Gustavo Bueno
Glosario para El mito de la Izquierda
[ 28 enero 2003 ]
En este glosario van incluidos términos, bien de un lenguaje técnico, bien del lenguaje ordinario, que tienen sentido técnico en el materialismo filosófico. Pueden verse definiciones más extensa en el libro de Pelayo García Sierra, Diccionario filosófico. Manual de materialismo filosófico, Pentalfa, Oviedo 2000.
Anástasis. Procedimiento dialéctico mediante el cual se detiene (por involución) el desarrollo de un proceso de divergencia, a fin de evitar la contradicción. La velocidad de la luz va creciendo según la naturaleza de los medios en los que se propaga; durante muchos siglos se pensó que en el vacío esta velocidad sería infinita, es decir, que la transmisión sería instantánea. Como esto es contradictorio (porque invertiría las relaciones entre causa y efecto) se detiene este límite infinito y se establece por anástasis un límite máximo llamado c.
El incremento de rendimiento en la serie de motores que reutilizan la energía que ellos mismos producen llevaría como límite a la configuración de un perpetuum mobile de primera especie. Esta configuración es contradictoria y determina una involución formulada como primer principio de la Termodinámica.
Base / Superestructura. Distinción propia del materialismo histórico, introducida por Carlos Marx en el Prefacio a su Crítica de la Economía política. La base de una sociedad humana estaría constituida por los medios y fuerzas de producción, y por las relaciones de producción; la base tendría un componente esencialmente económico, aún cuando este es inseparable de los componentes sociales o políticos. Pero en las sociedades humanas, además de los componentes básicos, se reconocen los componentes superestructurales (tales como la religión, la moral, el arte o el derecho), que se suponen descansando sobre la base y dependiendo de ella, aunque algunas veces se les conceda alguna capacidad de reacción sobre la base. La distinción originaria de Marx experimentó una evolución, a veces muy rígida (en el Diamat), que afectaba por ejemplo a la política en materia de arte («realismo socialista»), de religión (no sería necesaria una política necesariamente antireligiosa, puesto que la religión se desplomaría al cambiar su base económica) o de política lingüística (la lengua es una superestructura que expresa el punto de vista de la clase dominante). El materialismo cultural de Marvin Harris y otros reorganiza la distinción de Marx en tres niveles: infraestructuras (que comprenden a los medios y fuerzas de producción), estructuras (que incluyen principalmente a las relaciones de producción) y superestructuras (arte, religión, &c.). El materialismo filosófico propugna la necesidad de una «vuelta del revés» de la oposición entre base y superestructura, en tanto que distinción acuñada sobre la metáfora arquitectónica de los cimientos (base) y los muros (superestructura) de un edificio. Más expresiva que la metáfora arquitectónica es la metáfora orgánica: las superestructuras no brotan de la base, como una «floración» posterior a esa base; las superestructuras (históricamente) son muchas veces previas a las propias bases que soportan el organismo social. El esqueleto de un vertebrado constituye el soporte (base) gracias al cual el organismo puede tenerse en pie y caminar, pero los huesos no son anteriores y previos a los tejidos blandos, sino que «brotan de ellos» en el desarrollo del huevo. El lenguaje no es una superestructura posterior a la producción, sino condición de la misma; la religión no es una superestructura de una sociedad organizada en clases («el opio del pueblo»), sino una realidad previa a la misma «producción» del hombre cazador.
Beta operatorio. Adjetivo que se aplica, en la Teoría del cierre categorial, a las ciencias, y por extensión a las doctrinas que no sean estrictamente científicas, que se ocupan de campos entre cuyos términos figuren los propios sujetos operatorios, humanos o animales. Las ciencias o doctrinas beta operatorias se distinguen de las ciencias alfa operatorias, que no contienen en sus campos a sujetos operatorios. Así, la Geometría es una ciencia alfa operatoria, porque ni los puntos, ni las rectas, ni los triángulos, ni las curvas cónicas son sujetos operatorios (otra cosa es que estos términos presupongan las operaciones del geómetra que, sin embargo, habrán de ser segregadas del campo de la Geometría). Tampoco la Mecánica, la Teoría cinética de los gases, la Química, la Biología molecular o la Biología celular son beta operatorias. En cambio son beta operatorias (aunque según tipos diferentes que aquí no procede detallar) la Etología, la Psicología humana, la Sociología, la Economía política, la Historia política y, por supuesto, la «Ciencia política».
