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El Basilisco
El Basilisco, revista de filosofía fundada en 1978 por Gustavo Bueno
 


El Basilisco, número 13, noviembre 1981-junio 1982, página 87

Miguel Ferrero Melgar

Orígenes, desarrollo y recepción de la relatividad

El Basilisco, número 13, noviembre 1981-junio 1982, páginas 87-89.

A finales del siglo XIX la Física se encontraba en una difícil situación. Parecía imposible acoplar dentro del marco newtoniano, sin romper su coherencia, aquellos supuestos que se precisaban para proporcionar una adecuada explicación de los fenómenos de campo. Uno de los aspectos más conflictivos giraba en torno al hecho de que la teoría clásica, que proporcionaba descripciones adecuadas del movimiento de los planetas o de las interacciones entre «fluidos» eléctricos –basándose para ello en el postulado de que las fuerzas variaban según el cuadrado de la distancia que separaba a la sustancias y estaban sobre la línea de unión de éstas–, era incapaz de incorporar a este esquema experiencias como las de Oersted, Faraday o Rowland sin sufrir, al mismo tiempo, profundas transformaciones, ya que éstas experiencias parecían sugerir la presencia de fuerzas perpendiculares a las líneas de unión de los fluidos y dependientes además de la velocidad de éstos (Rowland). Se abría así una grieta en el cuerpo de la Física cuya consecuencia más inmediata era que ésta proporcionaba ahora dos imágenes de la realidad no conciliables: la que se desprendía de la Física de Newton y aquella otra que sugerían los nuevos fenómenos de campo. Grieta que fue imposible cerrar y que, por el contrario, se hizo cada vez más insalvable a medida que se desarrollaba la teoría electromagnética. La visión unitaria inicial se escindió de este modo en dos. Una afectaba a los fenómenos mecánicos y la otra a los electromagnéticos y a la óptica. La primera contenía acciones instantáneas a distancia y en la segunda éstas se transmitían con velocidad finita de un punto a otro contiguo. Las leyes de una eran invariantes respecto a las transformaciones de Galileo, las de la otra no. Y en ambas había dificultades internas que hacían muy difícil su desarrollo posterior. La dualidad de imágenes era perturbadora y se deseaba una reducción. Pero, ¿cómo explicar desde las ideas de campo el movimiento de los planetas?, o ¿cómo explicar con la teoría de Newton las experiencias de Oersted?

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