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La Nueva España
Lunes, 1 de noviembre de 1993
Sociedad
página 65

Polémica por la manipulación de embriones

Gustavo Bueno. Catedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Oviedo

«La igualdad es imposible, sólo aparente y poco útil»

«Lo verdaderamente interesante de la ingeniería genética sería que esas técnicas consiguiesen crear desemejanzas»

Gustavo Bueno
Oviedo, Javier NEIRA

Gustavo Bueno, catedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Oviedo, considera que es excesiva la alarma producida por la clonación de embriones humanos. Bueno cree que la clonación es ética si los clones son sanos e indica también que este fenómeno no es nuevo, que se remonta cientos de años no como técnica genética pero sí como cuestión recogida por la historia y la cultura universales.

— ¿Es ética la clonación de embriones humanos?

— La clonación será ética cuando los clones sean sanos. Se puede decir así a partir de lo que entendemos por ética. Esto es, aquello que hace relación al cuerpo humano. La ética entiende de todo lo que concierne a la conservación del cuerpo propio y de los demás. En ese sentido, la medicina es la profesión más ética. La generosidad es la ética para el cuerpo de los demás.

— ¿Para qué la clonación?

— Esa es la cuestión. Es contraproducente subrayar las analogías frente a las diferencias pues todas las analogías son accidentales. Así que ¿para qué la clonación? Quizá para construir un mundo feliz, como el de Huxley, pero con estas réplicas no se conseguiría, pues la clonación no hace individuos iguales. Sólo tienen alguna semejanza que resulta espectacular en lo fenoménico. Una semejanza que es contraproducente. No hay dos individuos verdaderamente iguales porque para que así fuese debería haber una clonación genética y otra digamos que mental.

— En cualquier caso el interés que suscita es muy grande.

— La clonación humana por ingeniería genética es una noticia del máximo interés estos días. Fundamentalmente el interés está en las consecuencias éticas. Es un fenómeno general; por ejemplo, en la Universidad de Deusto se acaba de crear una cátedra de Genoma, la primera de España. Sin embargo, considero que esta novísima técnica plantea un problema que no es nuevo, que tiene una larga tradición. Sucede igual en otros casos.

Cine

— Ponga un ejemplo.

— Sucede como con la novedad del cine. Era un técnica novísima, que partía de otra novedad reciente, de la luz eléctrica. Pero en realidad el cine era el cumplimiento técnico de una situación antiquísima, descrita en «La república» de Platón. Me refiero, claro, al mito de la caverna. A su vez, Platón no había inventado ese mito sino que expresaba el pensamiento arcaico, era una expresión del paleolítico, las sombras que proyectaba la luz de las hogueras en las paredes de las cavernas. El cine es una ejecución técnica de algo conocido anteriormente.

— ¿Y en el caso de la clonación humana?

— Aparece en diversos mitos. Por ejemplo, en el «Mahabarata», que relata la leyenda de Nala y Damayanti, un príncipe y una princesa. Damayanti busca esposo. Se reúnen los príncipes para que elija. Ella prefiere a uno concreto pero una deidad le ofrece cien clones de ese príncipe y no puede elegir. También el mito de Er de «La república» de Platón. O el impostor de Boris Godunov. Unamuno plantea lo mismo con Caín y Abel. El cristianismo también ofrece situaciones clónicas con la llamada multilocalización no circunscriptiva de Cristo, que puede estar en varios sitios a la vez. Apolonio de Tiana, contemporáneo de Cristo, es también otro ejemplo. Era un neopitagórico y podía estar al mismo tiempo en Roma y Metaponto. Cagliostro, un mago del tiempo de la Revolución Francesa, salía al mismo tiempo por las cuatro puertas de Basilea. Así que la técnica de la clonación es nueva pero la situación es conocida,

— ¿Por qué causa miedo esa nueva técnica?

— A mi juicio, por el problema de la identidad. Se confunde la igualdad o identidad esencial con la identidad sustancial. La igualdad, según los indiscernibles de los estoicos, no existe. Como dice Leibniz, no puede haber dos cosas iguales pues si las hubiese serían la misma cosa. ¿Por qué tener miedo de la igualdad, si es imposible? Lo que sucede es que se piensa que un clon es uno mismo, alguien que me sustituye. Es el tipo de identidad mágica, la correspondiente al pensamiento mágico. Es también el terror de Unamuno al otro como uno mismo. La identidad sustancial produce terror pero es mágica, mística. Claro que la gente sigue pensando en términos místicos y se asusta. La alarma es desajustada, se confunde el elogio a la técnica con el terror a la identidad sustancial. La igualdad es imposible, sólo aparente y poco útil.

— Entonces, ¿cuál es el problema real que plantea la clonación humana?

— Está en la producción por ingeniería genética de semejanzas dadas en ciertas coordenadas. El problema es que podría interesar hacer clones de distintas categorías para la producción. Pero en esta sociedad democrática, universal, en la que todos nos vemos las caras, donde no cabe tener un espacio escondido en el que estén monstruos, enanos o gigantes, trabajando como máquinas, ¿Para qué vale este invento de la clonación humana? ¿Para qué vale hacer individuos, todos con las orejas en clave de sol? Lo interesante de la ingeniería genética sería que esas técnicas consiguiesen crear desemejanzas.

 


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