Claro y distinto, oscuro y confuso. Un concepto es claro cuando aparece bien diferenciado de otros conceptos de su entorno: la Luna percibida a simple vista, en un cielo sin nubes, es un concepto (o percepción conceptualizada) claro, sin perjuicio de que su contorno aparezca borroso. Cuando la claridad disminuye el concepto se va haciendo oscuro: el concepto de «cuerpo viviente» es oscuro, si no se poseen criterios suficientes para diferenciar una célula de un virus o de un cristal inorgánico. Un concepto es distinto cuando mediante él podemos distinguir las partes de su dintorno, cuando esto no ocurre el concepto de confuso. Hay conceptos que son a la vez claros y distintos, por ejemplo el concepto de cuadrado en el campo de la geometría elemental. Hay conceptos claros pero confusos, como el caso de la Luna, cuyos accidentes no son perceptibles a simple vista. Hay conceptos distintos pero oscuros, como es el caso de los conceptos borrosos («hombre», «calvo», «montón»). A partir de un grado determinado de oscuridad y de confusión el concepto deja de serlo. En general puede decirse que el concepto de izquierda política, tal como se usa ordinariamente, e incluso por los políticos profesionales, es confuso y oscuro.
Derecha / Izquierda. La oposición derecha / izquierda, con significado político definido, se considera en este libro como una oposición que no tiene alcance universal, es decir, aplicable a cualquier sociedad política, y menos aún a cualquier sociedad o grupo humano de carácter religioso, científico o artístico. El campo de la oposición derecha / izquierda no es universal, sino que se circunscribe a las sociedades políticas modernas (a partir de la Revolución Francesa) en las cuales hayan cristalizado los proyectos de transformación «racional» de la propia sociedad política, sin perjuicio de que esta oposición pueda ser muy profunda en estas sociedades y, en determinadas circunstancias, pueda alcanzar un carácter disyuntivo. Según lo anterior no puede darse por supuesto que un grupo social o político cualquiera haya de ser clasificado, al menos directamente, como de derecha o como de izquierdas; otra cosa es que estos grupos puedan mantener alianzas, más o menos coyunturales, con una derecha o con una izquierda definida. Y esto significa que habrá que reconocer grupos sociales, políticos, instituciones o corrientes, que no son propiamente ni de derecha ni de izquierdas. Espartaco no era de izquierdas, ni Pompeyo era de derechas; los comuneros de Castilla no eran de izquierdas, ni los «imperiales» eran de derechas. Una «comunidad científica» de matemáticos no es de derechas ni de izquierdas, otra cosa es que miembros de este gremio puedan ponerse al servicio de partidos de izquierda o de derecha. Un movimiento islámico fundamentalista no es ni de derecha ni de izquierda. Incluso la gran parte de la «sociedad civil» de una sociedad democrática moderna (incluyendo a los mismos sindicatos) no son propiamente ni de derechas ni de izquierdas, cuando no pretenden la transformación del Estado, sino, a lo sumo, el mejor funcionamiento de las instituciones que les afectan. Otra cosa es que estas partes de la sociedad civil, que no son propiamente ni de derechas ni de izquierdas, tampoco por ello puedan considerarse apolíticas, puesto que participan en la sociedad política como votantes, como contribuyentes, o de cualquier otro modo. Podrán ser votantes habituales o coyunturales de partidos políticos de derecha o de izquierda. Los mismos sindicatos de trabajadores, que coyunturalmente desempeñaron el papel de «correas de transmisión» de partidos políticos de derecha o de izquierda, en sí mismos no son propiamente ni de izquierda ni de derecha.
Dialelo gnoseológico. El dialelo es el círculo que se produce en una argumentación o en un discurso y, según el cual, se comienza admitiendo lo que se va a demostrar. Los escépticos antiguos, Agripa concretamente, consideraron al dialelo como un círculo vicioso, uno de los tropos sobre los que apoyaban su tesis de la necesidad de suspender el juicio. En este libro dialelo no tiene la connotación de círculo vicioso, procedente de los escépticos griegos, puesto que se reconoce que muchas veces el dialelo es imprescindible para una construcción científica: es el caso del dialelo gnoseológico. Por ejemplo, en Antropología es necesario presuponer que el hombre ya está conformado en el momento de tratar de explicar su génesis y su historia: sería totalmente ingenuo pensar que podemos construir la figura del hombre histórico a partir directamente de los primates. El Estado constituido como Nación política, presupone ya al Estado constituido en el Antiguo Régimen: es imposible construir la Nación política a partir directamente de la Nación étnica o de la Nación biológica.
