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La Nueva España
Jueves, 27 de noviembre de 1997
Oviedo
página 8

La violencia no se puede eliminar, sólo controlar o neutralizar, indicó anteayer Gustavo Bueno, catedrático emérito de Filosofia de la Universidad de Oviedo, durante la conferencia de hora y media de duración que ofreció en el colegio Loyola de Oviedo, que estos días celebra sus bodas de oro. Bueno señaló, asimismo, que la clásica propuesta pacifista de tirar las armas no vale porque las cogen otros, e invitó a distinguir entre las distintas clases de violencia indicando que muchas veces el fin justifica los medios.

Bueno: «No vale la propuesta pacifista de tirar las armas porque las cogen otros»

«Hay que distinguir entre las distintas formas de violencia y tener en cuenta que el fin muchas veces justifica los medios»

Gustavo Bueno, durante la conferencia que dio el martes en el colegio Loyola.
Javier Neira

La conferencia de Bueno formaba parte de un ciclo que el colegio Loyola ha organizado con motivo de los 50 años de la creación del colegio y de los 400 años de la fundación de las Escuelas Pías, orden que dirige el centro, por el aragonés San José de Calasanz. Presentó al conferenciante Juan Rubio Martínez, psicólogo del colegio. Las celebraciones por el cincuenta aniversario se cierran mañana, con una cena de hermandad que tendrá lugar en un restaurante próximo a la ciudad.

Bueno, ante cerca de trescientos alumnos y padres, habló de «La violencia como fenómeno social». Explicó que, según su sistema de pensamiento, la violencia está ligada a la ruptura de los esquemas de identidad. Después desarrolló la idea a partir de las instancias físicas, orgánicas, culturales y humanas.

«La violencia humana procede de la condición de primate» que arrastra el hombre, señaló el filósofo, exponiendo una de las tesis al uso. Después indicó que había tres grandes grupos de teorías al respecto. En primer lugar, indicó, si somos violentos es porque lo llevamos en el código genético, que es el poso de la condición animal. Como segundo grupo de teorías, subrayó las que consideran que no se trata de una herencia genética. La clave es psicológica. Somos violentos porque en la infancia fuimos violentos. La dependencia durante años de los padres crea un complejo de inferioridad que es el motor de nuestra existencia. La clave de la violencia acaba estando en la educación. La tercera teoría corresponde a una tesis intermedia, afirmó, como la de Marvin Harris en «Caníbales y reyes», donde expone el materialismo cultural: la violencia no es ni genética ni adquirida, depende de las culturas, que en buena medida están marcadas por las condiciones de producción y son las que hacen que una persona o un grupo sea o no sea violento.

Bueno dijo que, a su juicio, la violencia humana procede de distintas fuentes que van sedimentando sucesivamente. Indicó, que «la capacidad de matar es muy superior en el hombre que en otras especies», y para explicarlo señaló que el hombre se comporta según normas que incluyen leyes, hábitos y otras pautas de conducta mientras que, por el contrario, los primates se comportan según rutinas. El catedrático de Filosofía indicó que las normas proceden de la confluencia de rutinas, de manera que la norma es la rutina finalmente victoriosa en la pugna.

La forma de violencia más característica, añadió Gustavo Bueno, es la que está ligada al Estado. Clásicamente se dice que el Estado defiende la propiedad privada y tiene el monopolio de la violencia, así que la violencia política es en última instancia el fundamento de nuestra sociedad.

La violencia no se puede eliminar, indicó Bueno, pero sí controlar. Se controla compensando o neutralizando una forma de violencia con otra. Recordó en ese sentido el dicho romano: si quieres la paz, prepárate para la guerra. Criticó el pacifismo lineal: «No vale la propuesta pacifista de tirar las armas porque las cogen otros.» Bueno concluyó proponiendo distinguir «entre las distintas formas de violencia y tener en cuenta que el fin muchas veces justifica los medios».

También señaló que la violencia se compensa con actividades como el fútbol o se sublima con la idea de salvación de la humanidad propia del sentimiento religioso. Recordó en ese sentido una famosa frase de Napoleón: «Un cura me ahorra diez gendarmes.»

 


Fundación Gustavo Bueno
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