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La Nueva España Lunes, 23 de junio de 1997 |
Deportes página 35 |
Oviedo / Sporting: Un derbi como pocos |
Bueno: «Ha sido el destino» |
El catedrático emérito comentó para La Nueva España y desde una perspectiva filosófica las circunstancias de un encuentro que fue mucho más que un partido de fútbol. |
«El problema del fútbol es que hay demasiada psicologización, han convertido en ratas a los jugadores» |
La idea era asistir con Gustavo Bueno, catedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Oviedo, al derbi Oviedo-Sporting. Ni la perspectiva periodística ni la sociológica que a veces se utiliza como complemento ni, claro, la del forofo que no es: Bueno debía hacer el análisis filosófico, el de las esencias y las estructuras, así que a las seis de la tarde, cuando los ultras de Gijón gritaban acotados en un córner «¡esto no es un campo, es un futbolín!», Bueno, ya en su asiento, comentaba con frialdad racionalista que en cualquier caso «el césped está muy cuidado» y subrayaba quizá la característica fundamental de fútbol: «Es una gran lucha no cruenta.» Llega la hora de la verdad. Los azules saltan al campo, desde las gradas se siembra el campo de papeles. «Son como la senda que marcaba Pulgarcito, en este caso para encontrar el gol, son las líneas de fuerzas para llegar hasta el gol», comenta el filósofo. Después indica que el fútbol «se mueve horizontalmente, según la ley de la inercia, y el baloncesto verticalmente, según la ley de la gravedad. El fútbol es terrestre y el baloncesto, celeste». Como en Bizancio Rueda el balón. «El público anima en las jugadas corrientes pero cuando hay peligro no anima, tiembla», indica el filósofo. Borrelli, en el minuto siete, falla lo más fácil. «¿Será posible?», comenta Bueno. Tres minutos después tira fuera Iván de la Iglesia, «a lo mejor Ronaldo habría avanzado más con la pelota y ya más cerca habría marcado», sugiere el filósofo. Después busca parecidos y antecedentes. «El fútbol es como las luchas deportivas entre verdes y rojos en Bizancio. Duraron siglos, desde la época de Justiniano. Se trataba de carreras de caballos y otros juegos. Dividían Constantinopla. El emperador tenía que tomar partido. Los verdes, creo recordar, procedían de las instalaciones del puerto, eran los proletarios. Y había una pugna también religiosa. Como si ahora en vez de luchar el Oviedo y el Sporting disputasen el Beato de Liébana y Elipando». Minuto 11 y otra ocasión para los locales, después Oli pide juego peligroso; «domina claramente el Oviedo», comenta Bueno, «el Sporting parece asustado, no liga nada, está a verlas venir. O reacciona o no tiene nada que hacer. Están asustados, como en corral ajeno». Bueno sigue el partido en la zona de la prensa, frente al palco presidencial, donde están el presidente Sergio Marqués y el resto de autoridades: «Allí está el poder político y aquí, el espiritual», afirma, «por eso aquí debería estar con nosotros el obispo». «Algunos dicen que el Oviedo, de azul, es de derechas, y el Sporting, de rojo, es de izquierdas», comenta Bueno, «pero no vale ese juicio; también en la Facultad de Filosofía el color es azul y en la de Derecho es rojo, y en tal caso lo de izquierdas y derechas sería al revés». Minuto 26, Oli tira alto. «La diferencia de estos equipos con el Madrid o el Barcelona es que los grandes tienen tiradores de precisión», indica Bueno mientras sigue analizando el movimiento y dispersión de los papeles blancos sobre el césped por efecto del aire: «Son estímulos ópticos, a ver cómo influyen en los jugadores.» «Si viera esto un romano», sigue Bueno, «no apreciaría muchas diferencias. Tenían un juego, el folis, con un balón hinchado y de cuero que es el antecedente del fútbol. Y otro, el arpasto, de origen griego, que era muy parecido también. Los ingleses copiaron esas ideas». Ajedrez y simetría Descanso con empate a cero. Salta la conversación política: «A mí me parece que de ésta Felipe González desaparece en la historia.» El Celta machaca al Madrid y la suerte carbayona se juega en Vallecas. Vuelve el juego y en el minuto 6, un posible penalti a Oli. Las comparaciones ahora son con el ajedrez. «Es igualmente un juego simétrico. El fútbol es como un ajedrez en el que las piezas se moviesen a propia voluntad. La simetría indica que el fútbol y el ajedrez deberían quedar siempre en empate o tablas. Pero no es así porque se rompe la simetría. El portero es el rey del ajedrez, el gol es el jaque mate. La reina es el delantero más móvil». Gustavo Bueno indica después que «el problema del fútbol es que hay demasiada psicologización, han convertido en ratas a los jugadores con tanta motivación y tanto dinero. Como las ratas de Skinner. Además, el fútbol tiene un gran componente aleatorio. Es como la teoría del mercado libre, elástico, flexible. No hay posibilidad de tener la información total de ese mercado, luego en la práctica no existe. Tampoco hay manera de controlar el fútbol». Oli remata de cabeza en el minuto 14, despeja el portero, el balón da en el larguero y sale fuera. El público se impacienta. «Es tremendo el grado de participación de la gente», comenta Bueno, «realmente declaman». Después critica algunos conceptos comunes del balompié: «Eso de la oportunidad de gol es el colmo de la metafísica». Derriban a Oli en el minuto 18, el árbitro se hace el loco. Bueno reflexiona: «El fútbol es muy estable. Y en eso influye el número. En realidad son doce personas, pues el árbitro hace como las partículas en el enlace iónico, suma en los dos equipos. Y la estructura de 12 es clave en los mamíferos: los 12 generales de Napoleón, los 12 discípulos de Cristo, o el número óptimo para las bandas de ratas, que también es 12. Y es que el 12 es el número óptimo de las ternas, empezando por aquella futbolística de Zamora, Ciriaco y Quincoces». Gamboa saca una falta en el minuto 27, muy fuerte y fuera. «No hay manera», comenta Bueno, y añade «es que tiran como una ametralladora cuando debían imitar al fusil de precisión, ése es el error de la oportunidad de gol». El Barcelona marca en el minuto 42, la afición lo festeja, «pero de todas maneras el Oviedo necesita un gol», alega Bueno, «para quedar en Primera no por suerte sino por causa». Final. «El destino era que el Oviedo no bajase, ha sido el destino», afirma Bueno, como si dictase unos apuntes. |
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