Disociación / Separación. Hablamos de separación cuando las partes componentes de un todo o de un sistema pueden mantenerse independientes las unas de las otras; hablamos de disociación cuando la distinción entre partes o componentes de un todo, aunque no permita la separación, sí permite reconocer una independencia de escala, ritmo, &c., entre las partes o componentes disociados. Los días de la semana son inseparables de la semana, así como esta es inseparable del mes, y el mes es inseparable del año; sin embargo los días son disociables de la semana, y esta del mes, &c., puesto que el ritmo de los días es distinto del ritmo de las semanas o de los meses; estos ritmos pueden tener propiedades distintas. Las izquierdas definidas son inseparables de las izquierdas indefinidas, pero son disociables de ellas.
Ecualización. Operación tal que a partir de clases diferentes, incluso disyuntas (especies de un género, por ejemplo), se obtiene una clase distintas que las envuelve a todas ellas. Por ejemplo, ecualizamos la clase de los cuadrados y la clase de los rombos en la clase de los paralelogramos. Ecualizamos la clase de los ciudadanos franceses, de los ciudadanos españoles, de los ciudadanos alemanes, &c., en la clase de los ciudadanos europeos.
Espacio antropológico. Doctrina del materialismo filosófico que establece las coordenadas de un espacio no meramente físico o topográfico, sino organizado en función de las actividades humanas, individuales y sociales, y distingue tres ejes (y no uno, dos o más de tres ejes, como sostienen otras concepciones antropológicas). El espacio antropológico se organiza en torno a tres ejes: el eje circular (en el que se representan las relaciones de unos hombres, individuos o grupos, con otros), el eje radial (en el que se representan las relaciones que los hombres mantienen con el mundo inanimado, al margen del cual no podría vivir) y el eje angular (en el que se representan las relaciones reales o imaginarias que los hombres mantienen con entidades reales o imaginarias que no son humanas, pero tampoco inanimadas: aves, mamíferos, reptiles, extraterrestres, demonios, ángeles, dioses, &c.). La sociedad política de los faraones se movía en un eje circular (relaciones de los campesinos entre sí, con los escribas, con los jefes militares...), en un eje radial (relaciones con el Nilo y sus crecidas, con las tierras y las cosechas...) y también desde luego en un eje angular (en el que se contienen principalmente animales divinizados, tales como Anubis, Horus o el Buey Apis, y por supuesto con los colegios sacerdotales que mantenían vivo el culto).
Emic / Etic. Distinción de Pike de aplicación a las disciplinas filológicas y antropológicas en general y que establece las dos perspectivas fundamentales desde las que se pueden tratar los materiales lingüísticos, culturales o sociales. La perspectiva emic es la perspectiva del agente o agentes del proceso o institución que se analiza; la perspectiva etic adopta un punto de vista propio del investigador. La descripción de la derecha política como una alternativa irracional tiene un sentido eminentemente emic, para todas aquellas corrientes, grupos, &c. que apelen a una revelación preterracional o a una inspiración irracional (intuición, carisma, &c.) a efectos de planear sus programas políticos. Pero desde el punto de vista etic, una corriente de derecha podrá ser percibida como racional en la medida en que ella, para actuar de un modo sostenible, necesita valerse de medios racionales. Desde el punto de vista emic, Lenin no puede considerarse de izquierdas, puesto que él no considera el bolchevismo como una postura de izquierdas; pero desde el punto de vista etic, el bolchevismo es comúnmente considerado como una corriente de izquierdas.
Equívoco, unívoco, análogo. Clasificación de los términos universales propia de la tradición escolástica, pero incorporada a las más diversas corrientes filosóficas, con denominaciones a veces distintas (por ejemplo, la distinción debida a E. Cassirer entre «conceptos sustanciales» y «conceptos funcionales» mantiene una estrecha correspondencia con la distinción entre conceptos unívocos y conceptos análogos). Un término equívoco es un significante que se aplica a significados, no ya meramente diferentes, sino desconectados entre sí, o conectados de un modo extrínseco o accidental (por ejemplo, el término matriz, en sentido algebraico y en sentido anatómico). A los términos equívocos no les corresponde propiamente un concepto, por tanto es inútil empeñarse en definir los conceptos equívocos. De ahí la imposibilidad de definir el término «izquierda» cuando se aplica tanto a la izquierda topográfica como a la izquierda política, a la izquierda definida y a la indefinida. Un término es unívoco cuando se aplica con idéntico significado a las diferentes especies (si el término unívoco es genérico) o a los diferentes individuos (si el término es específico). «Triángulo» es un concepto unívoco respecto de las especies equilátero, isósceles o escaleno; así también «triángulo» es unívoco respecto de las figuras triangulares individuales. Un término es análogo cuando se predica de diversos objetos con sentidos diferentes, pero de suerte que estos mantengan entre sí alguna conexión interna. Los conceptos análogos dicen por tanto significaciones en principio diversas, aún cuando con algún tipo de unidad, según cierto respecto. Ahora bien, la unidad que vincula los significados diversos englobados por el concepto