al fondo de la obra |
Fundación Gustavo Bueno www.fgbueno.es |