análogo puede ser de dos tipos: isológica o sinalógica. La unidad isológica es la unidad de semejanza o igualdad; y la semejanza o igualdad de las cosas diversas nos pone delante de la analogía de proporcionalidad o de proporción compuesta («doble» es un concepto análogo de proporción compuesta, porque cuando se aplica a ocho o a catorce lo hace en virtud de la igualdad de las razones entre ocho y cuatro, y catorce y siete; pero el carácter de doble que tiene ocho por relación a cuatro, es independiente del carácter de doble que tiene catorce por respecto a siete). Por ello los análogos de proporcionalidad expresan muy bien la diversidad de las cosas analogadas (una diversidad distributiva similar a la de los conceptos unívocos). Los análogos de proporcionalidad se corresponden con los conceptos funcionales (por ejemplo la función «doble», cuya característica por sí misma es vacía, aunque algunas veces se sustancialice, con el peligro de reducir un concepto análogo a un concepto unívoco). Es lo que ocurre con el concepto «mítico» de izquierda. Cuando la unidad es sinalógica (synalaxo = juntarse, casarse), los análogos se denominarán de proporción simple o de atribución. Las significaciones del concepto son ahora diversas, pero mantienen entre sí una conexión sinalógica, o de proporción simple (de causalidad, de contigüidad), generalmente convergiendo en una significación primordial, o primer analogado (que podrá ser fijo o flotante). El concepto de «sano» se predica del organismo viviente, del clima o del alimento; pero su primer analogado es el animal. El clima es sano, o el alimento es sano sólo por su relación con el animal. Un concepto análogo de atribución no es propiamente un concepto, sino un conjunto de conceptos ensamblados entre sí.
Ética / Moral / Derecho. El término ética es referido por el materialismo filosófico al conjunto de normas orientadas hacia la preservación y fomento de la vida de los individuos corpóreos humanos. Según esto la ética no se define por la fuente de origen que puedan tener las normas correspondientes (por ejemplo la propia conciencia, la «conciencia autónoma» frente a la «heterónoma», &c.) sino por el objeto al que estas normas van referidas. La conducta ética tiene como virtud fundamental la fortaleza, que se determina como firmeza cuando va orientada a la vida del propio sujeto, y como generosidad cuando va orientada a la vida de los demás individuos humanos. La moral, en el materialismo filosófico, tampoco se define por el origen que puedan tener estas normas, cuanto por su objeto, que en este caso no es otro sino la preservación de la vida del grupo (familia, gente, nación, sociedad comercial, iglesia, &c.). Las normas éticas y las normas morales, aún cuando tienen zonas de intersección muy amplias, entran muchas veces en contradicción. El delito ético más grave es matar a otra persona; pero entre las normas morales de diferentes sociedades figura muchas veces la norma de la muerte ajena. Las normas éticas tienen una universalidad mucho mayor que las normas morales. Las normas contenidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 son, en su práctica totalidad, normas de carácter ético. Las normas políticas están mucho más próximas a las normas morales que a las normas éticas, con las cuales entran constantemente en contradicción, como se ve por ejemplo en muchos casos planteados por la emigración de nuestros días: la norma ética prescribe dar acogida a cualquier emigrante que haya atravesado nuestras fronteras, tanto si es legal como ilegalmente («el hambre no tiene fronteras»), pero las normas políticas y las morales obligan a limitar el número de inmigrantes que pudieran beneficiarse de los recursos de un Estado, pues a partir de un cierto límite determinarían el desplome económico de la propia sociedad política. Aquí está la razón por la cual el ideal del Estado de bienestar, propio de las democracias homologadas de nuestros días, es incompatible con la solidaridad sin fronteras, prescrita por las normas éticas o por los derechos humanos. Las contradicciones entre las normas éticas y las normas morales o políticas tienden a ser «resueltas» por medio del ordenamiento jurídico.
Etológico. Todo aquello que va referido al estudio de la conducta animal o humana en la medida en que esta conducta no está determinada por herencia genética sino por el aprendizaje. El color de los ojos de un animal o de un hombre no es formalmente etológico, puesto que depende de la herencia genética; la forma del saludo en animales o en hombres está determinada casi totalmente por el aprendizaje. En la conducta real de un animal o de un hombre los componentes genéticos y los etológicos están refundidos. La perspectiva etológica afecta tanto a los hombres como a los animales: la Antropología es en gran medida Etología humana. El interés que la perspectiva etológica tiene en la teoría de las izquierdas y de la derecha deriva de que, con frecuencia, se utilizan conceptos de la etología animal para caracterizar conductas políticas humanas, incluyendo aquí a grupos o partidos políticos (por ejemplo, cuando se les califica de halcones o de palomas). Otras veces se aplican conceptos de la etología humana en el análisis de las conductas animales («coaliciones» en una banda de chimpancés, orientadas a derribar al «jefe»). Hay una amplia zona de intersección entre la etología animal y la etología humana, y en esta zona se inscriben muchos contenidos que tienen que ver con la actividad política.
Eutaxia. Generalización del término que Aristóteles utiliza para describir la naturaleza de un Estado aristocrático. La eutaxia es la condición de un régimen político capaz de mantener la sociedad política de un modo sostenible.
Facta concludentia. Concepto procedente del derecho procesal romano que requería en la prueba la consideración de las actitudes y circunstancias apreciables en el acusado, al margen de las declaraciones que él mismo pudiera aportar en su defensa.
Género porfiriano-linneano. En este libro la expresión género porfiriano-linneano designa aquel tipo de conceptos universales de carácter unívoco que se dividen en especies, consideradas como independientes unas de otras. Linneo, que en su clasificación de las plantas y de los animales utilizó los conceptos de género y especie (distinguiendo a su vez órdenes, clases, tipos, reinos, &c.), llevó hasta tal extremo la condición de independencia de cada una de las especies respecto de las otras, que afirmó que Dios había creado a cada una de las especies, y «que las especies que existen son tantas cuantas Dios creó en el principio».
Género plotiniano-darwiniano. En este libro se designa con esta expresión a los conceptos universales que se dividen en especies tales que no son propiamente independientes las unas de las otras, puesto que media un orden entre ellas, e incluso este orden es de naturaleza genética. «La raza de los heráclidas –decía Plotino– forma un género, no porque tengan un carácter común, sino por proceder de un solo tronco.» Esta acepción de género fue utilizada por el evolucionismo darwinista al mantener que las especies animales o vegetales no están dadas independientemente unas de otras sino que descienden las unas de las otras. La distinción entre géneros porfirianos y plotinianos es pertinente en una teoría de la izquierda puesto que es muy distinto tratar a «la izquierda» como si fuese un género que se divide en especies independientes, o bien como un género cuyas especies mantienen relaciones internas e incluso derivan las unas de las otras.
Género generador. Con esta expresión se designan en este libro aquellos géneros cuyo alcance transciende la esfera meramente lógica (propia de los géneros linneanos), arrastrando la connotación de «generación» de las especies por el género, en el sentido darwiniano. La izquierda radical es un género generador de otras corrientes de la izquierda (por ejemplo, de la izquierda liberal y de la izquierda comunista).
Holomérico. Con este término se designan aquellos tipos de totalidad en los que puede decirse que el todo se reproduce en sus partes. Un triángulo equilátero dividido por sus tres medianas da lugar a otros tres triángulos equiláteros y así sucesivamente. Las estructuras generales de gobierno de una sociedad política (ejecutivo, legislativo, judicial) se reproducen en partes de esa sociedad (autonomías, municipios).
Holótico. Referente a la doctrina del todo y las partes.
Holización. Procedimiento racional en la preparación de determinados campos investigados por las ciencias positivas (Teoría cinética de los gases, Química clásica, Teoría celular, &c.), orientado a transformar aquellos campos, dados a la experiencia como totalidades heterogéneas, en totalidades homogéneas. La holización no solamente designa el paso del todo a esas partes homogéneas (holización analítica o negativa) sino también la reconstrucción del campo de partida desde las partes homogéneas que se han obtenido (holización sintética). Por consiguiente, el campo que se reconstruye debe darse como presupuesto por dialelo gnoseológico. En este libro utilizamos la holización en el análisis de la transformación de la sociedad política del Antiguo Régimen en una Nación política compuesta de individuos iguales entre sí (ciudadanos).
Idiográfico (de idios = propio, de la misma etimología proceden en español los términos idiosincrasia e idiota). «Idiográfico» es un término acuñado por Windelband para referirse a aquellas disciplinas que van orientadas no ya tanto a establecer leyes universales (las «ciencias nomotéticas», como la Física o la Biología), sino que tienen en cuenta a individuos, instituciones o procesos singulares, en cuanto tales (Alejandro Magno, Pío V, El Escorial o la Tierra), y no meramente en cuanto «ejemplos» de alguna ley general en la que quedarían disueltos. Windelband sugirió que la diferencia entre las ciencias de la Naturaleza y las ciencias históricas podría reexponerse en lo esencial a partir de la distinción entre las ciencias nomotéticas y las ciencias idiográficas. Sin embargo es lo cierto que encontramos también contenidos idiográficos en las ciencias naturales (por ejemplo, la singularidad del big-bang), así como también encontramos conceptos nomotéticos en las ciencias sociales o culturales (las leyes del parentesco o las leyes económicas).
Imperio. Imperio es un término que además de sus significados etológicos o psicológicos («el imperio del domador sobre la fiera»), tiene significados estrictamente políticos. La idea central de Imperio que se utiliza en este libro se refiere a la condición de un Estado que, lejos de circunscribirse a sus propios límites territoriales, extiende su influencia a otros Estados, vecinos o distantes. La Idea de Imperio alcanza su significado filosófico cuando pretende extenderse a todas las demás sociedades políticas o pre-políticas, es decir, a constituirse como Imperio universal. La clasificación más importante de los Imperios universales es la que los separa en dos grupos: los Imperios depredadores y los Imperios generadores. Los Imperio depredadores utilizan a las demás sociedades como fuente de mano de obra o de materias primas, pero manteniéndolas o incluso degradándolas del nivel político al que podrían aspirar. Los Imperios generadores tienen como objetivo elevar a otras sociedades al nivel político y social más alto posible. Los Imperios depredadores son más compatibles entre sí de lo que puedan serlo los Imperios generadores. Los Imperios depredadores, en efecto, pueden repartirse su «zona de influencia»; en cambio, los Imperios generadores universales entrarán necesariamente en conflicto mutuo. El significado filosófico del concepto de Imperio universal se manifiesta en función del concepto de «Historia del Género humano», cuando suponemos que el «Género humano» o la «Humanidad», como un todo, no tiene capacidad por sí mismo de proyectar su propia historia; por consiguiente, que si hay posibilidad de hablar de una Historia universal será debido a la existencia de imperios universales, sean depredadores, sean generadores. En nuestro libro España frente a Europa se considera al Imperio español, o al Imperio soviético, como prototipos de imperios generadores; y al Imperio inglés y al Imperio holandés como prototipos de imperios depredadores.
Izquierda definida. Término con el que se designan, en este libro, a las corrientes o partidos políticos de izquierdas que pueden considerarse vinculados a idearios, planes o programas, con significado político preciso (es decir, que tengan que ver con el Estado, aunque sea buscando su extinción). En el cuerpo de este libro se determinan seis corrientes principales de izquierda definida: la izquierda radical, la izquierda liberal, la izquierda libertaria, la izquierda socialista, la izquierda comunista y la izquierda asiática.
Izquierda indefinida. Término con el que se designan, en este libro, aquellos idearios o incluso corrientes a los que no corresponde propiamente una definición política en el sentido estricto de sus relaciones con el Estado. Estas izquierdas se definen o bien con relación a movimientos artísticos (las «vanguardias»), filosóficos (la «izquierda hegeliana», la «izquierda aristotélica») o religiosos (la «izquierda cristiana», la «izquierda musulmana»); y esto independientemente de que quienes se consideran formando parte de esas corrientes participen personalmente, como militantes o simpatizantes, en alguna corriente de izquierda definida. En el cuerpo de este libro se distinguen dentro de las izquierdas indefinidas: las izquierdas extravagantes (generalmente de contenido religioso, y «extravagantes» en la medida en que consideran que «su reino no es de este mundo»), las izquierdas divagantes (que derivan hacia concepciones del mundo o formas de conducta sui generis) y las izquierdas fundamentalistas.
Lisado. En el texto se utiliza este término por analogía con los métodos utilizados en laboratorios biológicos para resolver ciertos tejidos en sus elementos celulares o infracelulares. La aplicación a nuestro caso va referida a los procesos de «trituración» de una sociedad política compleja en sus partes formales homogéneas, como puedan serlo los ciudadanos considerados como iguales entre sí.
Metábasis. Procedimiento dialéctico mediante el cual un concepto o idea se desarrolla progresivamente según un proceso de divergencia. La serie decreciente de elipses, según su distancia focal, lleva por metábasis a la circunferencia.
Nación. En este libro el término nación se considera repartido en tres géneros de acepciones: I. Género de las acepciones biológicas, II. Género de las acepciones étnicas y III. Genero de las acepciones políticas (tomando como criterio de la política al Estado o sociedad política). Dentro de estos géneros se distinguen a su vez siete especies (dos dentro del primer género, tres dentro del segundo y otras dos dentro del tercero). Las especies de la nación biológica se establecen por la referencia o bien a organismos vivientes individuales (primera especie: la nación de una oveja) o bien a órganos o partes de aquellos individuos (segunda especie: la nación de los dientes, natio dentium). Se distinguen tres especies de nación étnica. La primera especie engloba las situaciones más primitivas del género, a saber, aquellos casos en los cuales las naciones son vistas desde el Estado como grupos étnicos que permanecen en los bordes de la sociedad política de referencia sin integrarse propiamente en ella (el término nación equivale al término «gente»: Arnobio escribe el libro Contra las naciones, título que San Jerónimo tradujo Contra las gentes). La segunda especie se refiere a aquellos grupos étnicos integrados o en proceso de integración en una sociedad política (en los mercados de la Edad Media los mercaderes se distribuían por naciones, algo similar ocurría en las Universidades, en las que los estudiantes se distribuían también por naciones). La tercera especie del género nación étnica es la nación histórica (se constata esta acepción ya a mediados del siglo XVI y en España, acepción superpuesta muchas veces a los límites de un reino, pero sin tener todavía un componente formalmente político: «¡Qué gozo, ya no hay Pirineos, no formamos más que una sola Nación!»). El tercer género, la nación política, equivale en su primera especie, nación política canónica, a la misma nación política en sentido estricto (la Nación política no procede de la Nación étnica, sino que presupone al Estado, y es una transformación del Estado del Antiguo Régimen en un nuevo tipo de Estado creado por la Revolución Francesa). La segunda especie de nación política (séptima especie del concepto general de Nación), se denomina Nación fraccionaria: la que se constituye o pretende constituirse por escisión o secesión de una Nación política canónica previamente dada (aun cuando ideológicamente los «nacionalistas fraccionarios» o «separatistas», pretenden derivar su proyectada Nación de supuestas Naciones étnicas o políticas anteriores, incluso prehistóricas).
Orden diatético. El que media entre los individuos de una especie o entre las especies de un género cuando aquellos o éstas proceden de otros individuos o de otras especies (es decir, cuando los individuos o las especies no resultan directamente de la especie o del género).
Parámetro. El concepto de «parámetro» alcanza un gran interés para la teoría de la izquierda y de la derecha en el momento en que interpretemos estos conceptos como conceptos funcionales. En efecto, el concepto de parámetro presupone siempre una función, si bien es cierto que en el lenguaje vulgar, incluso en el lenguaje ordinario de los políticos o de los historiadores, se utiliza muchas veces el término parámetro sin explicitar la función de referencia; a veces, ni siquiera sería posible determinar esa función, por lo que «parámetro» viene a convertirse en un término pseudotécnico que suple por «circunstancia» o «factor» que interviene en algún proceso o institución política o de cualquier otro tipo. Si el parámetro requiere una función en cambio cabe utilizar funciones sin parámetros; incluso a veces, una función paramétrica establecida, puede transformarse en otra función sin parámetros. (La ecuación paramétrica de la parábola, tal como x=t+2; y=2t2-1, puede transformarse en esta otra en la que se habrán eliminado los parámetros por sustitución: y=2x2-4x-7). También sería posible algunas veces considerar al parámetro como una variable más, de tal suerte que una relación funcional entre dos variables sea interpretada como una relación entre tres variables. Pero, en general, el parámetro de una función, aún cuando se asemeje a las variables por su condición de símbolo sustituible por otros valores (es decir, por un símbolo que no es el de una constante), no se confunde con las variables de la función, sencillamente porque la función suele estar ya definida plenamente, en un plano genérico, al margen de los parámetros, si bien de un modo indeterminado (cuanto a sus especificaciones), y ello puede determinar diferentes alternativas que son las que se designan mediante el parámetro. La función y=2x está plenamente definida en un campo de números enteros o racionales, y puede ser representada en el plano coordenado por una recta de pendiente 2 que pasa por el centro del sistema de coordenadas. Pero es evidente que todas las rectas paralelas a ella tendrán su misma pendiente, por lo que podemos representar la familia de esas rectas de pendiente 2 mediante un parámetro b, pues nos irán determinando la misma función, y=2x+b, en sus diversas alternativas (por ejemplo, -3, -2, -1, 0, 1, 2, 3...): a la alternativa que pasa por el centro le corresponderá el valor nulo del parámetro (b=0). En este ejemplo podemos comprobar cómo la función y=2x está ya plenamente definida en su característica aunque de modo indeterminado y, por así decir, vacío; podemos ver como el parámetro b se «acopla» a la función a fin de que ésta pueda llevar a valores específicos completos. Lo que más nos interesa aquí es subrayar que los valores de los parámetros pueden dar lugar a valores de la función totalmente opuestos entre sí, como se ve en el ejemplo anterior cuando b toma valores positivos o negativos.
Aunque el concepto de parámetro está pensado (como lo indica su componente «metro») para funciones numéricas, puede ampliarse a relaciones u operaciones no numéricas, siempre que sean funcionales (es decir, que impliquen correspondencias aplicativas entre las variables, sean de uno a uno, o sean de varios a uno). Así la función «progenitor» –en símbolos y=P(x)– queda perfectamente definida en un campo humano, pero indeterminada porque el progenitor de un individuo x puede ser el padre o la madre; lo que se expresará mediante un parámetro g que ya no podrá componerse numéricamente (como sumando o como factor) a la función, sin que por ello deje de componerse con ella lógicamente (lo que podría ser representado mediante un subíndice: y=Pg(x); pero no y=P(g,x)), porque entonces representaría una función de dos variables.
Para el caso de la función Izquierda topográfica (L), y=L(x): podemos decir que la función «a la izquierda», que es bimembre («lo que está a la izquierda mía, a la izquierda de x»), está plenamente definida, aunque de un modo indeterminado, puesto que depende de la posición u orientación que x ocupe respecto del plano que pasa por los puntos cardinales; y estas posiciones pueden acoplarse a la función L a título de parámetros c: y=Lc(x). Para c = «orientación norte», y = «todo lo que queda del lado del oeste». La función izquierda topográfica arroja valores distintos y compuestos entre sí, según el parámetro (y esto es lo que vulgarmente suele querer decirse al constatar que «la izquierda es relativa», como si la izquierda topográfica no fuera siempre relativa o relacional). El carácter relacional se incrementa, por así decir, si nos referimos a la relación izquierda/derecha, cuya estructura ya no es bimembre sino trimembre. Cuando nos referimos a la relación izquierda/derecha en el sentido político, nos encontramos también ante una relación trimembre y no bimembre. Refiriéndonos a la izquierda política (en el sentido de la izquierda definida de la que se habla en el libro): podemos interpretar la característica de esta función («transformación racional universal de la sociedad política del Antiguo Régimen») como indeterminada o incluso vacía y, por tanto, como necesitada de especificarse por parámetros. Si tomamos como parámetro al Estado podemos establecer como alternativas las que corresponden a las seis orientaciones o corrientes definidas en el texto, que nos llevan a los valores que toma la forma izquierda, muchas veces incompatibles y aún opuestos entre sí.
Partes formales / Partes materiales. Las partes en las que se divide una totalidad, que de un modo u otro presuponen la figura del todo, se llaman partes formales, lo que no significa que deban reproducir icónicamente la figura del todo (por ejemplo un jarrón roto en fragmentos, aunque éstos no se parezcan al jarrón de origen, si permiten, en el caso más favorable, la reconstrucción, podrán considerarse como partes formales de ese jarrón). Partes materiales son aquellas partes del todo en las cuales ya no se conserva su forma (por ejemplo, si el jarrón se fragmenta hasta el nivel de las moléculas de caolín de las que estuviera constituido, se habrá dividido en sus partes materiales). Si un organismo viviente se descuartiza o reparte en miembros, células, incluso en componentes de las células (mitocondrias, cromosomas, ácidos nucleicos, &c.), diremos que se ha descompuesto en sus partes formales; pero si el análisis se lleva a un nivel más bajo, mediante un análisis químico (carbono, hidrógeno, calcio, &c.), entonces diremos que se ha descompuesto en su partes materiales. El poder legislativo, el poder ejecutivo y el poder judicial son partes formales de la sociedad política; los individuos o incluso los grupos familiares, cuando se consideran a escala etológica, son partes materiales de la sociedad política.
Razón, racionalismo. Hay muchas maneras de definir la razón y el racionalismo, dependientes de los criterios utilizados: ya sea el criterio pragmático («razón instrumental»), ya sea el criterio lógico formal («coherencia»), ya sea el criterio científico («razón física», «razón matemática») o bien criterios más particulares y propiamente negativos (tales como razón y racionalismo frente a la «superstición», a la «mística», a la «intuición» o al «sentimiento»). Pero damos por supuesto que no todas las definiciones de razón, aunque sean pertinentes en otros contextos, han de ser pertinentes en el momento de tratar de la izquierda política o de la derecha, en cuanto racional o irracional. En este libro se utiliza una definición de razón y de racionalismo que, aunque basada en el análisis de los procesos de holización propios de muchas ciencias positivas, parece tener una aplicación suficientemente adecuada y fértil en el campo político.
[ Texto del “Glosario” publicado en El mito de la Izquierda (Ediciones B, Barcelona 2003, páginas 299-316),
tomado directamente del archivo original enviado por Gustavo Bueno a la editorial, el día 28 de enero de 2003. ]